Análisis The Last of Us Parte II, una aventura que nunca olvidaremos (PS4)
Si un estudio se ha ganado el crédito y la confianza de los jugadores durante las últimas dos décadas ese es Naughty Dog, que nos ha demostrado, especialmente en los últimos años, que una aventura de acción puede aspirar a todo sin tener que renunciar a nada, ofreciendo una gran jugabilidad, una buena historia y a la vez ser espectacular, divertida y un prodigio visual. Tras ofrecernos hace siete años el memorable The Last of Us, un sorprendente salto de calidad y madurez, ahora llega su esperada secuela, The Last of Us Parte II, que es exactamente lo que esperábamos: una obra que vuelve a elevar el listón de las grandes producciones de videojuegos, en todos los sentidos, y que concebido para vender millones de unidades es de un atrevimiento admirable, yendo hasta las últimas consecuencias con sus ideas, sin miedo a defraudar o a no satisfacer lo que muchos jugadores se esperan.
Si en lo estrictamente jugable creemos que no hay demasiado margen para ofrecer una aventura de acción y sigilo mejor, prácticamente impecable, y en lo visual y lo sonoro nos ha deslumbrado, llevando hasta los últimos límites y más allá el hardware de PS4, es en lo narrativo donde más nos ha impactado.
Una historia y unos personajes que bastantes días después de haberlo acabado no podemos sacarnos de la cabeza, siendo uno de los juegos mejor escritos que se han hecho nunca, una calidad en la escritura que deja más antiguos al 99% de los títulos triple A que sus sofisticadas animaciones.
Videoanálisis
Siendo más ambicioso que la primera entrega en todos los aspectos, desde su mejoradas y ampliadas mecánicas jugables hasta su estructura y extensión, nos ha parecido menos redondo, por motivos que ahora explicaremos, y seguramente tampoco vaya a causar su mismo impacto al no contar con ese factor sorpresa, no deja de ser una secuela que continúa una historia y evoluciona una fórmula que ya conocíamos. Pero más allá de las odiosas e inevitables comparaciones, nos ha parecido una aventura inolvidable, impactante e incluso por momentos incómoda, que no se conforma con colmar las elevadas expectativas y que siempre va un paso más allá de lo que podríamos esperar, un admirable camino que ojalá se atrevieran a explorar otras superproducciones, que en su afán por gustar a todo el mundo habitualmente se mojan muy poco.
Una historia de violencia
The Last of Us Parte II transcurre poco tiempo después de los acontecimientos del primer juego, con Joel y Ellie viviendo en una comunidad estable de supervivientes, donde por fin han encontrado algo de paz en este despiadado mundo postapocalíptico. La violencia engendra violencia, y sus brutales actos les perseguirán, iniciándose una cruenta historia de venganza, que habla, entre otras muchas cosas, de cómo el odio puede destruir a las personas.
Explicado así y sin querer entrar en más detalles su argumento puede sonar un poco tópico o manido, pero es aquí donde se demuestra que muchas veces la virtud de una gran historia no es lo que cuenta, sino cómo lo cuenta, utilizando de manera inteligentísima recursos narrativos como la analepsis y los puntos de vista, esto último algo que pueden hacer especialmente bien los videojuegos pero que pocas veces se aprovecha. Pero lo más interesante son los límites hasta los que lleva sus ideas, porque juegos que toquen temas interesantes hay muchos, pero pocos se atreven a desarrollarlos del todo o no al menos hasta llegar a extremos con los que puedan llegar a incomodar o resultar desagradables para el jugador.
Pero en Naughty Dog no tienen miedo, se muestran como un estudio con una enorme confianza en lo que hacen, sin temor a molestar o no complacer a los jugadores, y creemos que tardaremos años en volver a ver un juego triple A más oscuro y consecuente, sorprendentemente incómodo y desafiante, y por ello tremendamente interesante. Y seguro que muchos os esteréis preguntando, ¿tiene un final tan memorable como el primero? En nuestra opinión sí, aunque por motivos completamente diferentes, como ya descubriréis, con una historia mucho más compleja y que por ello va a ser más polarizante. Y si sin querer os comisteis alguno de los spoilers que se filtraron hace unas semanas no os preocupéis, aunque os pueda sorprender no eran tan importantes como podían parecer, en una aventura repleta de giros y sorpresas y que, como decíamos antes, lo más importante es la manera que tiene de contarnos su historia, y de construir y desarrollar a los personajes, de una humanidad que pocas veces recordamos.
