Análisis de The Messenger (PC, PS4, Xbox One, Switch)
Casi por sorpresa, The Messenger fue anunciado a principios de este año por el estudio indie Sabotage. Un título que pudimos ver en acción hace bien poco en un extenso vídeo gameplay que os dejamos a continuación para que os hagáis una idea bastante clara de lo que nos va a deparar.
Una obra que, como han dejado claro sus diseñadores principales (dos veteranos de la industria como son Thierry Boulanger y Martin Brouard), está inspirada por esa joya de las aventuras de acción y plataformas de 8 bits que fue Ninja Gaiden… así como por otra igual de legendaria: Metroid.
Dos obras que muchos de nosotros veneramos… y que, por cierto, ya empezamos a echar de menos la llegada de nuevas entregas.
Jugabilidad clásica y absorbente
En cuanto al argumento, ciertamente la narrativa es un tanto secundaria… aunque tiene su gracia. Nos ha sorprendido gratamente el sentido del humor que derrocha la aventura y que se deja entrever durante muchos de los diálogos (textos en español) que tienen lugar entre los diferentes personajes y enemigos, especialmente el de un tipo de aspecto extraño que regenta una tienda muy especial de la que más tarde os hablaremos.
Centrándonos nuevamente en la historia que se halla detrás de The Messenger, nosotros adoptamos precisamente el papel de dicho mensajero. Un ninja al que debemos bautizar con el nombre que deseemos y que tiene una misión inicial (luego ésta se modifica) muy concreta: portar un manuscrito a un lugar situado en la cima de una montaña glacial. ¿Y para qué? Eso es algo que descubriremos sobre la marcha, pero está ligado a lo que sucede justo cuando arranca el juego y que guarda relación con un héroe legendario del Oeste, un ejército de demonios y la aniquilación de la mayoría de los miembros de la aldea natal del protagonista.
Las similitudes que guarda este trabajo de Sabotage con la citada saga Ninja Gaiden son más que evidentes y se dejan notar de manera muy especial en el comienzo, que viene a ser la primera parte del juego. Pero también es necesario afirmar que, a pesar de eso, The Messenger es una aventura que goza de bastante personalidad y que más allá del sentido del humor del que ya os hemos hablado, también posee otros muchos ingredientes inéditos en las sagas de Ryu Hayabusa y Samus Aran.
El desarrollo de esta primera porción de la aventura es muy tradicional. Bajo un scroll horizontal multidireccional en 2D debemos ir superando cada uno de los niveles, una docena, los cuales gozan de una extensión más o menos generosa y constan de un buen número de "pantallas", por así denominarlas, un estilo muy ligado a la era de los 8 bits especialmente. Dichas fases suelen presentar un diseño relativamente enrevesado, sobre todo una vez superados los primeros compases, y en muchas ocasiones esconden diferentes secretos, rutas ocultas, manivelas y palancas de apertura y demás elementos que aportan más dinamismo y picante al transcurso del juego.
La acción es uno de los componentes más importantes que forman parte de la jugabilidad. Existen un buen número de adversarios, monstruos y demonios que andan diseminados por los fondos y que obstaculizan nuestro avance. ¿Y qué pasa cuando morimos? Pues que regresamos al último punto de control… con la consabida aparición de una criatura muy curiosa que, a cambio de devolvernos la vida, nos pide una cantidad determinada de cristales, que viene a ser la moneda del juego. Una forma no demasiado brusca ni frustrante de penalizar la falta de habilidad con el mando en nuestras manos. Por supuesto y al tratarse de un título retro, no faltan los enfrentamientos contra una buena colección de jefes finales, algunos de ellos realmente graciosos y otros relativamente duros.
Las secciones plataformeras también tienen su protagonismo, claro que sí, y resulta bastante frecuente tener que calcular bien nuestros saltos para no acabar en las profundidades de algún precipicio o, peor aún, sintiendo las afiladas puntas de los clásicos pinchos letales. Un ingrediente jugable que, junto con la exploración de los fondos (que ocultan varios secretos interesantes), terminan dando forma a un sistema de juego muy clásico y absorbente… al que se añaden otros elementos adicionales.
El toque RPG, casi indispensable en nuestros días en prácticamente cualquier producción sea del tipo que sea, también ha sido introducido. En determinados portales que actúan como puntos de control cuando perecemos es posible ir a parar a una tienda regentada por un tipo muy particular. ¿Y qué podemos hacer allí? Pues además de charlar con dicho personaje (que merece bastante la pena), también podemos cambiar los cristales que vamos obteniendo a medida que progresamos por mejoras para nuestro ninja: mayor resistencia, la capacidad de lanzar shurikens o ganar valiosos puntos de vida adicionales son algunas de las mejoras que están a nuestra disposición.
A todo esto que os acabamos de comentar se suman otras virtudes más. Para empezar, el control del personaje es simplemente perfecto y es un auténtico placer recorrer los fondos mientras realizamos todas las acciones y movimientos que es capaz de efectuar el protagonista, ya sea trepar por las paredes, usar su katana, agacharse, usar un gancho o realizar el paso de nube (una especie de doble salto con un ataque aéreo entre medias).
