El regreso de Bridget Jones en Bridget Jones: Loca por él no solo es una nueva entrega de la emblemática saga, sino un reflejo nostálgico y a la vez renovador del personaje que conquistó al mundo hace más de dos décadas. Desde su primera aparición en 2001, Bridget encarnó las inseguridades y tropiezos de toda una generación, un faro cómico y emocional en un mundo caótico. Ahora, en esta cuarta entrega, encontramos a una Bridget distinta, golpeada por la vida, pero todavía capaz de inspirar. Basada en el libro homónimo de Helen Fielding, esta nueva película combina las características clásicas de la saga con un tono más melancólico y maduro, anclado en las pérdidas recientes de su protagonista.
La película abre con un golpe seco y demoledor: Mark Darcy, su gran amor y esposo, ha muerto en una misión humanitaria, dejando a Bridget viuda y con dos hijos pequeños. La pérdida no es solo un recurso argumental, sino el catalizador de una nueva etapa en la vida de la protagonista, una reconstrucción forzada que, paradójicamente, la devuelve a la esencia de sus primeras andanzas: aprender a vivir, a pesar de todo. La escena en la que su padre le recuerda que no basta con sobrevivir, sino que hay que vivir, establece el tono emocional de la película, dotándola de una profundidad inusual para una comedia romántica. No es solo una historia de amor, sino una exploración sobre la resiliencia y la capacidad de reinventarse después del duelo.
Encontrar el amor atravesando el valle de la muerte
A pesar del tono más oscuro que impregna la trama, Bridget Jones: Loca por él no abandona el humor ni las situaciones absurdas que la han definido desde el principio. La presencia del siempre encantador Daniel Cleaver, interpretado por Hugh Grant, añade una dosis necesaria de irreverencia. Su transformación en una especie de "tío desastroso" resulta hilarante y conmovedora a partes iguales, funcionando como un pilar de apoyo inesperado para la protagonista. Su papel no solo sirve para mantener el espíritu original de la franquicia, sino también para aportar ligereza a los momentos más pesados de la historia, recordándonos que incluso en las tragedias más profundas, hay espacio para el humor.

La dirección de Michael Morris aporta un toque televisivo y relajado, alejándose de la narrativa convencional de las comedias románticas para ofrecer un ritmo más episódico, casi como si estuviéramos viendo fragmentos de la vida de Bridget. Esto podría haber resultado desestructurado en otras manos, pero este director consigue equilibrar las emociones y las risas con fluidez. La banda sonora, como siempre, juega un papel crucial, cargada de temas que añaden un peso emocional adicional a las escenas clave. Desde las calles de Londres hasta las fiestas navideñas, el ambiente británico está presente en cada fotograma, envolviendo al espectador en una atmósfera cálida y familiar.
Renée Zellweger nació para el papel
Por supuesto, no se puede hablar de Bridget Jones sin mencionar la interpretación de Renée Zellweger, que una vez más se sumerge en el papel con una naturalidad y carisma únicos. A diferencia de las entregas anteriores, esta Bridget es más contenida y reflexiva, marcada por la pérdida, pero sin perder su esencia. Su evolución como personaje es notable: ha dejado atrás sus obsesiones con el peso y las calorías, y aunque sigue siendo torpe y divertida, ahora proyecta una madurez que añade nuevas capas de complejidad. Zellweger no solo carga con el peso emocional de la película, sino que lo hace con una autenticidad que convierte a Bridget en alguien más real y cercano que nunca.
Un amor con demasiada diferencia de edad
Otro de los grandes aciertos de la película es la incorporación de nuevos personajes como Roxster (Leo Woodall), el joven amante que simboliza la posibilidad de nuevos comienzos, y el profesor Walliker (Chiwetel Ejiofor). Aunque el nuevo interés amoroso no buscan reemplazar a Mark Darcy, sí cumplen la función de recordarnos que la vida continúa, incluso cuando parece imposible seguir adelante.
En definitiva, Bridget Jones: Loca por él es un emotivo viaje entre el pasado y el presente, una oda a la resiliencia y a la capacidad de encontrar belleza en el caos. Aunque no es una comedia romántica al uso, mantiene intacta la esencia de la saga: la celebración de las imperfecciones humanas. Con un final que cierra de manera elegante y esperanzadora la historia de Bridget, esta entrega deja la puerta entreabierta para nuevas aventuras, pero también nos invita a apreciar el camino recorrido. Una película para reír, llorar y, sobre todo, recordar que la vida sigue, siempre.