Quién nos iba a decir que aquel mono que tiraba barriles al bueno de Mario se convertiría en uno de los mejores plataformas décadas después. Un juego que significó un golpe encima de la mesa, que muchos recogieron como un reto. En aquellos años, los ochenta, los arcades eran apenas unos muebles que copiaban muchos juegos de éxito con pocos géneros "videojueguiles" explorados hasta entonces.
La idea de Nintendo con Donkey Kong funcionó y divirtió a millones de personas, pero después de desaparecer en el tiempo con sus secuelas, pensaban volver. Como sabemos, Donkey Kong fue un personaje creado por Shigeru Miyamoto, y que junto a Mario Bros (anteriormente conocido cómo Jumpman), lideró un éxito difícil de repetir.
Pero el destino quiso que la vuelta de este personaje la vistiera una compañía ajena a Nintendo, y Rareware, la encargada, consiguió un juego de diez, con unos gráficos y banda sonora que marcaron un antes y un después en la industria, además de que fue pionera en las técnicas que utilizaron (Stardust de Amiga también lo intentó).
Con un Miyamoto pendiente del juego, Donkey Kong Country fue un plataformas casi perfecto, con una jugabilidad medida al milímetro y un espectáculo audiovisual al alcance de pocos. Logró más de nueve millones de copias vendidas, ¿recordamos por qué?
Cuando los megas pesaban
Hablamos de un juego lanzado justo en el año en el que el Compact Disc estaba llegando para sustituir a los cartuchos como medio de almacenamiento. Donkey Kong Country tenía el desafío de apagar los fuegos que otros sistemas intentaban vender como el futuro. Ya que hablamos del Mega CD para Megadrive, podemos decir que muchos de nosotros recordamos aquel mítico anuncio:
La generación de los 16 bits estaba llegando a su ocaso, pero el juego de hoy logró un golpe tan fuerte, que muchos se plantearon cambiar de plataforma, ya que los 16 bits parecían haber entrado en una nueva y desconocida era. El mayor impacto vino por la parte gráfica. Arriesgó usando la conocida técnica de pre-renderizar modelos en tres dimensiones, para luego imprimirlos sobre sprites que conseguían contar con volumen real.
Esta apuesta resultó ser un plataformas de scroll lateral, con unos gráficos impensables en una consola de 16 bits. El juego empezaba con una intro en la que veíamos a Cranky, el mono del Donkey Kong original, con un tocadiscos antiguo. ¿Recuerdas su introducción?
Hasta el logo de Nintendo se había renovado para la ocasión, ya que iba a ser retratado con su correspondiente pre-renderizado. La música también es recordada por su tremenda calidad. Los chips sonoros de Super Nintendo pusieron a prueba el inmenso talento que escondía Rareware. Su banda sonora sigue sorprendiendo hoy en día, pero en los noventa el impacto fue evidentemente mayor.
El cartucho nos ponía en la piel del sobrino del Donkey Kong original, y nos cuenta cómo han sido robados los plátanos que guardaban celosamente en su almacén en la jungla. Y es desde ese mismo momento en el que tomamos control del renovado mono, usando un botón para atacar, arrollando, y para correr, dejándolo apretado.
El clásico salto hace que Donkey Kong demuestre su agilidad, uniéndose a Diddi Kong, el pequeño chimpancé que le acompañará y ayudara durante sus nueve mundos. Desde el principio nos dimos cuenta de que el control respondía a la perfección a todas y cada una de nuestras exigencias, y se notaba un cuidado y un mimo por llegar a esa perfección que se hacía antaño.
Las fases nos mostraban unos paisajes imponentes, como nunca antes habíamos visto, y cada palmera, cada personaje y cada enemigo parecían de verdad ser en tres dimensiones. La inversión que necesito Rareware para lograr esto, fue tan grande, que se habló de que de no haber tenido el suficiente éxito, podrían haber entrado en bancarrota.
Y vaya si funcionó, ya que todos los niveles de los que se compone Donkey Kong Country son gráficamente sobresalientes, tanto en diseño cómo jugablemente, ya que, como sabemos, el juego nos recompensaba por cada nuevo descubrimiento, en forma de barriles ocultos, monedas y plátanos a recoger. Un juego con un envoltorio bonito que ensalzó con una jugabilidad a la altura, y una rejugabilidad única, recordando aquel mítico 101% que podíamos conseguir en la aventura.
Donkey Kong Country fue, y sigue siendo, uno de los mejores plataformas que salieron precisamente en la época dorada de los videojuegos. La historia no estará completa si no aparece este juego en muchos de sus renglones, ya que a día de hoy, sigue siendo bueno, divertidísimo y uno de los mejores retos que te encontrarás en un plataformas de dos dimensiones, sí, ¡de dos dimensiones!