En noviembre de 2012, Corea del Norte hizo un anuncio que desconcertó al mundo: aseguraba haber localizado la madriguera de un unicornio. La afirmación, lanzada desde el Instituto de Historia de la Academia de Ciencias Sociales y recogida por la agencia oficial KCNA, fue interpretada en medios occidentales como otro episodio surrealista del aparato propagandístico norcoreano. Pero, más allá de los titulares burlones, lo que realmente se encontró —y cómo se interpretó— tiene una explicación cultural mucho más profunda.
No era un unicornio. Era un kirin
La supuesta guarida de unicornios está situada en una cueva cercana a Pyongyang, y en realidad es un sitio arqueológico conocido desde hace siglos. Se remonta a la dinastía Koryo (918–1392) y está marcada con una inscripción que, traducida con precisión, aludiría a una “gruta del kirin”. Este ser mitológico asiático no tiene nada que ver con el unicornio europeo de cuerpo blanco, crin plateada y cuerno único. El kirin (o qilin en chino) es una criatura híbrida: cuerpo de ciervo, escamas de pez, cola de buey, y —en versiones más antiguas— dos astas. En algunas representaciones, incluso camina sobre nubes.
Mientras que en Occidente los unicornios medievales se convirtieron en símbolo de pureza y castidad, el kirin oriental está ligado al advenimiento de sabios, monarcas justos o eras de paz. Según las crónicas de la corte china, la aparición de un kirin precedía el nacimiento de figuras excepcionales como Confucio. En la versión norcoreana, su conexión era directa con el fundador del antiguo reino de Koguryo, el rey Tongmyong.
De giraffes, kirines y confusiones semánticas
La confusión tiene raíces lingüísticas, culturales y hasta zoológicas. Durante el siglo XV, embajadores chinos que regresaban de África describieron a las jirafas como “kirines vivientes”. Su cuello largo, porte majestuoso y comportamiento tranquilo se ajustaban a los textos clásicos. Así, una criatura real quedó asociada a un mito milenario.
Cuando Corea del Norte comunicó el hallazgo de la “gruta del kirin”, la traducción literal al inglés como “unicorn lair” (madriguera de unicornio) no solo fue inexacta, sino explosiva. La interpretación occidental, influida por la iconografía de cuentos de hadas y películas infantiles, convirtió un vestigio arqueológico en una excusa para la sátira.
Un mito instrumentalizado, pero no inventado
Aunque el régimen de Kim Jong-un se ha valido de este tipo de simbolismo para reforzar la narrativa de legitimidad histórica y continuidad dinástica, la existencia del sitio y su inscripción no es falsa. La cueva forma parte de un entorno con valor cultural real, vinculado al legado del reino de Koguryo y a la capital mítica de este antiguo estado.
Lo que hizo el gobierno fue aprovechar el hallazgo para afianzar el vínculo entre la antigua realeza coreana y la actual élite política. En ese sentido, la "madriguera del unicornio" no era una simple excentricidad, sino un elemento dentro de un discurso más amplio: la construcción de una historia nacional heroica y milenaria.















