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PC:
PS4, Switch, XBOne:
FICHA TÉCNICA
Desarrollo: Double Fine Productions
Producción: Bandai Namco
Distribución: PlayStation Network
Precio: 19,99 €
Jugadores: 1
Formato: Descarga
Textos: Español
Voces: Inglés
Online: -
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Análisis RAD, el roguelike mutante de Double Fine (PS4, PC, Switch, Xbox One)

Double Fine nos trae un interesante roguelike que destaca por las habilidades mutantes de su protagonista.
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Actualizado: 21:31 17/8/2020
Análisis de versiones PS4, PC, Switch y Xbox One.

Double Fine introduce muchas de las tendencias actuales en las producciones indie en la coctelera y el resultado es RAD. No es, por tanto, el juego más original del mundo, pero dentro de sus limitaciones entretiene, es difícil que la desarrolladora cometa errores con los elementos que ha elegido para este proyecto.

La historia de RAD se ambienta en un mundo posapocalíptico o mejor dicho, pos-posapocalíptico, donde la humanidad ha sufrido nada menos que dos apocalipsis. Quedan unos pocos supervivientes pero el panorama no es muy reconfortante, con páramos radioactivos repletos de criaturas mutantes dispuestas a devorar a cualquiera que entre en estas tierras. ¿Qué loco osará encontrar la solución para sanar el mundo en este lugar? Pues evidentemente, nosotros.

Somos uno de los adolescentes que se arriesga a explorar el árido paisaje por el bien de la humanidad –lo que queda de ella más bien-, aunque supone un sacrificio que pondrá a prueba nuestra propia naturaleza. Y es que exponerse a las toxinas del lugar tendrá efectos en nuestro cuerpo un tanto impredecibles…

Roguelike al estilo clásico

La base de RAD es la de un roguelike como tantos otros que hemos visto en los últimos años. Hasta aquí pocas novedades. Consiste en explorar unos mapas que se generan por procedimientos, tanto en diseño como en potenciadores y enemigos, donde el objetivo es localizar un número variable de totems o torres que abren la puerta que esconde al jefe, y una vez superado avanzamos a un nivel algo más grande, con enemigos más difíciles y algunas trampas. Suena sencillo, pero hay múltiples peligros en nuestro progreso.

Lo que queda del mundo no es habitable, pero alguien debe recuperar estas tierras.

Los ataques básicos del protagonista –hay varios a elegir- son bastante escasos, y prácticamente se reducen a un golpe con el bate, así que inicialmente nuestro poder ofensivo es bastante justito salvo por la interacción con ciertos objetos explosivos del entorno que ayudan a causar daños masivos. La auténtica gracia de RAD es el uso de la radiación, algo así como la experiencia obtenida por eliminar enemigos, que en lugar de dañarnos mortalmente sirve para obtener habilidades fantásticas y mutaciones físicas. De esta manera, nuestro cuerpo juvenil terminará siendo una mezcla de alas de vampiro, calavera, cabeza de serpiente que escupe veneno o cuerpo de caballo. Una quimera tan graciosa como práctica.

Hay dos tipos de habilidades, unas pasivas –Endo- que añaden inmunidad o mejoran habilidades, y otras activas –Exo-, que suman ataques, mejoran la defensa y, en algún caso, nos debilitan. Existen decenas de posibilidades que incluyen el vuelo, lanzar algún proyectil, invocar a un compañero que atrae y ataca a los enemigos o dejar un rastro de líquido tóxico, dañando a todo bicho que lo toca. Disponemos de hasta tres mutaciones Exo, lo que al cabo de un rato supone un perfil de personaje que casi seguro es diferente a la anterior partida.

Gracias a las mutaciones contaremos con nuevos ataques y habilidades, muy útiles para seguir avanzando por los niveles.

La estética de RAD se inspira claramente en esos personajes o series de estética macarra de los años 80, y eso da mucho juego en cuanto a los ataques mutantes del protagonista, pero también hay que decir que estas mutaciones son aleatorias y eso hace la dificultad muy variable; tan pronto dispones de ventajas muy interesante como te costará avanzar más por unas técnicas flojas o que no te gustan demasiado.

