El cometa interestelar 3I/ATLAS se ha convertido en el centro de atención de la comunidad astronómica. Tercero en ser detectado procedente de fuera del sistema solar, este visitante interestelar ha despertado el interés tanto de la NASA como de la Agencia Espacial Europea (ESA), que vigilan cada uno de sus movimientos con detalle.
Su clasificación como 'interestelar' se debe a la forma hiperbólica de su órbita, un patrón que lo distingue de los asteroides tradicionales. Pero lo que más ha intrigado a los científicos es su comportamiento: "significativamente diferente" al de cualquier otro cuerpo celeste conocido, según los expertos. Por eso, la ESA mantiene un seguimiento constante mientras continúa su viaje por el sistema solar.
El cometa 3I/ATLAS rompe las reglas del cosmos: un misterioso viajero interestelar con un comportamiento que desconcierta a los astrónomos
El monitoreo no se limita a observatorios terrestres. Telescopios espaciales de última generación, como el James Webb o el Hubble, también han apuntado sus lentes hacia 3I/ATLAS, registrando no solo su trayectoria sino también la impresionante velocidad a la que se desplaza: aproximadamente 219.000 km/h. A pesar de su carácter inusual, los cálculos de la NASA confirman que no representa ninguna amenaza para la Tierra. El punto más cercano de su recorrido será unos 270 millones de kilómetros, según datos de la ESA.
Este octubre, el cometa también pasará cerca de Marte, donde las sondas Mars Express y ExoMars Trace Gas Orbiter estudiarán su tránsito. La misión de estas observaciones es recopilar información crítica sobre su composición química y actividad, datos que podrían arrojar luz sobre la naturaleza de estos viajeros interestelares. Hasta ahora, se sabe que su núcleo contiene una proporción aproximada de dióxido de carbono y agua de 8 a 1, lo que sugiere que podría ser especialmente rico en CO₂.
3I/ATLAS se une así a un reducido grupo de visitantes de fuera del sistema solar. Entre ellos destacan Oumuamua, avistado en 2017 y aún envuelto en misterio y 2I/Borisov, identificado en 2019 como un cometa interestelar. Cada uno de estos cuerpos ofrece una ventana única para estudiar cómo se forman y evolucionan los objetos más allá de nuestro vecindario cósmico.















