Quizá ya estéis aburridos de leer lo mismo en cada artículo que le dedicamos a un juego de Capcom, pero no podemos dejar de alegrarnos del estado de gracia en el que se encuentra ahora mismo la compañía. Esto, con Resident Evil, es especialmente cierto, una saga muy querida que nunca ha perdido el cariño del público, ni siquiera en sus momentos más oscuros. No en vano, hablamos de una serie que hace no tantos años parecía haber perdido por completo el rumbo, siendo incapaz de contentar a sus seguidores ni con sus entregas principales ni con muchos de sus espantosos spin-offs.
Por suerte para todos, Resident Evil 7 cambió esa tendencia, encauzando de nuevo la saga en la dirección correcta. Desde entonces, Resident Evil ha vuelto a ser sinónimo de calidad e incluso su juego más flojo de la última hornada (Resident Evil 3 Remake) nos ha hecho pasar un buen rato.
Lo sorprendente es que no solo hablamos de lo bien parados que salen sus títulos en un formato tradicional, sino también de lo increíblemente bien que la saga se está adaptando a la realidad virtual.
Probablemente, para muchos, Resident Evil 7 fue su primer contacto con esta tecnología gracias a PlayStation VR. Incluso con las evidentes limitaciones y carencias del dispositivo y de tener que jugar con un mando tradicional, resultó ser un título mucho más terrorífico e inmersivo cuando se jugaba de esta manera. El siguiente paso fue Resident Evil 4 VR para Meta Quest 2, una adaptación de este legendario clásico que renovó por completo sus controles para hacer que el manejo de las armas y la interacción con el entorno fuese mucho más realista, satisfactoria, sorprendente y divertida, lo que funcionó de maravilla gracias a una ejecución muy solvente y trabajada.
Ahora le toca el turno a Resident Evil: Village, uno de los grandes abanderados del lanzamiento de PlayStation VR2 y, sin duda alguna, uno de los principales motivos por los que muchos de los actuales poseedores de las nuevas gafas de Sony han decidido tirarse a la piscina y pagar los 600 euros que cuestan. Y, tras haberlo podido probar en profundidad, podemos confirmar lo que ya se veía venir: es una auténtica pasada.
Las nuevas manos de Ethan
Lo primero que tenéis que saber es que la posibilidad de jugar en realidad virtual llega como un modo descargable gratuito que debéis adquirir desde PlayStation Store y que está disponible para todos los poseedores del título base. El archivo apenas ocupa 700 megas y una vez instalado se nos dará la oportunidad de empezar una nueva partida haciendo uso del headset. Un detalle importante es que se trata de un modo completamente separado del resto del juego, con sus propios archivos de guardado y sus propios desafíos, por lo que no será posible obtener trofeos ni aprovechar nada de lo que hubiésemos desbloqueado previamente, una decisión que podemos entender si tenemos en cuenta lo muchísimo que ha cambiado la forma de jugar.
Como decimos, la jugabilidad de la octava entrega de la serie se ha rediseñado por completo para hacer un uso extensivo de los nuevos mandos PlayStation VR2 Sense, gracias a los cuales contaremos con un par de manos virtuales que nos permitirán interactuar directamente con algunos elementos de nuestro entorno y manejar nuestras armas de un modo mucho más realista. De hecho, nuestro arsenal lo tendremos acoplado a diferentes partes de nuestro cuerpo para que en vez de tener que seleccionar el arma que queramos con un menú o un botón de acceso rápido podamos hacerlo con un gesto tan simple como llevar nuestra mano hasta ella y agarrarla, lo que resulta muy inmersivo, gratificante y práctico.
Pero, sin duda alguna, lo mejor lo tenemos en el propio manejo de las armas, las cuales se ha reproducido de un modo fantástico para que vayan mucho más allá de simplemente apuntar y apretar el gatillo. De este modo, la pistola la tendremos que sujetar con las dos manos para reducir su retroceso y apuntar mejor, la escopeta necesita que la bombeemos tras cada disparo y el rifle francotirador lo podemos llevar hasta nuestro ojo para mirar a través de su mirilla. Y no solo eso, sino que todas ellas tienen su propio método de recarga, obligándonos a tener que hacer cosas como sacar los cargadores o introducir los cartuchos uno a uno.
Estas son cosas que ya se han visto en muchos otros juegos de realidad virtual, pero que en este caso concreto nos ha parecido especialmente bien ejecutado, consiguiendo que los enfrentamientos y el simple hecho de usar nuestro arsenal sea inmensamente divertido y satisfactorio. Sí, hay cierto proceso de aprendizaje y adaptación durante las primeras horas, pero una vez nos hacemos a la posición de cada arma en nuestro cuerpo y mecanizamos las acciones que hay que realizar con todas ellas, la experiencia a los mandos se convierte en algo indescriptible que lleva el juego a un nuevo nivel de inmersión. Es más, es posible hasta realizar maniobras como pegar puñetazos o bloquear ataques levantando los brazos en posición de defensa, y el cuchillo podremos sostenerlo en dos posturas diferentes según cómo prefiramos usarlo.
