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Científicos logran 'cazar' desde el espacio las olas más gigantes detectadas en mitad de una tormenta del Atlántico

Las tormentas extremas las olas largas “roban” energía a olas cortas y empinadas vía interacciones no lineales de cuatro ondas; y proponen corregir la cola de los espectros de oleaje que usan modelos y normas de ingeniería.
Científicos logran 'cazar' desde el espacio las olas más gigantes detectadas en mitad de una tormenta del Atlántico
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Actualizado: 16:00 19/10/2025
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La ciencia acaba de ponerle número—y mapa en 2D—a un tipo de violencia oceánica que casi siempre intuíamos por sus daños en costa: durante la borrasca Eddie (21 de diciembre de 2024–6 de enero de 2025), los satélites han medido olas de mar abierto de casi 20 metros de altura significativa (Hs), el récord desde el espacio.

El hallazgo no lo firma una nota de prensa aislada, sino un artículo en PNAS que explota por primera vez la capacidad de SWOT (Surface Water and Ocean Topography) para “ver” el oleaje en campos bidimensionales, y un paquete de divulgación técnica de ESA que subraya la consecuencia práctica: los trenes de mar (swells) actúan como “mensajeros” de las tormentas, transportando su energía a miles de kilómetros, aunque nunca toquen tierra. Importante precisión para el lector: aquí hablamos de oleaje generado por viento, no de mareas (forzadas por la atracción gravitatoria de la Luna y el Sol). Son fenómenos distintos; el titular puede confundir.

La novedad instrumental es de fondo. A diferencia de los altímetros “nadir” clásicos (que dan una “línea” de datos bajo el satélite), SWOT mapea en anchura la altura del mar y recupera altura significativa de ola a resoluciones kilómetricas gracias a su interferómetro en banda Ka (KaRIn). Eso permite reconstruir el campo de oleaje y seguir, casi como en una tomografía, cómo nacen las ondas en el núcleo de la tormenta y cómo la longitud de onda aumenta y la altura decrece según el tren de mar se propaga. El propio paper de PNAS lo dice con claridad: SWOT resuelve swells de >500 m de longitud y entrega mapas a ~250 m de rejilla; esa densidad de información, inimaginable con altimetría de una sola huella, inaugura una “era 2D” para la física de olas.

SWOT y la nueva cartografía del oleaje

El “caso Eddie” es una clase magistral de teleconexión oceánica. SWOT cartografió el oleaje en el Pacífico Norte y, después, el swell que viajó ~24.000 km —por el Pasaje de Drake— hasta el Atlántico tropical en apenas 15 días. En el pico de la tormenta, los altímetros y el nuevo swath vieron Hs ≈ 19,7 ± 0,3 m y periodos de pico ~20 s, magnitudes que distintos resúmenes periodísticos comparan con la altura del Arco del Triunfo para dar escala. No se trata de “la ola más grande jamás vista” (las boyas han registrado crestas aisladas superiores), sino del mayor oleaje de mar abierto medido desde satélite y, sobre todo, del primer seguimiento continuo de su propagación cuasiballística a través de cuencas.

La ciencia fina del estudio va más allá del récord: los autores, liderados por Fabrice Ardhuin, documentan que en las tormentas extremas las olas largas “roban” energía a olas cortas y empinadas vía interacciones no lineales de cuatro ondas; y proponen corregir la cola de los espectros de oleaje que usan modelos y normas de ingeniería (JONSWAP y familia). Su parámetro actualizado reduce hasta ×20 la energía estimada a 1,2–1,4 veces el periodo de pico respecto a las formas canónicas, y ofrece una relación práctica para inferir el periodo de la tormenta a partir del swell. Traducido: mejores espectros significan mejores cargas de diseño para puertos, plataformas y convertidores de energía undimotriz, y mejor pronóstico de rebase e inundación en costa.

De récords a ingeniería costera

En clave de riesgo, los comunicados de ESA y coberturas técnicas adyacentes insisten en el mensaje incómodo: aunque la baja presión nunca toque tierra, su swell puede golpear costas remotas con energía destructiva; y eventos de esta escala parecen raros (≈ decenales), lo que dificulta extraer tendencias robustas frente al cambio climático. La lección operativa, sin embargo, es inmediata: integrar SWOT con altímetros nadir y boyas en productos L3 (ya en marcha) y con modelos (p. ej., WW3) para activar avisos costeros basados en la energía real que viaja en los trenes de mar, no en aproximaciones conservadoras o, al revés, complacientes.

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De aquí en adelante, el salto será industrial y metodológico. Con SWOT avanzando en su fase científica y una comunidad que ya explora calibraciones y fusión multimisión para sacar ruido instrumental y exprimir la señal, la climatología de olas y los sistemas de alerta costera ganan una herramienta que rellena el hueco entre el modelo y la boya. Y conviene repetirlo para cerrar el arco: lo medido ahora son olas de viento; las mareas son otro compás del océano. Si el titular hablaba de “poder de las mareas”, el paper deja claro el verdadero protagonista: el poder del oleaje y su capacidad de contar la historia de una tormenta a través de todo un océano.

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