A dos años del cierre programado de la central nuclear de Almaraz, España vuelve a enfrentarse al debate sobre el futuro de su parque nuclear. Lo que parecía una decisión sellada desde 2019 —un apagón escalonado entre 2027 y 2035— ha resurgido con fuerza en la agenda pública.
Las eléctricas, los partidos políticos y diversos sectores económicos y sociales han reabierto la discusión ante un escenario energético que ha cambiado drásticamente desde que se pactó el calendario original. El epicentro de esta batalla es Almaraz, la primera central afectada por el apagón. Las compañías eléctricas que gestionan estas infraestructuras no solo están divididas entre sí, sino también enfrentadas al Gobierno.
Mientras Endesa e Iberdrola exploran fórmulas para extender la vida útil de las plantas —incluyendo miniprórrogas o reestructuración de la propiedad—, otras como Naturgy o EDP muestran poco interés, tras haber reducido el valor contable de sus activos nucleares. La fragmentación de la propiedad es un obstáculo adicional, ya que cualquier extensión necesita unanimidad entre los socios de cada instalación.
Estabilidad energética vs. transición ecológica
Desde el Gobierno, el Ministerio de Transición Ecológica mantiene su compromiso con el cierre progresivo, pero admite que estaría dispuesto a revisar el calendario si las eléctricas alcanzan primero un acuerdo entre ellas. No obstante, en el Congreso de los Diputados ya se ha producido un movimiento político que podría abrir nuevas vías: una proposición no de ley impulsada por el Partido Popular para replantear el cierre fue aprobada con apoyo de Vox y la abstención de fuerzas como ERC y Junts, aunque su naturaleza no vinculante limita su alcance inmediato.
Garantizar un suministro eléctrico es todo un reto
El trasfondo de esta disputa se relaciona con el desafío de garantizar un suministro eléctrico continuo en un contexto de fuerte aumento de la demanda, especialmente por la proliferación de centros de datos y tecnologías intensivas en energía como la inteligencia artificial. Aunque el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima prevé que para 2030 el 81% de la electricidad provenga de renovables, la energía nuclear sigue representando un 20% del mix actual. La caída puntual de la generación solar ha reforzado este rol como fuente estable en momentos de baja producción renovable.
Mientras tanto, la esperanza a largo plazo se centra en la fusión nuclear, con proyectos como RODAS abriendo un posible futuro energético sin residuos radioactivos ni emisiones de carbono. No obstante, esta alternativa todavía está en fase experimental. Entre tanto, España se ve obligada a decidir entre cerrar un capítulo nuclear que ha sido clave para su estabilidad energética, o reescribir el guion para adaptarse a un mundo más electrificado y menos predecible.
