El dato llama la atención por sí solo, no tanto porque los países de la OTAN sigan formando a pilotos ucranianos -algo ya asumido dentro del clima estratégico actual-, sino por la factura del último movimiento: dieciocho cazas F-16 procedentes de los Países Bajos han aterrizado en Rumanía por el precio casi ceremonial de un euro.
Así figura en la documentación oficial revelada por The War Zone, firmada en Bucarest por el general de brigada Ion-Cornel Pleșa, responsable de armamento en el Ministerio de Defensa rumano, y por Linda Ruseler, enviada del Ministerio de Finanzas neerlandés. Un ritual diplomático que replica la misma operación de hace dos años.
Rumanía consigue 18 F-16 por 1 euro: el golpe estratégico más barato y ruidoso de la OTAN en años
Los aparatos ya están asignados al European F-16 Training Center (EFTC), el centro europeo de adiestramiento creado en 2023 por Lockheed Martin en colaboración con el Ministerio de Defensa rumano y los Países Bajos. El complejo, levantado en la Base Aérea 86 de Fetești, en el extremo suroriental del país, se ha convertido en un nodo estratégico: ahí se forman tanto pilotos rumanos como ucranianos bajo estándares de interoperabilidad total con la OTAN.
Zelenski agradeció públicamente aquel primer gesto, y ha vuelto a hacerlo ahora, subrayando la importancia de la alianza con Bucarest en un momento en que la frontera oriental vive una tensión sostenida. No es casual que Rumanía se haya convertido en un actor cada vez más vigilado.
Su pasado dentro de la esfera soviética, su posición clave en el Mar Negro y su cercanía directa a Ucrania la sitúan, según el informe de GlobalData Mercado de Defensa de Rumania 2024-2029, entre los intereses prioritarios del Kremlin. Todo se mueve en un tablero donde cada transferencia, por simbólica que parezca, tiene un peso geopolítico evidente.
A ese precio casi anecdótico, el euro que figura como coste de transferencia, se añade un IVA que sí opera en la realidad presupuestaria: 21 millones de euros, calculados según el valor declarado de los aviones y del paquete logístico asociado. El acuerdo recuerda inevitablemente el precedente de 2002, cuando Alemania cedió a Polonia veintidós MiG-29 Fulcrum también por un euro cada uno, sellando así una de las transacciones más simbólicas de la historia militar europea reciente.
La maniobra neerlandesa ha sido posible gracias al relevo definitivo del F-16 por el F-35A, que ya asume incluso las misiones nucleares tácticas dentro de la flota holandesa. Los “Viper” retirados tuvieron primero un papel de transición: sirvieron de plataforma de actualización para los instructores contratados por el EFTC. Tras esa fase, el centro entró en plena operatividad, iniciando la formación de nuevos pilotos cuyas misiones se realizan exclusivamente dentro del espacio aéreo de la OTAN.
