Ella Purnell vuelve al yermo. La actriz británica retoma el papel de Lucy en la segunda temporada de Fallout, una serie que se ha ganado a pulso el título de una de las adaptaciones de videojuego más sólidas de la televisión reciente. Tras abandonar la seguridad asfixiante de la Bóveda, su protagonista regresa a la acción con muchas más cicatrices —físicas y morales— y con un viaje que la llevará a recorrer el Mojave rumbo a New Vegas, acompañada de viejos aliados como The Ghoul y de nuevas incorporaciones, entre ellas el fichaje estrella de Macaulay Culkin.
Purnell reconoce que no es jugadora de la saga de Bethesda y que, al principio, Fallout le exigió un esfuerzo mayor que otras adaptaciones como The Last of Us, precisamente porque aquí no existía una Lucy a la que imitar. Los showrunners Graham Wagner y Geneva Robertson-Dworet le ofrecieron un personaje original con bastante margen para jugar: una mezcla entre protagonista de anuncio impecable de pasta de dientes y heroína capaz de matar si la situación lo exige. Esa descripción, casi caricaturesca, fue lo que la convenció de entrar en un universo que podía reinventarse sin traicionar el espíritu de los juegos.
Lucy ya no mira el mundo igual
Desde entonces, Lucy ha cambiado mucho. En la primera temporada salía al exterior con una idea casi infantil de justicia, alimentada por las reglas rígidas y edulcoradas de la Bóveda. Tras enfrentarse a traiciones, violencia y a la verdad incómoda sobre su propio padre, su visión del bien y del mal se ha ido separando poco a poco de la de The Ghoul, aunque ambos persigan lo mismo: encontrar a Hank y entender qué papel juega en el desastre nuclear. La tensión entre sus dos formas de entender el castigo y la venganza será uno de los motores de los nuevos capítulos.
"Quieren lo mismo. Quieren respuestas y encontrar a Hank. Pero su gran y desconcertante diferencia es: ¿qué harán cuando lo encuentren? Porque sus visiones de la justicia, obviamente, no son similares. Y, por lo tanto, se trata de cómo se influyen mutuamente en este viaje que emprenden", explicó a Cosmopolitan.
Purnell insiste en que Lucy sigue siendo buena, pero ya no es ingenua. Si al principio se movía por una falta total de experiencia vital —casi como una extraterrestre plantada de golpe en la Tierra—, ahora su optimismo es una postura consciente, casi militante. Después de haber visto de cerca la crueldad y el caos de la superficie, elegir seguir creyendo que la gente puede mejorar es, para la actriz, un acto de valentía más que de inocencia. Lucy sabe que su forma de afrontar el mundo no es la más sencilla, pero también entiende que la alternativa —resignarse al cinismo, la destrucción y la ley del más fuerte— es inasumible para ella.
"Somos resilientes y, de alguna manera, logramos sobrevivir. Así que eso es lo que hace Lucy. Eso es lo que la hace tan real: solo sabe ser ella misma y vivir según las reglas que le han enseñado, incluso si quien se las enseñó es un monstruo. Lo único que sabe hacer es levantarse y seguir adelante", apuntó. "Es una decisión muy valiente seguir creyendo en la bondad inherente de las personas cuando se te ha mostrado repetidamente crueldad, dolor y desastre en la superficie (…) Lucy no es tonta; sabe que su forma de hacer las cosas no es la más fácil, pero seguirá viviendo a su manera porque la alternativa es demasiado dolorosa. La alternativa es la muerte y la destrucción, y ella no quiere seguir viviendo así", añadió.
New Vegas y las nuevas piezas del tablero
La segunda temporada, que arranca hoy 16 de diciembre con estrenos semanales hasta el 4 de febrero, llevará a la protagonista y a sus compañeros hasta New Vegas, ahora bajo el control de Mr. House, interpretado por Justin Theroux. En el camino se cruzarán con la Legión de César, un régimen brutal basado en la esclavitud, y con nuevas facciones que expanden el mapa moral y político de la serie. Todo ello manteniendo el tono de humor negro, retrofuturismo y crítica social que convirtió la primera tanda de episodios en un fenómeno global y reactivó el interés por los juegos.
De fondo, ya se prepara el siguiente salto. La actriz se pregunta, casi como cualquier fan: si regresará a alguna Bóveda, si acabará liderando una revuelta, si se quedará perdida en el páramo con una vida sencilla o si, directamente, no sobrevivirá a lo que viene. Lo único que tiene claro es que, después de todo lo que ha aprendido, ya no podrá ser la misma chica que salió por primera vez al desierto con una sonrisa y un mono azul impecable.















