China quiere dominar los mares. El megacoloso Fujian ya navega como la nueva carta de presentación del poder naval chino en el Indo‑Pacífico. Con unas 80.000 toneladas a plena carga y más de 300 metros de eslora, este portaaviones es el buque de guerra más grande jamás construido por China y el primero diseñado íntegramente con tecnología propia para operar a la altura de las grandes marinas del planeta. Pekín lo vende como un "salto histórico" en su carrera por disputar el liderazgo marítimo a Estados Unidos y sus aliados.
El megacoloso Fujian: 80.000 toneladas, tres catapultas electromagnéticas y una ala aérea de hasta 60 aeronaves
La gran ruptura del Fujian está en su cubierta. A diferencia de los Liaoning y Shandong, que usan rampa de salto, el nuevo gigante incorpora una cubierta plana con tres catapultas electromagnéticas y sistema de apontaje avanzado, el esquema CATOBAR que hasta ahora solo manejaban las marinas más sofisticadas. Esto permite lanzar aviones más pesados, con más combustible y armamento, y sostener un ritmo de operaciones aéreas mucho más intenso que en los portaaviones anteriores.
Sobre esa cubierta despegará la primera ala aérea furtiva china en alta mar. El Fujian está pensado para embarcar cazas de quinta generación J‑35 y J-36, versiones mejoradas del J‑15, aviones de alerta temprana KJ‑600 y helicópteros antisubmarinos y de rescate. Esta combinación multiplica el alcance de los sensores, mejora la defensa aérea de la flota y habilita ataques de largo radio contra buques, bases y objetivos terrestres. El mensaje es claro: China ya no se conforma con defender su litoral, quiere proyectar poder a cientos de millas de distancia.
El casco del Fujian no estará solo. Formará el núcleo de grupos de ataque escoltados por destructores Tipo 055 y 052D, fragatas modernas y buques logísticos que le darán profundidad defensiva y autonomía operativa. Aunque su propulsión sigue siendo convencional y no nuclear, los analistas coinciden en que su entrada en servicio obliga a recalibrar cualquier escenario de crisis en el mar de China Meridional, el estrecho de Taiwán o el mar de Filipinas. Con el Fujian, Pekín lanza una señal doble: hacia dentro, demuestra capacidad industrial y tecnológica; hacia fuera, advierte de que su armada ya juega en la misma liga que las grandes potencias navales del siglo XXI.