Análisis de Octahedron (PS4, Xbox One, PC)
Un vistazo rápido a Octahedron de Demimonde puede engañar. No se trata de otro exigente plataformas como nos tienen acostumbrados N++, Super Meat Boy y otros títulos independientes del estilo, si bien saltos hay y muchos; es más un juego de puzles y plataformas que un juego frenético. Viene avalado por Square Enix Collective, el programa de Square Enix para dar a conocer y apoyar títulos independientes que, de otra forma, probablemente pasarían inadvertidos en las tiendas digitales.
La historia que nos presenta es prácticamente nula, y casi diríamos que sobra completamente –además el estilo de sus secuencias desconecta completamente con el resto del juego-. Un hombre en una cabaña sale al bosque y encuentra un extraño polígono de ocho caras, el octaedro del título, que le transporta a un mundo estilo retro de música electrónica y luces de neón. Eso es todo lo que necesitas saber: tu misión será escapar de aquí.
El principal aspecto original de Octahedron es la materialización de plataformas bajo nuestros pies durante unos breves segundos, y en cantidad limitada, pero con alguna ventaja como permitir desplazamiento horizontal –flotas sobre ella hasta que desaparece- o detener ataques desde abajo. De esta manera, nuestro protagonista podrá subir a bloques situados a una altura a la que normalmente no podría llegar con un simple salto.
La mayoría de fases nos permiten crear dos plataformas rápidas antes de caer, pero otras sólo una, o al contrario, muchas decenas. La estrategia cambia completamente según esta cantidad, y saber dónde colocar la superficie es la parte del puzle. Al control se le puede achacar que no sea perfectamente preciso, pero generalmente puedes tomarte la partida con toda la calma del mundo –excepto, claro, en algunas secciones que requieren una serie de saltos rápidos antes de perder nuestras queridas plataformas-.
El diseño de los niveles es brillante. Nuestro objetivo es alcanzar una meta situada en la parte superior –es un plataformas muy vertical- y conseguir la mayor cantidad de coleccionables por el camino. Las fases se pueden superar en pocos minutos, pero están plagadas de trampas y enemigos básicos que necesitamos sortear, y ahí es cuando empiezan las complicaciones.
Necesitas estudiar cada mecanismo y objeto animado, muchos de los cuales se mueven al ritmo de la música o reaccionan a lo que hacemos –según el desplazamiento en una dirección o por el número de plataformas creadas, etc.-. Esto ayuda a predecir el comportamiento de estas fases tan "vivas", pero Octahedron prácticamente no ofrece explicaciones y cada nuevo elemento queda a la experimentación del usuario. No es que sea un fallo molesto, pero teniendo en cuenta que los diseños no son muy descriptivos –a veces no ves un enemigo hasta que es demasiado tarde simplemente porque no destaca-, en más de una ocasión perderás vidas por desconocer una nueva trampa.
Salvando casos puntuales, sobre todo en la recta final, llegar hasta la meta no es excesivamente difícil. Lo interesante es conseguir una serie de flores del escenario y provocar que florezcan más al romper bombillas, obligándonos a arriesgar tomando rutas peligrosas. Hay otros coleccionables que ayudan a mejorar a nuestro personaje, y también conseguiremos una calificación al final de cada fase según los logros conseguidos. En definitiva, objetivos extra para exprimir todavía más el juego, de unas 5 horas de duración si vamos únicamente a su finalización.
Si bien los gráficos se hacen un poco repetitivos, la combinación con el ritmo musical logra que sea un juego bastante peculiar. No llega al nivel de sinestesia que consiguen los títulos de Tetsuya Mizuguchi –REZ, Lumines, Child of Eden-, y no es el primer juego de plataformas que integra la exploración con la banda sonora –véase Ersatz, por ejemplo- pero sí le da una personalidad que no conseguiría con un estilo pixel-art tradicional, y su banda sonora cobra protagonismo constantemente quieras o no por cuestiones de jugabilidad.
Conclusiones
Octahedron sabe reinventarse en cada nivel añadiendo nuevos tipos de plataformas –algunas con propiedades ofensivas-, reglas o limitaciones, y su ajustada curva de dificultad hace que inicialmente sea más asequible que otras propuestas, pero igualmente profundo si deseas completar cada nivel de la mejor manera. No es un título imprescindible y algunos fallos en comunicación con el jugador causan más errores de la cuenta, pero desde luego los aficionados al género deberían darle una oportunidad.
Hemos realizado este análisis en PC con un código que nos ha proporcionado Kartridge.