Un equipo internacional de científicos, liderado por el profesor Paul Breslin de la Universidad de Rutgers (Estados Unidos), ha descubierto que el ibuprofeno, además de sus conocidos efectos antiinflamatorios y analgésicos, también puede alterar la forma en que el cuerpo percibe y procesa el azúcar.
Los resultados, publicados en el British Journal of Pharmacology, podrían tener implicaciones para millones de personas en todo el mundo. El estudio revela que el ibuprofeno y otros antiinflamatorios como el naproxeno inhiben la activación de receptores del sabor dulce tanto en la boca como en células humanas.
El ibuprofeno, ¿nueva arma contra la diabetes?
Estos receptores, además de estar involucrados en la percepción gustativa, participan en la regulación del metabolismo de la glucosa. En el experimento, los sujetos que realizaron enjuagues bucales con ibuprofeno mostraron una menor sensibilidad a los sabores dulces, lo que podría traducirse en una disminución del deseo por alimentos azucarados y, a largo plazo, en una mejor regulación metabólica.
Más allá del efecto sensorial, los investigadores apuntan que el uso continuado de ibuprofeno podría estar vinculado a una función metabólica más eficiente y a un menor riesgo de enfermedades como el Alzheimer, ciertos tipos de cáncer o la diabetes. Aunque estas conclusiones deben tomarse con cautela, la hipótesis abre la puerta a explorar medicamentos de uso común desde una nueva perspectiva preventiva.
Una vieja molécula, nuevas posibilidades
No obstante, los propios autores subrayan que este es un estudio básico y preliminar. Se necesitan ensayos clínicos más amplios en humanos para verificar si estos antiinflamatorios pueden desempeñar realmente un papel en la prevención de enfermedades metabólicas.
A día de hoy, no hay base suficiente para recomendar el uso prolongado de ibuprofeno con este fin, ya que, además, su consumo crónico puede acarrear efectos secundarios como úlceras gástricas o problemas renales. Como señalan los investigadores: “No se trata solo de curar, sino de entender cómo intervenimos en los procesos básicos del cuerpo humano desde algo tan cotidiano como un analgésico”.