Una delicia jugable
The Last of Us Parte II, como el anterior, es una aventura de acción de desarrollo lineal, con una gran cargan narrativa y con un control del ritmo exquisito; nunca hay demasiada acción, exploración o historia, todo está perfectamente mezclado en sus dosis justas, y siempre resulta variado y excitante como para que nunca quieras soltar el mando, deseando descubrir con qué te va a sorprender a continuación. Ofrece un gran equilibrio entre todas sus partes, y al destacar tanto su narrativa -muy, muy por encima de la media- parece que estemos diciendo que su jugabilidad no es gran cosa, cuando posiblemente sea en lo puramente mecánico uno de los mejores juegos de acción y sigilo de toda la generación (una finura jugable que nos ha recordado a Metal Gear Solid V: The Phantom Pain). Un control exquisito, una enorme cantidad de posibilidades, un gran diseño de niveles, una inteligencia artificial de los enemigos muy cuidada y sobre todo unas animaciones soberbias, que elevan la propuesta a los altares.
Ya sea contra los humanos o los terroríficos infectados, el punto de partida es siempre intentar pasar desapercibidos y jugar con sigilo; los enemigos siempre nos superan en número y los recursos como la munición o los botiquines son limitados, y todo esto ayuda a generar tensión, a sentirnos que somos un superviviente. Ahora con Ellie, un personaje más ágil y pequeño que Joel, tenemos nuevas acciones muy interesantes y que mejoran de manera sorprendente la propuesta jugable. Podemos esquivar, algo muy útil en el mejoradísimo combate cuerpo a cuerpo, reptar por el suelo, que sirve para esconderse entre la hierba o meternos en lugares estrechos, nadar y bucear, algo que podemos utilizar en algunos escenarios a nuestro favor, e incluso podemos saltar cuando queramos, algo que se aprovecha en la mayor verticalidad de los escenarios, mucho más grandes y complejos que los del primero, sin dejar de tener un desarrollo lineal.
Esto unido a nuevas armas y recursos hace que podemos expresarnos de maneras mucho más creativas en el sigilo y los combates, ambos aspectos mezclados perfectamente y manera muy natural, siendo siempre un juego intenso, espectacular y emocionante, incluso terrorífico, por un montón de aspectos que confluyen y que demuestran la calidad de este estudio: un control perfecto, unas animaciones increíbles, un gran diseño de niveles, una ambientación soberbia, en lo artístico, lo técnico y lo sonoro, y un manejo del ritmo admirable gracias a que llevan muchos años puliendo su fórmula de aventura de acción cinematográfica.
Los escenarios más amplios no solo enriquecen los combates, también la exploración, ya que si somos lo suficientemente curiosos encontraremos más recursos, con algunos puzles opcionales y más piezas narrativas, en forma de documentos o diálogos opcionales, de manera similar a lo visto en los dos últimos Uncharted. Incluso en un momento concreto de la aventura hay un pequeño mundo abierto, perfectamente diseñado y que encaja en un juego que como el primero sigue siendo lineal, a pesar de este refrescante escarceo. También entienden que a los jugadores nos encanta la sensación de asombro, que según llegamos a ciertos límites tecnológicos cada vez parece más difícil de conseguir, pero que The Last of Us Parte II consigue no pocas veces a lo largo de su épico y oscuro viaje.
Enorme, para bien y para mal
La manera en la que mezcla la narrativa, la acción y la exploración es simplemente perfecta, y se las apaña en su primera mitad -aproximadamente 15 horas- para ser siempre variado y sorprendente, introduciendo constantemente nuevos elementos como armas, tipos de enemigos y situaciones diferentes por el diseño y las circunstancias de los escenarios o por las amenazas a las que nos enfrentamos, todo con una historia que te atrapa de principio a fin mientras disfrutas de sus excelentes diálogos. Esta es la duración de la primera entrega, pero como ya parece que es un mandato en las grandes producciones de Sony, esta secuela debía ser más extensa, y dura entre 25-30 horas, dependiendo de la dificultad elegida y lo que te entretengas explorando.
Y esto, en nuestra opinión, se acaba volviendo en su contra, porque es en su segunda mitad o último tercio cuando se empiezan a repetir situaciones que ya habíamos vivimos de manera bastante similar durante las primeras horas, y que sin desfallecer en su calidad, no aportan nada sustancial en lo jugable, más allá de alargar la duración. Y ojo, este segundo acto tiene todo el sentido del mundo en lo narrativo, nos parece una auténtica genialidad -no podemos explicar los motivos porque es bastante sorprendente-, pero es en lo jugable donde se siente alargado, con unos cuantos paseos y escenas de acción redundantes, que no aportan nada relevante a lo anteriormente visto.
Unos opinarán que le sobran 3 horas, otros que más, otros que menos, pero parece bastante evidentemente que dura más de lo que debería, y esto provoca que deje la sensación de no ser tan redondo como el primero, cuando realmente si analizas sus apartados por separado lo supera en casi todo. A veces menos es más, aunque los juegos contemporáneos se empeñen en lo contrario, y aquí vemos un ejemplo muy evidente de ello. Para muchos jugadores esto no será un problema, e incluso desearían permanecer en su mundo no 30, sino 40 o 50 horas, pero la primera mitad de la aventura es tan rotunda, tan perfecta, siempre variada, emocionante y sorprendente, que nos fastidia que en su último tercio deje ese sensación de estar alargado artificialmente.
