Análisis Detroit: Become Human - La obra maestra de Quantic Dream (PS4)
Pocos estudios pueden presumir en la industria de hacer algo único, de que sus juegos sean casi un género en sí mismo, y llevar apostando por una misma idea durante más de diez años pese a las habituales y manidas críticas que les acusan de no hacer juegos, sino películas interactivas, como si esto fuera algo malo per se.
Y visto el magnífico resultado de Detroit: Become Human agradecemos a Quantic Dream su terquedad, que David Cage y su equipo hayan seguido apostando por una fórmula que gracias a la experiencia acumulada y a los avances tecnológicos ha alcanzado la plena madurez, siendo sin lugar a dudas el mejor juego del estudio francés, pese a haber perdido el factor sorpresa que sí tuvo Heavy Rain (2010), juego con el que positivamente Detroit guarda muchas similitudes .
Una aventura con un ritmo trepidante y que no decae en ningún momento, desde el principio hasta el final siempre va a más, y que es sorprendentemente divertida y muy emocionante, no puedes soltar el mando, quieres saber con qué nueva situación te va a sorprender. Todo esto mientras a la vez su historia trata, de manera más o menos explícita, temas tan complicados como profundos que nos atañen a todos como seres humanos y que te van a hacer reflexionar y replantearte ciertas ideas.
Esto se de debe a su genial contexto argumental de ciencia ficción, un futuro bastante cercano, el año 2038, en el que la producción de androides para servir a los humanos se ha popularizado e integrado en la sociedad, lo que ha traído consigo multitud de ventajas y avances pero no pocos inconvenientes y problemas sociales, como la destrucción de miles de puestos de trabajo, algo que ya estamos viendo en nuestros días con la automatización de muchos empleos.
En este contexto comienzan a surgir divergentes, androides que por motivos desconocidos obtienen conciencia y sentimientos y se comienzan a rebelar contra los humanos, algo que agrava el malestar social y aviva el miedo a una rebelión masiva por parte de las máquinas. Un argumento no demasiado original que ya hemos visto en multitud de obras de ciencia ficción (Blade Runner, Inteligencia artificial, Ex-Machina o Westworld, por citar algunas películas y series muy populares), y que da pie a muchas reflexiones interesantes así como a todo tipo de crítica social, algo que pocas veces habíamos visto tratado con tanta madurez e inteligencia en un videojuego.
Como en buena historia de ciencia ficción se precie, aunque es algo a lo que no estamos tan habituados en los videojuegos -o no al menos en las grandes producciones-, Detroit se mete en mil y un "charcos" -desempleo, alcoholismo, depresión, maltrato infantil, racismo, prostitución, inmigración, revueltas sociales, ecología, conflictos geopolíticos, tráficos de personas…- y sale sorprendentemente airoso de todos ellos, temas complicados pero tratados con mucho respeto y sin adoctrinar, aunque sean más que evidentes los mensajes que intenta transmitir y el posicionamiento del estudio, que ha tenido mucho tacto para no alienar a ningún jugador, sea cual sea su ideología.
Habitualmente el eje central de este tipo de historias es la gran pregunta de qué significa ser humano, y para intentar responderla o más bien para que los jugadores nos hagamos esta cuestión personalmente, el juego nos pone en la piel de tres androides, cada uno con su propia historia, ofreciendo tres hilos argumentales que se van alternando en una estructura en forma de numerosos y breves capítulos, que ayudan a que el juego tenga un ritmo trepidante.
Por un lado tenemos a Kara, una androide asistenta del hogar que se escapa con una niña, y con la que vivimos algunas de las situaciones más tensas, emocionantes y tiernas de toda la aventura. Luego tenemos a Markus, quien lidera la rebelión de los androides, y con el que tendremos que tomar las decisiones más importantes de todo el juego, que no solo afectan a su destino y el de los androides que lo rodean, sino incluso sobre cómo la humanidad va a percibir todos estos acontecimientos, protagonizando algunos de los momentos más épicos y trascendentales de la aventura. Y por último tenemos a Connor, un androide detective que trabaja para los humanos y que está investigando y cazando divergentes, y con quien vivimos las escenas más de videojuego clásico de Detroit, que recuerdan a una aventura gráfica, así como algunas de las secuencias de acción más espectaculares.
