En un escenario en el que la humanidad y la artificialidad se desdibuja hasta casi desaparecer, Blade Runner 2049 emerge como una obra monumental que expande y enriquece el legado de su predecesora de 1982. Dirigida magistralmente por Denis Villeneuve, pese a que el cineasta aún no sabe por qué acabó accediendo a hacerla, esta secuela no solo honra el espíritu original de Ridley Scott, sino que también teje una narrativa intrigante y visualmente deslumbrante que se aferra a la esencia filosófica del género. Es una cinta apabullante, abrumadora en términos estéticos y sonoros, capaz de atrapar al espectador en una presentación única en el género que honra a la original pero se permite el lujo de tener personalidad propia. ¿Os hemos dicho que está en Netflix? Os contamos las razones por las que tenéis que verla.
Blade Runner 2049 es una joya de la ciencia ficción cuyo legado aumenta a cada día que pasa y encima está disponible en Netflix España
Blade Runner 2049 nos cuenta una historia que sucede muchos años después de la primera película. Nos lleva a una Tierra agonizante, azotada por tormentas y el cambio climático, en el que la humanidad intenta sobrevivir mirando a las estrellas y creando androides semejantes.
Tras la rebelión de los replicantes creados por bioingeniería para ser utilizados como mano de obra esclava en las colonias exteriores, y la prohibición a Tyrell Corporation de seguir con su fabricación, el empresario Niander Wallace (Jared Leto) adquirió lo que quedaba de Tyrell Corp. y creó una nueva línea de replicantes mucho más obedientes. Ahora, en el año 2049, los viejos modelos Nexus 8 que continúan con vida están siendo retirados. Los que les persiguen aún reciben el nombre de Blade Runner.
Es una cinta atípica que no tuvo suerte en la taquilla, justo como ocurrió con Blade Runner. De hecho, en términos de taquilla, Blade Runner 2049 fue un fenómeno fascinante. Tras una campaña de publicidad abrumadora, la presencia de grandes estrellas y un hype sin precedentes, sí, la cinta recibió el respaldo de la crítica, que la aplaudió casi de forma universal, pero su éxito comercial fue más modesto de lo esperado. La producción no cubrió las expectativas de Warner, que se encontró con una producción muy cara que, si bien sí cubrió costes y dio algunos beneficios, quedó muy por detrás de lo esperado. En cualquier caso, este hecho no debe eclipsar su grandeza cinematográfica ni subestimar su impacto duradero en el ámbito cultural y artístico. Pues Blade Runner 2049 sigue perdurando en el imaginario colectivo.
La película, con su impresionante elenco encabezado por Ryan Gosling, Ana de Armas y Harrison Ford, sumado a la impecable dirección de Villeneuve, es un testimonio del poder del cine como medio de expresión artística. En un momento en el que Villeneuve es aplaudido por adaptar la inadaptable Dune en la gran pantalla, la secuela de la obra maestra de Scott es cada vez más reivindicable. Los citados Gosling y Ford ofrecen interpretaciones magistrales que encapsulan la complejidad de sus respectivos personajes, dos notas discordantes de un mundo extraño, lleno de reglas que los limitan y encorsetan dentro de una realidad deprimente y decapante.
Gosling aporta una intensa calma a su papel como el agente K, mientras que Ford retoma su icónico papel como Rick Deckard, presentándole además una profundidad emocional que revela las cicatrices del tiempo y el peso de las decisiones pasadas. Es una dupla poderosa, que permite conectar lo viejo y lo nuevo, algo vital dentro del ADN de la trama y del propio planteamiento de la trama. No obstante, el filme profundiza en los temas existenciales planteados por su predecesora, explorando aún más la naturaleza de la identidad y la humanidad en un mundo donde la línea entre lo real y lo artificial es cada vez más borrosa. Las comparaciones son odiosas, sí, y de hecho incomodan a su propio director, pero es evidente que Villeneuve ha logrado capturar la esencia única del universo creado por Ridley Scott mientras infunde la película con su propia visión distintiva.
Ambas cintas comparten temas y motivos similares, pero cada una destaca por sí misma. El realizador canadiense, autor de La Llegada, demostró con esta cinta una vez más su habilidad para crear obras de arte cinematográficas que trascienden las expectativas y desafían las convenciones narrativas, estableciéndose firmemente como uno de los directores más talentosos e influyentes de la actualidad. Todo esto que os decimos no sería nada sin el trabajo de Roger Deakins, el genio detrás de la cámara, un director de fotografía galardonado y renombrado que fue capaz de crear un mundo visualmente impresionante, donde la luz y la sombra se entrelazaban para pintar un paisaje futurista melancólico y ominoso, muy distinto al de otras producciones. Cada fotograma es una obra maestra por derecho propio, con una paleta de colores que evoca tanto la belleza como la decadencia de un mundo al borde del abismo y en el que la humanidad se mueve como pequeñas hormigas por gigantescos monumentos tecnológicos. La escala de Blade Runner 2049, a riesgo de repetirnos, es apabullante.
Una película que aborda uno de los temas más controvertidos de la ciencia ficción: ¿qué nos hace humanos?
El concepto de humanos artificiales que se creen personas es uno de los pilares fundamentales del universo de Blade Runner, el eje sobre el que se articulan las tramas de las películas y series que están por venir. En este mundo distópico, los replicantes son criaturas diseñadas por y para servir a la humanidad, pero que anhelan la libertad y la autonomía. A medida que la tecnología avanza, surge la pregunta inevitable: ¿qué define verdaderamente a un ser humano? ¿Es la capacidad de sentir emociones, de formar conexiones significativas, o es simplemente una cuestión de origen biológico? Blade Runner 2049 aborda estas preguntas con profundidad y sutileza, desafiando al espectador a contemplar la naturaleza de la humanidad desde una perspectiva nueva y provocativa.
No hay dudas. Es una obra maestra del cine ciberpunk que merece ser celebrada y analizada en profundidad. Apoyada por un gran apartado audiovisual, una buena elección de actores y actrices y una fotografía de las que hacen época, Villeneuve creó una experiencia cinematográfica que llegó a desafiar las expectativas y supo enriquecer el legado de una de las sagas más influyentes en la historia del cine. Y no es poco. No lo dudéis. Podéis verla aquí.
