No es la primera vez que en la industria de los videojuegos se plantea potenciar una consola, en el pasado a través de un add-on, con el que convertíamos a nuestra querida consola en una máquina de mayor potencia, dándole acceso a videojuegos únicos.
Sistemas como el famoso Famicon Disk, capaz de leer los disquetes en los que Nintendo lanzó varios juegos sólo para Japón, o los más famosos Sega Mega CD y Mega Drive 32X, dos de los dispositivos que Sega usó para potenciar a Mega Drive -lanzada en 1988-, y con los cuáles pretendía potenciar y aprovechar el nuevo formado CD, para ofrecer unas bandas sonoras nunca oídas, vídeos y un formato más barato y con muchas posibilidades.
Este primer intento, en el año 1991, dotaba a Mega Drive de una segunda CPU trabajando en paralelo, capaz de mostrar efectos que otras consolas como por ejemplo Super Nintendo ya tenían de fábrica. Esto hizo que, a pesar del evidente avance que suponía este sistema, fracasó de la misma manera que Mega Drive 32X, un nuevo hardware de 32 bits que movía polígonos, y que se lanzó muy tarde, a la vez que PlayStation y Sega Saturn, algo que visto en perspectiva fue una locura.
Los dos sistemas no despegaron, por sus elevados precios, por sus escasos lanzamientos y porque no llegaron en el momento oportuno. Sea como fuere, Mega Drive 32X tuvo una de las mejores y más recordadas campañas de publicidad de la Sega más cañera en plenos años noventa.
De un delfín a un ave
A pesar de hablar del batacazo que significó para Sega plantear estos dos sistemas, y de la mella que pudo hacer en sus fieles seguidores, el sistema de potenciado de 32 bits recibió algunos juegos dignos de recordar como Kolibri de Novotrade. Los padres de esta creación son los mismos que dieron vida a Ecco the Dolphin -un buen juego aunque llegaba a ser pesado-, y que en esta ocasión se sacaron de la manga una aventura en forma de shoot 'em up, con unos puzles que redondeaban un juego del que pocos, muy pocos, pudieron disfrutarlo en el pasado.
El cartucho empezó por aprovechar la potencia extra que daba Mega Drive 32X para demostrar lo que podía ser un matamarcianos con multitud de enemigos en pantalla, cientos de disparos a la vez y con una fluidez asombrosa, demostrando claramente que estábamos ante algo diferente. Gráficamente nos encontramos ante un juego atípico, y mucho, ya que su temática ha sido apenas utilizada en la historia, puesto que en Kolibri nos encontramos con otra demostración de Novotrade para crear espacios y entornos bellísimos, que evidencian que seguían existiendo compañías que aún mimaban las dos dimensiones.
El colorido y los diferentes planos de scroll hicieron que sobresaliera un apartado ya de por sí bueno, puesto que muchos de estos planos estaban además perfectamente implementados en la jugabilidad y tenían sentido. El sistema de control respondía a la perfección, y mientras empezamos con un disparo simple para atacar a los enemigos, llegamos a usar diferentes tipos de ataques para la peligrosa fauna que nos ataca.
La historia nos cuenta la existencia de un cristal capaz de crear vida, y de otro que destruía lo que el primer cristal creaba. Para ello se le da el cristal benigno antes de que fuera destruido, y somos la última esperanza para salvar el mundo, siendo el ave más pequeña del mundo y desafiando a una fauna muy viva, a través de veinte fases que además, podremos disfrutar con un amigo y multiplicar la diversión.
Tenía una curva de dificultad bastante acertada, aunque no nos debemos olvidar que es un juego de mediados de los noventa y era un hueso duro de roer, ya que los últimos niveles nos ponían las cosas bastante complicadas, a pesar de que el juego no tiene contador de vidas y contaba con un útil sistema de contraseñas, que nos permitían probar suerte una y otra vez con aquella pantalla que no lográbamos terminar.
El apartado musical nos regaló unas bellas melodías, acordes con la flora y fauna que disfrutábamos en pantalla, aunque los efectos de sonido no eran tan inspirados, a pesar de rayar a buen nivel. Los power ups de mejoras de disparos y escudos completan un videojuego tan diferente como digno de ser probado sólo o con un amigo simultáneamente. A pesar de que fue lanzado en un sistema que se quedó en el olvido, podemos decir que Kolibri es un juego bello, fácil de jugar y profundo en su concepción, que nadie se ha dignado a rescatar de alguna manera.