Otro detalle que no nos ha terminado de convencer, teniendo en cuenta que son pequeñas pegas a una obra excelente en todo lo que hace, es que parte del gran atrevimiento que tiene en el terreno narrativo nos hubiera gustado verlo también en el diseño jugable. Y no por tener que ofrecer cosas revolucionarias que no hayamos visto antes, o porque necesite ser más completo, sino por todo lo contrario, por no deshacerse de ciertos convencionalismos de los videojuegos, que te recuerdan que es terrenal, algo que en otras ocasiones es capaz de hacerte olvidar.
Con esto nos referimos por ejemplo a los coleccionables, una distracción anticuada en un juego tan vanguardista como este, o su sistema de mejora de armas, innecesario, o a la mejora de habilidades del personaje mediante la recolección de unas píldoras que encontramos por los escenarios, que ya estaban en el primero, pero que puestos a ser valientes podían haber desechado -y no potenciado, como han hecho-, o incluso prescindir del modo escucha, que con semejante diseño visual y sonoro no es necesario. Si como nos demuestra su historia han hecho realmente lo que han querido, han sido tan atrevidos, también podían haber ido un poquito más allá en lo jugable, dejando atrás ciertos sistemas habituales en el resto de videojuegos, pero que The Last of Us Parte II no necesitaba.
Fumito Ueda, el creador de Shadow of the Colossus, para explicar el diseño de sus juegos hace unos años acuñó el término diseño por sustracción, centrarse en lo verdaderamente importante de la obra, lo que nos conecta emocionalmente con ella, con sus ideas, con sus temas, y prescindir de todo lo que no sea estrictamente necesario para ese propósito. Y si un juego pedía gritos apostar por algo similar ese es The Last of Us Parte II: su propuesta narrativa y jugable es tan brillante, tan intensa y emocionante, que merecía más confianza, no necesitaba de aditivos ni distracciones para ser interesante de principio a fin, ni para tener que justificar su precio.
Audiovisualmente arrebatador
En Naughty Dog se han convertido en unos auténticos expertos en exprimir el hardware de las consolas de Sony, y si el primer The Last of Us saco petróleo de PS3 en sus últimos meses antes de la llegada de su sucesora, aquí vuelve a ocurrir lo mismo, sorprendiendo con lo que han conseguido hacer con PS4, siendo uno de los juegos visualmente más impresionante de todos los tiempos; por sus animaciones, por su dirección artística, por su solidez técnica, por cómo cuida todos los detalles, por sus invisibles tiempos de carga y por sus impresionantes cinemáticas y animaciones faciales. Ya sabéis, esas caras con un toque cartoon que son marca de la casa, que hacen que los personajes a veces sean más humanos que si estuviéramos viendo a actores reales, una sensación difícil de explicar, que se ejemplifica como ningún otro en el rostro de Ellie, de una expresividad literalmente escalofriante.
Con escenarios que de la manera en la que están iluminados llegan a resultar fotorrealistas, con una variedad de entornos y localizaciones mucho mayor que en la primera entrega, y con algunos momentos tan espectaculares que desencajan la mandíbula, porque en Naughty Dog no creen que una historia tan dramática e intimista este reñida con ofrecer momentos épicos y visualmente deslumbrantes; les encanta asombrar a los jugadores y demostrar que son capaces de lo que nadie más hace, y vaya si lo hacen.
Como todo en este juego, que es excelso, también lo es el sonido, alucinante, de lo mejor que se ha hecho nunca en cuanto a la contundencia y realismo de los efectos, a su utilidad en la jugabilidad, y todo mezclado a la perfección con una sutil pero soberbia banda sonora. Compuesta por Mac Quayle (Mr. Robot), enfocado en los momentos de acción, y nuevamente con el maestro Gustavo Santaolalla, que se ocupa de los momentos más íntimos, y que juntos elevan todas las escenas, desde las más dramáticas hasta las más terroríficas, en un aventura con un diseño de sonido ejemplar. La guinda la pone su doblaje al español, excelente, a la altura de un juego con unos valores de producción apabullantes.
PS4 se despide por todo lo alto
The Last of Us Parte II es uno de esos juegos que hacen avanzar al medio, elevando los estándares de calidad de lo que deberíamos esperar de un triple A, especialmente en el plano narrativo, realmente impactante, que engarza de manera perfecta con una propuesta jugable excelente y un apartado audiovisual de excepción. Con pocos estudios dentro de la industria que puedan llegar a ofrecer semejante nivel de excelencia en todos los aspectos, Naughty Dog vuelve a superarse con una aventura memorable, que cualquier jugador debería probar, y que consigue lo que esperábamos: que nunca vayamos a olvidar a Joel y Ellie, que se convierten en dos personajes ya eternos en la historia de los videojuegos.
Hemos realizado este análisis en su versión de PS4 Pro con un código que nos ha proporcionado Sony.