En medio del vibrante bullicio de Magaluf, en Mallorca, un destino turístico predilecto por su clima soleado y sus animadas noches, se percibe un cambio que ha empezado a dejar un sabor amargo tanto en locales como en visitantes: el incremento significativo en los precios de consumibles básicos, especialmente las bebidas alcohólicas. Algo que ya experimentaron otras localidades españolas como Madrid o Barcelona. Este fenómeno, reflejado en un reciente estudio por Kantar Wordpanel, destaca un alza de hasta el 47% en artículos cotidianos, pero es el coste del ocio lo que más resuena en las calles de este enclave turístico. El aumento no se limita a la comida y productos básicos, sino que se extiende a aspectos fundamentales del entretenimiento, impactando directamente en la experiencia de los turistas y en la economía local.
En especial, los turistas británicos, quienes han sido visitantes leales de Magaluf durante décadas, están expresando su descontento de manera más vocal. El periódico británico The Mirror recoge testimonios de turistas que se sienten sorprendidos y frustrados con los precios que han encontrado post-pandemia. "No volveremos. Es la última vez que pagamos 10 euros por un gin-tonic y 12 euros por un vino blanco grande", comentaba una pareja decepcionada de que sus sueldos y pensiones no den para tanto como ocurría antes.
Culpan a la cotización de la seguridad social de sus trabajadores
Este sentimiento de insatisfacción es compartido por residentes y empresarios locales, quienes también se ven afectados por la subida de los costes, de hecho en mayor medida ya que su poder adquisitivo es menor. La gerente de un bar en la zona explicó al tabloide británico que el aumento de precios no es arbitrario, sino una respuesta a los crecientes costes operativos, incluyendo los barriles de cerveza que han duplicado su precio, y las cotizaciones a la Seguridad Social que representan una carga significativa para los propietarios de negocios, tal y como confiesa Cathy Sinclair, propietaria de un bar y restaurante escocés de la zona. "El coste de vida aquí ha aumentado mucho", señala, subrayando la dificultad de mantener la tradicional hospitalidad del lugar ante tales circunstancias económicas.
En España, los empleadores pagan las cotizaciones al Seguro Nacional del personal, lo que le cuesta a Cathy unos 700 euros al año para un trabajador a tiempo completo. Ella dijo: "Ese es un gasto grande y los turistas no entienden que tenemos eso". añadió. Los clientes, al enfrentarse a precios más elevados, optan por consumir menos, alterando la dinámica económica de locales que dependían del volumen de ventas para prosperar. Esta situación se agrava aún más con la necesidad de cumplir con obligaciones fiscales y laborales que han incrementado, según se quejan los británicos que mantienen negocios en Magaluf, poniendo en riesgo la viabilidad de muchos establecimientos de la región.
España deja de ser un paraíso barato para los turistas
Este escenario es un reflejo de una tendencia más amplia que se observa en varios destinos turísticos populares de España, donde la inflación y el aumento de los costes operativos están redefiniendo la experiencia turística. A medida que los precios continúan escalando, tanto turistas como locales deben adaptarse a una nueva realidad económica que podría reconfigurar el futuro del turismo en la región. Lo que antes era un paraíso accesible para muchos, ahora podría convertirse en un lujo que pocos pueden permitirse, partiendo de que ya era un lujo para muchos locales, desafiando la imagen de Magaluf y posiblemente de toda España como un destino de vacaciones ideal, según destaca The Mirror.