La obra de Stephen King siempre ha encontrado una segunda vida en las pantallas, pero en 2015, Misery, su novela de 1987, saltó a un escenario distinto: Broadway. Adaptada inicialmente por Simon Moore en los años 90 para el West End de Londres, esta angustiosa historia de un escritor secuestrado por su fanática número uno se presentó en el Broadhurst Theatre, protagonizada por Bruce Willis como Paul Sheldon y Laurie Metcalf como la infame Annie Wilkes. Aunque la obra prometía un espectáculo de alto calibre, terminó siendo una rareza fugaz con solo 102 funciones y aunque sea imposible de encontrar, los fans del actor están deseoso de que alguna distribuidora quiera reunir esta obra en DVD para homenajear la incursión del actor en Broadway.
Una interpretación marcada por el desconcierto
Willis, conocido por su presencia imponente en el cine, debutó en Broadway con esta obra. Sin embargo, la crítica no fue amable. El desempeño de Willis fue tachado de “vacío” y “desganado”, según reseñas de The New York Times y Variety. En retrospectiva, la apatía percibida en su actuación puede haber estado influenciada por los primeros síntomas de afasia que más tarde lo obligarían a retirarse de la actuación. Laurie Metcalf, por su parte, brilló como Annie Wilkes, aportando la intensidad aterradora que el personaje requería.
Un éxito discreto en taquilla
A pesar de contar con actores de renombre, la adaptación teatral de Misery apenas generó 12 millones de dólares, una cifra modesta para un espectáculo de Broadway protagonizado por una estrella como Willis. Aunque la obra despertó curiosidad inicial, el interés se desvaneció rápidamente, y su cierre pasó sin demasiada fanfarria. Más tarde, la obra encontró vida en revivals internacionales, especialmente en Finlandia, donde volvió a los escenarios en 2019 y 2022, con planes para una nueva producción en 2025.
La naturaleza claustrofóbica de la historia, con gran parte de la trama desarrollándose en una cabaña aislada, la hace perfecta para el teatro. Sin embargo, la transición de una obra literaria tan intensa a un medio en vivo plantea desafíos. Mientras que la adaptación cinematográfica de 1990, dirigida por Rob Reiner, sigue siendo un referente con Kathy Bates ganando un Óscar por su interpretación, la obra teatral lucha por capturar la misma atmósfera de tensión sostenida.