Mientras suspiramos al recordar a la Capcom de antes, volvemos exactamente a eso, a rememorar a la gran Capcom que en los noventa nos sorprendía con juegos diferentes, arriesgados, pero además, tremendamente divertidos. Esa magia que muchos creemos casi ha desaparecido es lo que hacía que cada nuevo juego de Capcom fuera muy esperado, sabiendo la fama que le precedía y los buenos juegos que fue apilando en una época dorada muchos creen ya pasada.
MERCS fue uno de esos juegos en los que, con unos pocos segundos viendo la pantalla, sabíamos todo lo que necesitábamos saber y ya teníamos ganas de jugar con él. Con apenas saber algo de la mecánica y una corta explicación de la historia ya sabíamos hacia dónde ir, por eso recordemos esta versión lanzada en arcades y versionada a Mega Drive, Master System y Amiga, con unas grandes conversiones, y en microordenadores, con diferentes resultados.
De aquellos juegos que nunca engañan
MERCS fue un juego que de principio a fin unía unos buenos gráficos, con una gran jugabilidad y cañera banda sonora. La historia ponía en la piel de un súper soldado entrenado para salvar al presidente de los Estados Unidos, que ha caído en manos de unos mercenarios que lo han llevado hasta la selva.
Con esta misión entre ceja y ceja, nos poníamos a los mandos de un "shoot and run" vertical inspirado en Ikari Warriors, sucesor de Commando, de 1985. La perspectiva isométrica nos regalaba, en su versión arcade, unos buenos gráficos con unos escenarios con bastante detalle, unos sprites generosos y unas animaciones también "made in Capcom".
Podíamos movernos en ocho direcciones mientras disparamos un arma principal con un botón, y un ataque "megacrush" para el segundo. Los jugadores respondían de manera precisa a la tarea de disparar y esquivar enemigos, unos enemigos que también destacaban por su buena tarea gráfica, no escatimando demasiado en animaciones y con unos regalos en forma de grandes y memorables jefes finales para superar el nivel.
Los diferentes ítems que podíamos recoger, a lo largo de los seis niveles que lo componían, eran muy útiles, y que nos ponían las cosas algo menos difíciles, ya que a pesar de no ser un juego excesivamente complicado, tampoco era fácil. Estábamos ante un arcade "de los de antes", un arcade puro y duro, y que nos daba la oportunidad de soltar adrenalina, ya que el juego tuvo algunas situaciones donde nos ponían las cosas muy difíciles.
La música de MERCS tenía una banda sonora contundente, donde el frenético ritmo se fundía con la propia jugabilidad, haciendo saber al jugador que no se le daba ni un segundo de respiro.
Joseph Gibson, Howard Powell y Thomas Clarke son tres de aquellos tipos que se quitaban la camiseta "para hacer el trabajo", de aquellos héroes de entonces que vimos en películas como Rambo. Las mencionadas seis fases del juego nos llevaban a diferentes zonas hasta poder terminar la tan seria tarea de traer de vuelta al presidente. A medida que avanzamos, los enemigos se iban haciendo más fuertes, y nos iban atacando cada vez en mayor número.
El arcade contó con un modo de hasta tres jugadores simultáneos que perdieron las demás conversiones, y hay que decir que aunque en ocasiones nos podíamos perder algo, el escenario en vertical nos dejaba seguir bien a nuestro mercenario. Las cajas repartidas por los escenarios nos iban regalando un diferente arsenal con el que nos ayudaban en un juego en el que llegábamos a montar en un jeep cargado hasta los dientes de misiles o recorrer un río en lancha motora.
Esto hizo que MERCS se convirtiera en un gran título que muchos recuerdan, y por ello también contó con tantas conversiones, donde Mega Drive y Amiga obtuvieron las mejores versiones gráficamente, y en las demás se lograron conversiones de éxito y otras de algo menos.
El juego de Capcom resultó un éxito, en una época en la que queríamos meternos en una selva a disparar a todo lo que se moviera, y eso es precisamente lo que ofrecieron.
A pesar de no cambiar la industria, MERCS logró ser un gran juego que el público reconoció, y a día de hoy lo podemos recuperar en algún recopilatorio y en la Consola Virtual, y por el que, a pesar de ser un juego de hace veinticinco años, sigue siendo un divertido, directo y honesto, como los títulos de Capcom de siempre.