El pasado mes de mayo pudimos probar por primera vez el nuevo Wolfenstein, la vuelta de un clásico de la acción en primera persona esta vez de la mano de Bethesda y MachineGames, un nuevo estudio sueco formado por exempleados de Starbreeze Studios, creadores de juegos como The Chronicles of Riddick: Escape from Butcher Bay y The Darkness. Ya en su momento dijimos que nos pareció un shooter diferente, con mucha personalidad, apostando por incluir toques aventureros, una dificultad por encima de la media, y una escenas de acción salvajes y frenéticas.
Ahora en la Gamescom 2013 hemos podido jugar el arranque de la aventura, y no solo nos reafirmamos en lo dicho entonces, sino que encima nos ha gustado más todavía, y en una feria con tantos juegazos, pese a lo poco ambicioso de su propuesta, es sin duda uno de los títulos que más nos han divertido.
A veces cuesta explicar por qué un juego te gusta, que te transmite sensaciones que es difícil plasmar con palabras, y este es un poco es el caso del nuevo Wolfenstein, en el que con cada disparo y nazi que eliminas te lo pasas en grande.
Wolfenstein: The New Order transcurre en 1960, dejando atrás la Segunda Guerra Mundial, que han ganado los nazis. Estos consiguieron cambiar el curso de la guerra gracias a una misteriosa y avanzada tecnología, logrando doblegar a las naciones más poderosas, y ahora dominan el mundo con mano de hierro. Nuestro protagonista B.J. Blazkowicz ha estado casi dos décadas fuera de juego, y ahora vuelve a la vida para seguir dándole guerra a los despiadados y ambiciosos nazis.
El arranque no puede ser más intenso y espectacular, internarnos en un castillo nazi junto a un grupo de soldados, con el objetivo de acabar con el científico Deathshead, el hombre que está proporcionando a los nazis una avanzada tecnología que está haciendo al ejército alemán demasiado poderoso. En estos primeros compases descubrimos que pese a tratarse de un juego de acción directa, también podremos afrontar ciertas situaciones con sigilo, cortando cuellos por la espalda.
Cuando entremos en un enfrentamiento directo, lo primero que nos sorprenderá es que estamos ante un shooter más difícil de lo que estamos acostumbrados últimamente, más parecido a los juegos de acción en primera persona de hace 10 años. Tenemos puntos de escudo y de vida, y estos últimos solo se regeneran parcialmente, de manera lenta y un máximo de un 20%, por lo que tendremos que recoger botiquines de los enemigos que eliminamos o rompiendo ciertos objetos de los escenarios.
Con unos pocos disparos pueden acabar con nosotros, por lo que hay que moverse rápido, actuar sin contemplaciones, e intentar recoger toda la munición y salud que sueltan los enemigos al caer, un juego que no invita a quedarse quieto detrás de una columna o caja. La acción es brutal, estamos ante una aventura con mucha sangre y violencia, muy visceral, que saca nuestro lado más salvaje cuando nos equipamos con dos armas. Algo que se puede hacer en todos los casos, ya sean dos pistolas, dos rifles, dos metralletas, siempre es muy divertido, aunque perdemos la posibilidad de apuntar con precisión.
Otro detalle que no es encanta y que sorprenderá a más de uno es que no nos llevan de la mano, no nos guían hasta el siguiente objetivo, y más de una vez nos sentiremos perdidos. No porque sea verdaderamente difícil encontrar el camino, sino porque los shooters de los últimos años en los que nos marcan el camino a seguir en todo momento nos han malacostumbrado. Wolfenstein: The New Order está lleno de caminos ocultos, coleccionables, secretos y curiosidades en sus atractivos escenarios, que invitan a ser explorados. Un toque aventurero que aporta mucha frescura.
Esto no quiere decir que no haya scripts o escenas espectaculares, pero están muy bien combinados los distintos elementos, fusiona de manera perfecta todo lo que nos gustaba de los shooter clásicos con lo mejor los juegos de acción en primera persona modernos. Y viniendo de quien viene, exempleados de Starbreeze, se nota su buen gusto a la hora de contar una historia, elaborada, con ritmo y con diálogos muy bien escritos. Los antagonistas de B.J. Blazkowicz desprenden carisma, con ese punto extraño que consigue Tarantino con los villanos de sus películas, personajes excéntricos, violentos y cuyas acciones son deplorables, pero que en el fondo te acaban cayendo un poco bien.
Sin querer contaros demasiado, el asalto inicial al castillo no acaba del todo bien, y vivimos alguna escena memorable, como una en la que tenemos que tomar una difícil decisión, en la que ninguna de las dos opciones es agradable, incomodando al jugador. Tras este arranque y una trabajada secuencia de créditos, B.J. Blazkowicz se encuentra en un sanatorio curándose de sus heridas, hasta que los nazis vuelven a entrar a escena arrasando con todo. Es aquí cuando el juego nos deja bien claro que no se va a andar con rodeos y no va a escatimar en violencia, y que quiere cabrearnos y ponernos de mala leche, para aumentar nuestras ganas de matar nazis.
La ambientación está muy trabajada, se controla de maravilla, cuenta con detalles gráficos destacables, como el hecho de poder romper muros y columnas dejando al descubierto a los enemigos, la música es muy llamativa, tocando diferentes estilos pero siempre acorde a lo que está pasando en pantalla, en definitiva todo lo que pone sobre la mesa este nuevo Wolfenstein nos gusta. Quizás está pasando demasiado desapercibido entre tanto título de nueva generación, pero ya será tarea nuestra conseguir que os llame la atención, y avisaros de que podemos estar ante toda una sorpresa. Llegará en 2014 a PlayStation 3, Xbox 360, PC, Xbox One y PlayStation 4, y los que estáis un poco cansados de los shooters modernos y echáis de menos los de la vieja escuela, no deberíais perderlo de vista.