Como hemos comentado antes, estas tres tramas se van alternando con naturalidad y gran ritmo, y en lo que es un gran acierto, recuperando la esencia de Heavy Rain, en cualquier momento estos tres personajes puede morir, lo que te mantiene en tensión durante todo el juego, tanto en las constantes decisiones argumentales como en las bien ejecutadas secuencias cinematográficas de pulsación de botones QTE -quick time event-, que si no te gustan o te parecen demasiado complicadas podemos jugar en modo fácil.
Si se tratara de una aventura lineal en la que nuestras acciones no cambiaran demasiado el rumbo de los acontecimientos -algo con lo que hacen trampa multitud de títulos- ya sería un buen juego, por lo cuidada que está su historia y lo espectacular que es su desarrollo y sus gráficos. Pero encima Quantic Dream ofrece aquí su obra más ambiciosa y Detroit obliga al jugador a que esté tomando decisiones constantemente, por lo que no te puedes relajar ni un segundo. A veces con tiempo muy limitado, teniendo que decidir rápidamente y casi sin poder reflexionar, otras pudiéndonos parar a pensarlo detenidamente, pero siempre poniéndote en un compromiso, obligándote a mojarte.
Y como descubrirás muy pronto, apenas hay decisiones correctas, las consecuencias de nuestras acciones son generalmente impredecibles, y si intentas "ir de buenas", esa actitud clásica que muchos tomamos por ejemplo en los juegos de rol, aquí la vas a liar, es muy realista en ese aspecto, y no necesariamente hacer "el bien" es el camino adecuado para alcanzar los objetivos de los personajes, algo que nos ha encantado.
Por si no fuera poco apechugar con unas decisiones cuyas consecuencias son muy difíciles de predecir, también nuestras acciones afectan a la relación que tenemos con los personajes secundarios, algo que puede desembocar en diferentes vías argumentales, y que de manera muy inteligente el juego te muestra en pantalla. Al tomar ciertas decisiones, un mensaje te dice si tu relación ha empeorado o mejorado con ese personaje -o con la opinión pública, algo que acaba siendo muy importante-, y esa información va a condicionar tus siguientes acciones, porque por lo general a todos nos gusta caer bien a los demás, siendo una decisión de diseño controvertida pero muy audaz.
Como lo es la llamada tabla de flujo, un esquema o árbol que aparece al finalizar cada capítulo y que nos muestra el camino argumental que hemos tomado, todas nuestras decisiones y acciones lo que es más importante, todos los caminos que hemos dejado de ver, no de manera explícita claro, eso tendremos que descubrirlo rejugando los capítulos. De esta manera Quantic Dream pone sus cartas al descubierto sobre la mesa y nos deja ver claramente las tripas de la obra, en un ejercicio de honestidad con el jugador bastante sorprendente.
Esta idea que en un principio no nos acababa de convencer del todo, preferíamos ser ignorantes y desconocer los trucos narrativos del relato, lo que se esconde entre bambalinas, pero acaba funcionando realmente bien, y te empuja inevitablemente a querer rejugar los capítulos, siendo también una especie de demostración de músculo por parte del estudio, "mirad qué grande es nuestro juego, cuánto caminos y decisiones hay, te estás dejando un montón de cosas por ver". Una respuesta decidida a una de las mayores críticas a sus anteriores trabajos.
En una primera partida, que puede durar unas 8 horas, y que es sin duda la más importante y la que va a quedar para el recuerdo, apenas habrás visto, más o menos, un 50 o 60% de todos los momentos de la aventura, y es casi obligatorio jugar una segunda partida, e incluso una tercera, para exprimirlo del todo. Evidentemente recomendamos ponerse a rejugar escenas una vez hayas acabado el juego por primera vez, no antes, aunque ya os advertimos que no vale jugar varias veces un capítulo para verlo todo, ya que hay decisiones que se van acumulando y que afectan a capítulos posteriores.
Viendo las diferentes situaciones y rutas de cada capítulo obtenemos unos puntos que sirven para desbloquear algunos extras interesantes, como galerías de arte, modelos de los personajes, la banda sonora y documentales, cortos y tráilers. Y hay un coleccionable en forma de unas revistas que aporta mucho a la narrativa, ya que nos dan información y contexto sobre el mundo del juego que no obtenemos de otra manera, y que ayudan a sumergirse en el relato, y hacen todavía más interesante el futuro que han construido, sorprendentemente realista y convincente, parece totalmente posible y a la vuelta de la esquina.
