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Astrónomos detectan 'cerca' de la Tierra un agujero negro gigante dormido que es 33 veces más grande que el Sol

Gaia BH3 se ha convertido oficialmente en el segundo agujero negro más cercano a la Tierra.
Astrónomos detectan 'cerca' de la Tierra un agujero negro gigante dormido que es 33 veces más grande que el Sol
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Astrónomos han realizado un descubrimiento notable en nuestra galaxia: el agujero negro estelar más masivo conocido hasta la fecha en la Vía Láctea, designado como Gaia BH3. Este gigante cósmico, con una masa que asciende a 33 veces la de nuestro Sol, se encuentra a 1.926 años luz de distancia en la constelación de Aquila, convirtiéndolo en el segundo agujero negro más cercano a la Tierra.

Este hallazgo fue posible gracias a las observaciones del telescopio espacial Gaia de la Agencia Espacial Europea (ESA), que detectó un inusual "bamboleo" en el espacio provocado por la influencia gravitatoria de Gaia BH3 sobre una estrella compañera cercana. Durante mucho tiempo, los agujeros negros "dormidos" han sido especialmente difíciles de detectar debido a su falta de interacción con materia cercana que podría emitir luz o rayos X detectables. Sin embargo, Gaia BH3 representa un caso raro donde la masa del agujero negro y su interacción con una estrella compañera permitieron su identificación a través de métodos indirectos, como la perturbación gravitatoria que induce en su órbita.

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¿No es Sagitario A* más grande?

Los agujeros negros se clasifican generalmente en tres categorías según su origen y masa: estelares, supermasivos y primordiales. Los agujeros negros estelares, como Gaia BH3, se forman a partir del colapso gravitacional de estrellas masivas al final de sus ciclos de vida. Estos agujeros negros tienen masas que varían desde unas pocas hasta decenas de veces la masa del Sol. Aunque Gaia BH3 es excepcionalmente masivo para su clase, con una masa de 33 veces la del Sol, sigue siendo pequeño en comparación con los agujeros negros supermasivos, que pueden alcanzar masas de millones a miles de millones de veces la masa del Sol.

En contraste, Sagitario A*, el agujero negro en el centro de la Vía Láctea, es un ejemplo de un agujero negro supermasivo. Estos gigantes cósmicos residen típicamente en los centros de las galaxias y juegan un papel crucial en la dinámica y evolución galáctica. A diferencia de Gaia BH3, que solo puede atraer material estelar cercano, Sagitario A* tiene una influencia gravitacional mucho más extensa y un impacto significativo en su entorno galáctico. Estas diferencias destacan la diversidad en las propiedades y los efectos de los agujeros negros dependiendo de su masa y ubicación dentro de sus respectivas galaxias.

En cuanto a los agujeros negros primordiales, son hipotéticos tipos de agujeros negros que se cree fueron formados en el universo temprano, poco después del Big Bang. A diferencia de los agujeros negros estelares, que se originan por el colapso gravitacional de estrellas masivas, o los supermasivos, que se encuentran en los centros de las galaxias y cuyo origen aún se estudia, los agujeros negros primordiales podrían haberse formado directamente a partir de fluctuaciones de alta densidad en los primeros momentos del universo.

La teoría propone que, durante los primeros instantes después del Big Bang, algunas regiones del espacio podrían haber tenido una densidad lo suficientemente alta como para colapsar bajo su propia gravedad, formando estos agujeros negros. Estos no necesariamente provienen del colapso de estrellas, sino más bien de la materia original densa del universo temprano. Hasta la fecha, los agujeros negros primordiales no han sido observados de manera directa, pero algunos científicos creen que podrían constituir parte de la materia oscura, esa componente misteriosa del universo cuya naturaleza exacta aún no ha sido determinada.

Su origen y la composición de la estrella que fue en su vida anterior

El descubrimiento ha sido confirmado utilizando el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO) en el desierto de Atacama, Chile, entre otros observatorios terrestres. La investigación proporciona nuevas claves sobre cómo se forman los agujeros negros de gran masa, desafiando las teorías previas y ampliando nuestro entendimiento de los procesos estelares. Este tipo de agujeros negros se forma generalmente cuando estrellas masivas, pobres en metales, colapsan al final de su ciclo de vida, conservando una cantidad significativa de su masa original.

El estudio también reveló que la estrella que acompaña a Gaia BH3 es pobre en metales, lo que sugiere que la estrella que colapsó para formar el agujero negro tenía una composición similar. Esta correlación es crucial para los astrofísicos que buscan comprender mejor las condiciones bajo las cuales se forman los agujeros negros más masivos. Además, este hallazgo podría cambiar la forma en que los científicos buscan otros agujeros negros estelares en nuestra galaxia, facilitando futuras investigaciones sobre estos fascinantes objetos.

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