La aviación está a punto de experimentar una revolución con el debut del nuevo avión supersónico X-59, desarrollado conjuntamente por la NASA y Lockheed Martin. Este avión, capaz de volar a velocidades superiores a la del sonido, fue presentado en Palmdale, California, y promete reducir drásticamente el tiempo de vuelo entre ciudades distantes, como de Nueva York a Londres, en solo tres horas y media. Con una longitud de 100 pies y una envergadura de 30 pies, el X-59 no solo es notable por su velocidad, que alcanza las 925 millas por hora (1488,64 kilómetros por hora), sino también por su diseño innovador, que minimiza el impacto del 'boom' sónico en las ciudades sobre las que vuela.
El desarrollo del X-59 representa un avance significativo desde la era del Concorde, el famoso avión supersónico retirado hace casi veinte años debido a su mantenimiento costoso y un trágico accidente en 2000. A diferencia del Concorde, que alcanzaba velocidades de 1.350 millas por hora (2.179 kilómetros por hora), el X-59 incorpora avances en diseño y tecnología para producir un 'boom' sónico menos molesto, un problema que había limitado previamente los vuelos supersónicos sobre tierra firme.
Pam Melroy, subadministradora de la NASA, destaca la importancia del X-59 no solo como una aeronave, sino como un símbolo de la ambición colectiva de redefinir el futuro del viaje supersónico. El proyecto pretende demostrar la viabilidad del viaje supersónico comercial, una perspectiva que podría transformar la aviación al reducir a la mitad el tiempo de vuelo entre ciudades como Nueva York y Los Ángeles.
Este enfoque es fundamental para superar las restricciones existentes impuestas por organizaciones como las Naciones Unidas, que prohíben los vuelos supersónicos sobre tierra debido a los perturbadores booms sónicos.
Construido por Lockheed Martin bajo un contrato de aproximadamente 250 millones de dólares, está diseñado para alcanzar 1,5 veces la velocidad del sonido mientras reduce el ruido sónico a un leve golpe. Se espera que los costos totales del proyecto, incluidas las pruebas, asciendan a unos 632 millones de dólares a lo largo de ocho años. Con un diseño futurista, que incluye una nariz delgada y alargada para disminuir las ondas de choque, y un sistema de visión externa para compensar la visión limitada del piloto, el X-59 no es solo una maravilla tecnológica, sino también un testimonio del progreso humano en la conquista del aire.