Ya hemos hablado antes del gran ritmo que tiene, y no solo porque se vayan mezclando las historias de los tres personajes y los capítulos no sean demasiado largos -unos 15 o 20 minutos-, sino también porque los diálogos suelen ser bastante breves y directos, y nunca te puedes relajar y soltar el mando. Hemos visto muchos juegos de acción con diálogos y cinemáticas más largas que en Detroit, se nota que se han esforzado mucho por mantener al jugador enchufado, y nunca pasa demasiado tiempo sin que tengas que pulsar un botón, mover la cámara o al personaje, lo que junto a la interesante historia que nos están contando y la incesante toma de decisiones hacen que sea una aventura divertidísima, que se devora.
Hasta ahora no hemos hablado del control o mecánicas porque no hay demasiado que decir, sigue la línea de los anteriores juegos de Quantic Dream, con unos controles muy sencillos, interactuando con el entorno con diferentes movimientos del stick derecho, usando el resto de botones en los QTE, y algunas de las características del DualShock 4, como el control por movimiento o el panel táctil. Estos controles funcionan perfectamente y de manera bastante intuitiva, y se nota que llevan muchos años trabajando sobre estaba base.
Como veis todo son halagos hacia Detroit, ¿hay algo que no nos haya gustado? Pues cierto detalles argumentales o resoluciones de las tramas que no podemos entrar a detallar o explicar porque son spoilers, y que además son muy subjetivos, por lo que no tienen demasiada importancia. Es una aventura muy redonda, que nos ha dejado un excelente sabor de boca, y que vemos casi imposible que decepcione a nadie, y más teniendo en cuenta que a estas alturas con un juego de Quantic Dream ya sabes a lo que vas, y han realizado aquí sin duda su mejor obra, la más pulida, completa e interesante.
Y todavía no hemos hablado de su espectacular apartado gráfico, no recordamos un juego como Detroit que tantas veces haya rozado con la yema de sus dedos el fotorealismo, algo que ahora nos creemos se puede alcanzar en unos pocos años, ya en la siguiente generación de consolas. Evidentemente hay altibajos, no todas las escenas mantienen el mismo nivel visual, simplemente por las circunstancias y la ambientación de cada escena, pero Quantic Dream ha cuidado hasta el extremo cada centímetro del juego, siendo impecable visual y técnicamente.
Y más allá del poderío técnico queremos destacar, como en God of War, su calidad cinematográfica, algo si cabe más importante en una aventura que se una especie de película interactiva, y lo que ha conseguido David Cage y su equipo en cuanto a la fotografía, dirección, composición de planos, uso de lentes e iluminación es simplemente fascinante, a la altura de cualquier gran film. Unas imágenes de gran fuerza que no son solo una virguería visual, sino como una valiosa herramienta narrativa, con un uso del color y las cámaras que de manera sutil acentúan las emociones en el jugador.
El sonido también es una pasada, con hasta tres compositores para realizar la banda sonora, uno por cada personaje protagonista, con unas melodías que dan en el clavo y acentúan los sentimientos en cada escena, y un doblaje al castellano excelente, muy cuidado, una vez más en un juego de Sony, algo muy importante en un juego tan cinematográfico como este.
El mejor juego de Quantic Dream
Detroit: Become Human es el excelente resultado de un estudio que lleva apostando durante 20 años contra viento y marea por hacer un tipo de videojuego diferente, con una fórmula llena de personalidad y que nadie se ha atrevido a imitar con semejantes valores de producción, y que dota al catálogo de PlayStation de una experiencia única, que difumina la barrera que separa al cine de los videojuegos, cogiendo lo mejor de ambos medios.
Todas las virtudes de los anteriores trabajos de Quantic Dream están aquí presentes con su mejor cara, se deja por el camino algunos de sus mayores defectos, y apuestan por un relato atemporal pero a la vez de rabiosa actualidad, que toca temas trascendentales del ser humano y problemas con los que todos tenemos que convivir cada día, lo que hace más emocionante si cabe su historia y personajes.
Una aventura muy especial, única e incomparable, que demuestra la madurez y diversidad de apuestas en una industria de los videojuegos que pese a lo que puedan decir algunos agoreros, todavía está lo mejor por llegar.
Hemos realizado este análisis en su versión de PS4 Pro con un código de descarga que nos ha proporcionado Sony.