Aquí también destaca la forma en la que podemos sujetar la linterna con una mano mientras sostenemos un arma con la otra, o la manera en la que podemos "abrirnos la chaqueta" por un lateral para coger lo que hayamos guardado en sus bolsillos, algo que se ejecuta con suma naturalidad y que nos ha parecido una idea buenísima.
Sumadle a todo lo que os hemos comentado lo bien que el título usa la retroalimentación háptica de los mandos y la vibración del casco para transmitirnos de manera personalizada la potencia de nuestras armas (disparar la escopeta y que notemos hasta en la cabeza su retroceso es alucinante), y entenderéis rápidamente el trabajazo que ha realizado Capcom para adaptar esta obra a la realidad virtual, consiguiendo que cada tiroteo sea algo brutalmente inmersivo, intenso y fascinante de un modo en el que jamás podrían serlo en un televisor.
Esto no quiere decir que todo sea perfecto, pues hay algunos detalles que dejan entrever que Resident Evil: Village no fue un juego concebido originalmente para esta tecnología, ya que los elementos de los escenarios son muy poco interactivos y solo podremos interactuar y de manera limitada con aquellos objetos que ya lo fuesen en el título base. Esto resulta especialmente frustrante con las puertas, pues se abren automáticamente al acercarnos a ellas y nos hemos quedado con las ganas de poder abrirlas manualmente como en Half-Life Alyx, algo que, en cambio, sí que podemos hacer con los armarios, los cajones o los baños. De igual modo, la gestión del inventario y el examen de los ítems se realizan apuntando con un puntero, algo un tanto engorroso y no muy inmersivo. Son detalles menores que no estropean lo que es, en líneas generales, una experiencia fantástica, pero sí que es cierto que muchas veces hemos sentido el impulso de tocar y coger cosas para acabar llevándonos una desilusión al atravesarlas con nuestras manos.
El Resident Evil más inmersivo
Eso sí, una vez tenemos el casco en la cabeza y estamos en partida la sensación de estar ahí es absolutamente increíble, algo que se consigue, principalmente, por su fantástico apartado gráfico. Más allá de que no se ve con el mismo nivel de nitidez que en el televisor, no hemos notado casi ningún recorte gráfico, lo que se acaba traduciendo en unos escenarios con un nivel de detalle altísimo, modelados de primerísima calidad con unas expresiones faciales alucinantes, una iluminación muy conseguida y una ambientación impecable y con una dirección de arte maravillosa.
Aquí lo que realmente nos ha sorprendido es la sensación de escala y tridimensionalidad que se ha conseguido. Es difícil de describir, pero siempre hemos tenido la sensación de estar ahí dentro, en ese peligroso pueblo de montaña, en los salones del Castillo Dimitrescu o en los aterradores pasillos de la casa Beneviento. Lo que antes quizás no nos impresionaba tanto, ahora nos ha encogido el estómago y nos ha impuesto un respeto sobrecogedor. Sí, en el televisor podéis ver a un Lycan gigante con un martillo yendo a por vosotros, pero esperad a verlo su auténtica escala con el casco en la cabeza y os haga sentir como una mera hormiga o a esconderos en un armario huyendo de cierto ser deforme y verlo a través de la rendija mientras olisquea a dos palmos de vuestra cara y rezáis para que no os encuentre. Y sí, ver a Alcina Dimitrescu a tamaño real es algo digno de vivirse.
Aquí queremos destacar el uso tan apabullante que hace tanto del sonido 3D como de la retroalimentación háptica y la vibración del casco, transmitiéndonos todo tipo de sensaciones, algo que destaca en los momentos en los que algún ser descomunal hace que todo retumbe a nuestro alrededor, pudiendo incluso identificar cómo de lejos lo tenemos según la intensidad y la forma en la que sentimos las vibraciones.
Otro imprescindible de PlayStation VR2
Resident Evil: Village en realidad virtual es una experiencia imprescindible para cualquier poseedor de PlayStation VR2. Una adaptación muy trabajada y absorbente de una aventura de acción con toques de terror entretenidísima y de calidad que nos ha hecho desear haberla podido descubrir por primera vez de esta forma, pero que hemos vuelto a disfrutar plenamente a pesar de conocérnosla al dedillo tras haberla completado en numerosas ocasiones. Esto, sumado a su nueva jugabilidad, a su espectacular factura técnica y al aprovechamiento que hace de las posibilidades del dispositivo, dan como resultado un título prácticamente nuevo que lleva la capacidad de inmersión de esta veterana saga al siguiente nivel. Y al final, eso ya debería ser motivo más que suficiente para que queráis darle una oportunidad.
Hemos realizado estas impresiones tras haber descargado el modo VR de Resident Evil Village desde la tienda digital de PS5.