Probablemente todos hayáis oído hablar de Chucky, conocido en España como el muñeco diabólico - y si no, podéis echar un vistazo al tráiler de su nueva serie - y que protagoniza una saga de terror creada por Don Mancini. Sin embargo, los orígenes de este horripilante personaje se encuentran en nuestra misma realidad. Hoy, aprovechando que nos encontramos con Halloween a la vuelta de la esquina, conoceremos la historia de Robert el muñeco: propiedad del artista y escritor de Key West, Robert Eugene Otto, se dice que hay que pedirle permiso para echarle una foto... o de lo contrario nos caerá una maldición encima.
Robert, el verdadero muñeco diabólico
Para conocer esta historia tenemos que remontarnos al siglo XIX. La familia de Robert Eugene Otto, que contaba con una gran posición económica, se mudan a Key West: hablamos de una ciudad que forma parte del archipiélago de los Cayos de Florida... y donde terminarían viviendo todo tipo de eventos extraños. Todo comenzó con el pésimo trato que esta familia daba a sus sirvientes. Una actitud que pronto les saldría muy cara.
Una de las sirvientas, que provenía de Haití, se encargaba de cuidar a Robert. Fue ella la que, según se cuenta en las leyendas, desencadenó los primeros sucesos paranormales. La señora Otto encontró a esta sirvienta practicando una ceremonia que, rápidamente, relacionó con la magia vudú. Por supuesto, no tardó en despedirla... pero la mujer de origen haitiano tenía un regalo para los Otto: un muñeco con apariencia de niño y que, de hecho, cuenta con cabello humano que se dice que provenía del propio Robert.
Si bien Robert recibió el muñeco con alegría y trabó una gran amistad con él... lo cierto es que las cosas no tardaron en torcerse, como en toda buena historia de terror que se precia. Por ejemplo, Robert empezó a decir que prefería ser llamado "Gene", ya que "Robert" era como se llamaba su muñeco. ¿Y lo más escalofriante? Si bien es habitual que los niños acostumbren a hablar con sus juguetes... lo que no es muy normal es que haya una voz diferente que les responda, cuando se supone que está jugando solos. ¿Tenéis ya el vello de punta? ¿Sí? ¿No? Bueno, sigamos.
Los vecinos también llegaron a ser testigos de esta extraña situación: cuando los Otto salían de la mansión en la que vivían, hubo quien llegó a afirmar que podían ver al muñeco asomándose por una de las ventanas. De hecho, el propio Robert empezó a decirle a sus padres que el muñeco podía moverse. De hecho, comenzaron a ocurrir fenómenos dignos de poltergeist: los muebles de la habitación aparecían volcados, con el muñeco Robert sentado en medio del caos.
¿El final de Robert?
Los padres de Robert, conscientes de que la situación estaba empezando a irse de las manos, decidieron tomar en cuenta las palabras de su hijo: encerraron al muñeco en una caja, que después dejaron abandonada en el ático de la vivienda. Ahí permaneció durante muchos años... hasta que un Robert adulto, que había heredado la casa, regresó a su antiguo hogar para vivir allí con su esposa, Annette Parker. ¿Lo peor? Que volvió a encontrarse con Robert, tras descubrirlo en el ático.
Craso error: al liberar al muñeco de la caja, volvieron a producirse los fenómenos extraños. Annette sostenía que la expresión del muñeco llegaba a cambiar, con los vecinos de nuevo afirmando que lo habían visto moverse. Los niños, además, evitaban acercarse a la mansión por el miedo que les infundían estas historias. Así que el destino de Robert fue terminar encerrado una vez más en la caja.
Cuando el Robert real murió en 1972, su esposa no tardó en vender la casa. Sin embargo, la hija de los nuevos inquilinos fue la que descubrió (una vez más) al muñeco... liberándolo de su encierro. Sin embargo, Robert no parecía especialmente feliz con la idea de tener que convivir con esta nueva dueña: la pequeña, por las noches, se despertaba gritando que el juguete estaba intentando matarla.
¿Dónde está ahora Robert? Fue trasladado al Museo de Fort East Martello en Cayo Hueso (Florida), donde podéis verle sentado en una urna de vidrio. ¿Han acabado aquí sus travesuras? Por supuesto que no: los empleados y visitantes afirman que han visto al muñeco moverse. Se dice que, para sacarle una foto, tenemos que pedirle permiso o una maldición puede caer sobre nosotros. Incluso el cantante Ozzy Osbourne ha culpado al muñeco de un año de mala suerte (vía WMMQ).