En cualquier caso, RAD comparte puntos fuertes y débiles con otros roguelike. Lo positivo: hay una tonelada de mutaciones por descubrir, objetos que coleccionar y contenido que desbloquear para que cada partida, tras la muerte, sea un poco más sencilla –comienzas con mejoras pasivas o mejores armas-. Vas a morir y mucho en las primeras horas hasta que aprendas el comportamiento de cada bicho y el funcionamiento general, pero es parte de su gracia.

El objetivo es activar estos totems para abrir la puerta que da acceso al jefe y el siguiente nivel.

En la parte negativa hay que decir que RAD, al igual que los títulos simulares, utiliza los elementos aleatorios para dar un aire nuevo en cada partida, y sin embargo no escapa de tener cierta repetitividad –y eso que no es un juego muy amplio, aunque la duración está alargada por los reintentos-. Por mucho que cambie la colocación de cajas, monstruos y pasillos de las instalaciones subterráneas, la sensación de ver y hacer lo mismo es una constante, un defecto del que muy pocos roguelikes escapan. Además, los tiempos de carga son visiblemente largos para la carga gráfica del juego.

Al margen del modo principal tenemos un desafío diario que consiste en competir con otros jugadores por la mejor puntuación en un mismo mapa. Nos habría gustado alguna opción más, como un cooperativo –aunque fuese local, al estilo ToeJam & Earl-.

En el escenario también encontraremos cintas -útil para intercambiar por objetos- que podrán guardarse en el mundo central si llegas a él antes de morir.

Luces de neón y synthwave

Donde sí se nota que estamos hablando de Double Fine y no de un estudio indie es en los valores de producción. Gráficos 3D, música cañera –y gracias a que Bandai Namco edita el juego, también escucharemos la melodía de Pac-Man en una vieja máquina arcade-, y toda esa estética postapocalíptica de neón que se completa con unos colores saturados y distorsiones en la pantalla.

No hay tantas variantes de ambientes, así que por mucho rediseño de mapas casi siempre te parecerá jugar en zonas similares.

Los monstruos y mutaciones no evocan a La pandilla basurilla o series juveniles oscuras, sino que es una versión elegante del cataclismo. Quizás los monstruos podrían estar algo más inspirados teniendo en cuenta que en los poderes sí hay más trabajo.

La banda sonora apuesta, cómo no, por sintetizadores y guitarras eléctricas. No está al nivel de lo escuchado en sagas como Hotline Miami o Far Cry: Blood Dragon, pero logra ambientar con un estilo similar.

Conclusiones

RAD destaca por el uso y originalidad de las mutaciones, y sus creadores lo saben. Es la estrella del juego y realmente el único aspecto diferenciador respecto a otros títulos del género. ¿Es suficiente? Pues al menos para retrasar la sensación de repetitividad sí, con tantas posibilidades y combinaciones siempre querrás ver qué te espera en tu próxima partida.

No es el mejor juego de Double Fine de los últimos años, no es muy ambicioso y no pretende reinventar unas bases vistas en mil lanzamientos, pero difícilmente decepcionará a quien busque pasar un rato divertido con un roguelike mientras experimenta con extraños poderes mutantes.

Hemos realizado este análisis en su versión de PS4 con un código que nos ha proporcionado Bandai Namco.

NOTA

7.5

Puntos positivos

Un juego entretenido y con el humor típico de Double Fine.
Algunas habilidades son muy originales.
Una estética llamativa.

Puntos negativos

Se puede hacer repetitivo.
La dificultad varía mucho según las mutaciones conseguidas.
Un poco corto en variedad de entornos y modos.

En resumen

Para bien o para mal, un roguelike divertido de jugar y con muchas habilidades por conseguir, pero que no trae nada nuevo al desarrollo de un género que tiende a hacerse repetitivo.