Emprender nunca ha sido sencillo, y menos aún en España. Mientras algunos jóvenes tratan de abrirse camino con ingenio, creatividad y dominio de las nuevas tecnologías, la realidad sigue siendo dura: pocos logran transformar una idea en una oportunidad real. Pero cuando se mira más allá de nuestras fronteras, el panorama cambia, y mucho más si el destino está en otro continente.
Ese es el caso de Adrián Díaz, un empresario español que lleva una década viviendo en China. En una entrevista concedida al canal Con P de Podcast, Díaz compartió su visión sobre las enormes diferencias entre la economía española y la asiática, además de una reflexión que golpea con fuerza: la falta de horizontes para la juventud española.
Adrián Díaz, emprendedor español: “Los jóvenes huyen porque España no ofrece futuro mientras China crece sin freno”
Díaz viajó hace unos diez años al gigante oriental para abrirse paso en el mundo de los negocios. Hoy dirige su propia empresa y observa con cierta distancia -y preocupación- lo que ocurre en su país natal. "Salgo a la calle en España y me deprimo. Estoy quince días y me quiero volver, porque las conversaciones con mis amigos son las mismas que hace veinte años", confiesa.
El emprendedor denuncia una crisis de ambición y de oportunidades que, según él, está lastrando a toda una generación. En España, dice, los jóvenes se enfrentan cada día a un mercado laboral precario, con sueldos bajos y un precio de la vivienda que roza lo inalcanzable. "Si tienes que dedicar más de la mitad de tu sueldo a pagar una hipoteca o un alquiler, es imposible que te arriesgues a montar un negocio", lamenta, en la misma línea que el empresario José Elías.
Mientras tanto, en China la dinámica es muy distinta. Aunque existen problemas en el sector inmobiliario, Díaz subraya que el contexto económico sigue siendo mucho más favorable: "No sé si en China va a estallar la crisis inmobiliaria mañana, pero sé que la economía sigue creciendo un 4% anual".
El empresario apunta también a una diferencia estructural: el papel del Estado. "En China, la construcción ha sido durante años el motor económico, impulsada por grandes proyectos de urbanización y un control firme del sistema financiero. En España, en cambio, la burbuja de 2008 dejó cicatrices profundas. Generaciones enteras quedaron marcadas por la imposibilidad de acceder a una vivienda digna y una economía que tardó años en levantarse", indica.
Su diagnóstico final, que demuestra el cambio de realidad social en el que ha vivido, es tajante: "En España no solo faltan casas asequibles, sino confianza. Hay miedo a invertir, a emprender, a arriesgar". Y ese miedo, advierte, es el mayor freno.
