Un trabajo reciente liderado por UCL, que recoge The Conversation, compila 42 entrevistas en profundidad a desertores norcoreanos (2021–2022) y describe un entramado de caza y comercio de fauna silvestre que afecta “prácticamente a todos los mamíferos nativos >500 g”, con fines de consumo y de venta transfronteriza, sobre todo hacia China. Es, hasta la fecha, la radiografía más completa de este fenómeno en un país donde la investigación de campo es casi imposible. El artículo se publica en Biological Conservation y subraya que la RPDC no es Parte de CITES, lo que debilita la trazabilidad y el control internacional.
El estudio se apoya en metodología de conocimiento ecológico local aplicada a una población difícil de muestrear; los participantes —mayores de edad y que abandonaron el país entre 1950 y 2020— fueron reclutados en Corea del Sur y Reino Unido, con aprobación ética de UCL. Los autores advierten de las limitaciones inherentes (sesgos de recuerdo, acceso desigual a regiones), pero el patrón que emerge es consistente con otras señales independientes y con la historia reciente de colapso económico y hambruna en los 90, que reconfiguró la relación entre población y fauna silvestre.
Metodología y contexto histórico
¿Quién caza y qué se caza? Además de cazadores profesionales, los testimonios apuntan a soldados y actores vinculados al mercado negro. Dado el control de armas, proliferan redes de trampas y lazos que capturan de forma indiscriminada. Entre los objetivos aparecen tigre siberiano y leopardo de Amur, pero también ciervos (carne y astas), jabalíes (carne), oso asiático negro (carne, bilis, patas y piel), nutria y zorro rojo (pieles), mapache (carne y tráfico), o tejón asiático (aceite “medicinal”). El resultado es un declive simultáneo de múltiples especies y una presión continua sobre las que comparten metapoblaciones con China y Rusia.
Las rutas comerciales descritas por los desertores incluyen ventas locales y salidas hacia China (y, en menor medida, Rusia). Hay corroboraciones externas: Aduanas chinas reportaron en 2019 la incautación de 107 botellas de “vino de hueso de tigre” a turistas que regresaban desde Corea del Norte; investigaciones periodísticas posteriores documentaron más incautaciones y el mercado online en torno a estos productos. Aunque algunos lotes puedan proceder de tigres cautivos y no de ejemplares salvajes, el comercio fomenta la demanda y dificulta la conservación de grandes félidos.
Especies objetivo y rutas de salida
El Estado aparece en el estudio tanto como regulador formal como beneficiario: se mencionan tributos de pieles y otros productos, y instalaciones estatales (granjas o zoológicos) que funcionarían como fuentes de suministro bajo una fachada legal. La no adhesión de la RPDC a CITES crea un vacío que contrasta con los corredores biológicos que sus vecinos intentan consolidar (por ejemplo, en la cuenca baja del río Tumen, clave para leopardo y tigre de Amur). La desconexión institucional en un país afecta, así, a la recuperación regional de especies.
El balance científico es claro: existe un riesgo real de defaunación en Corea del Norte si continúan la caza y el comercio descritos. Las recomendaciones pasan por reducir demanda en países importadores, reforzar controles en frontera, monitorizar poblaciones transfronterizas y presionar para la adhesión a CITES o, en su defecto, para acuerdos bilaterales que cierren vías de salida.