Hasta aquí llega todo lo que tiene que ver con la "primera parte" de la que consta esta aventura. ¿Cómo que la "primera parte"? Eso es, porque cuando llegamos al que debería ser el final del juego (unas tres horas), es decir, cuando entregamos el manuscrito a otro portador, en lugar de asistir a la pantalla de créditos, el título experimenta una fabulosa y excepcional metamorfosis: ¡se convierte en un metroidvania en plan 16 bits! Una idea increíblemente maravillosa que seguramente (¡rezamos para que así sea!) va a ser imitada de ahora en adelante por otros lanzamientos: se admiten apuestas.
Es decir, que la jugabilidad se modifica sensiblemente dado que en este caso el backtrackeo y el hecho de poder ir de una zona a otra del mapeado a través de puntos de teletransporte se convierte en una de sus principales características. Los 12 niveles previamente recorridos amplían sus dimensiones y es posible explorarlos con libertad, ayudándonos ésta vez de un mapa que va completándose a medida que exploramos. Por cambiar, hasta la misión que tenemos por delante también se ve alterada, siendo en este caso necesario encontrar una serie de notas musicales mágicas que están dispersas por los fondos.
Pero lo más interesante de todo es que es posible alternar entre dos versiones del mismo mundo, el pasado (estética 8 bits) y el futuro al que vamos a parar, donde todo goza de un estilo en plan 16 bits, ¡una pasada! Es como si fuera magia, recordándonos un tanto a lo que nos dispensó Metroid Prime 2: Echoes. ¿Y para qué? Pues para encontrar nuevas rutas, por ejemplo, cambiando también la disposición de los adversarios y otros detalles adicionales. Podríamos daros más datos de todo lo que tiene que ver con esta "segunda parte" del juego, pero pensamos que es ir demasiado lejos y puede spoilear la sorpresa a algunos usuarios. De hecho, confesamos que incluso hemos sopesado la posibilidad de no explicar de forma tan evidente dicha "parte 16 bitera", pero su impacto en la aventura es tan grande que nos parecía injusto no hacerlo.
Debido al buen trabajo realizado por los desarrolladores la jugabilidad que acapara esta aventura de acción y plataformas en 2D es sensacional, siendo una de las sorpresas más llamativas dentro de la escena indie de las que se han producido últimamente. Pero, ¿no tiene sus defectos? Por supuesto que sí, pero éstos no nos han parecido demasiado severos. De entrada puede que el elenco de enemigos sea algo escueto, aunque sí que es verdad que la cantidad de jefes finales a los que debemos sobreponernos compensan de sobras dicha carencia.
Pero puede que el "inconveniente" más importante que algunos usuarios (los más expertos y nostálgicos) puedan encontrar en esta producción sea su nivel de dificultad. Y no porque éste haya sido al ajustado o medido, sino porque el legendario y súper exigente nivel de dificultad inherente a la saga en la que se inspira la primera parte de la aventura, Ninja Gaiden, ha quedado aparcado en esta producción. No nos entandáis mal, The Messenger posee un nivel de dificultad bien ajustado y no es ningún paseo, pero entre los numerosos puntos de control que están repartidos en cada nivel y el hecho de que ni tan siquiera los jefes finales sean extremadamente duros (algunos los hemos derrotado a la primera), desde luego no estamos ante un título especialmente desafiante. Una característica (que no defecto en sí mismo, para nada) que puede no terminar de convencer a ciertos jugadores.
En términos técnicos, estamos ante una aventura que presenta un acabado gráfico a caballo entre la estética 8 y 16 bits. Nos ha llamado especialmente la atención la gran variedad de entornos que es posible visitar, algunos incluso aderezados por zonas subacuáticas, pudiendo atravesar parajes tan diferentes como bosques, cuevas, alcantarillas, pasos montañosos y un largo etcétera.
El aspecto que muestran los personajes tampoco está nada mal, y aunque como os acabamos de comentar hemos echado en falta una mayor variedad de adversarios, los que se dejan ver muestran buenos diseños. Las plausibles animaciones del protagonista y el acertado uso de la paleta de colores terminan dando forma a un acabado sencillo pero aparente y que posee mucho encanto.
En cuanto al sonido, lo que más nos ha gustado con diferencia es la sensacional banda sonora que nos acompaña durante toda la aventura. Diseñada por el artista Rainbowdragoneyes, una auténtica celebridad en la elaboración de música de carácter chiptune, todos los temas han sido creados mediante la herramienta FamiTracker para imitar el sonido tan particular de nuestras adoradas NES y SNES. Y el resultado ha sido excelente. Los efectos sonoros cumplen, aunque tampoco es que sea de los aspectos más destacados de todos los que ostenta la aventura.
Acción y plataformas deliciosas en 2D
Por sus características, The Messenger no es un título más, ni mucho menos. Se trata de una obra que seguramente va a recibir multitud de premios dentro de la escena indie y que, al menos a nosotros, nos ha parecido sobresaliente. Su estilo retro puede no convencer a cierto grupo de jugadores pero, en cambio, agradará plenamente a los entusiastas de la acción y plataformas de desarrollo tradicional en 2D así como a los aficionados a las aventuras de estilo metroidvania. Un título cautivador desde el primer instante.
Hemos realizado este análisis en su versión de Nintendo Switch con un código proporcionado por Cosmocover.