Es posible que en uno de esos viajes largos de avión hayáis tenido tiempo para haceros muchas preguntas. Puede, y sólo puede, que una de esas preguntas haya sido por qué las ventanas de los aviones son redondas. Bueno, la cuestión es que esta decisión no se ha tomado simplemente por mera estética: sino que responde a un motivo científico.
Ventanas redondas: acabando con la fatiga metálica
Hay dos razones importantes por las que las ventanas de los aviones y los barcos son ovaladas: la distribución de las presiones y los riesgos de ruptura. El material empleado para la construcción de este tipo de medios de transporte es también el culpable de que se haya optado por este diseño tipo "ojo de buey". Gracias a esta forma ovalada, la presión del avión se reparte de mejor manera y promueve una mejor eficacia del funcionamiento de este medio de transporte. En los barcos sucede algo similar.
Tal y como apuntan desde Uniservice 98, el acero ha sido el material empleado para dar forma a las embarcaciones desde finales del siglo XIX. El objetivo de este diseño ovalado es eliminar por completo la llamada "fatiga metálica": un tipo de fractura que termina desembocando en rotura cuando se somete a fuertes cargas. Teniendo en cuenta que estas roturas empiezan por las esquinas... eliminarlas suena como un canto de sirena para acabar con este problema.
De esta manera, las ventanas redondeadas permiten que los barcos y aviones se sometan mejor a las presiones del mar o de las grandes alturas. Debido a su forma circular, las presiones se reparten de manera más uniforme y la probabilidad de que se formen peligrosas grietas se reduce al mínimo. El cambio a las ventanas redondas, de hecho, se introdujo a mediados de los años 50: un momento en el que los aviones empezaban a moverse a alturas más elevadas.
Después de que tuvieran lugar tres trágicos accidentes de los aviones Havilland Comets, los investigadores revelaron que los tres accidentes habían sido causados por marcos de ventanas rotos. En ese momento, cuando se produjo el tercer siniestro en 1954, fue cuando se descubrió que las ventanas cuadradas no son precisamente idóneas para soportar el estrés de la presurización.
