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Una mirada semanal al pasado, recordando grandes juegos clásicos y momentos de la historia del videojuego.

30 años jugando

Desde la época el primer contacto hasta la confirmación de los videojuegos como afición.

Algunos llevan más y otros menos, pero la mayoría de nuestros lectores llevan unos años en el mundo de los videojuegos. La afición a los videojuegos es como cualquier otra, un ocio más al que dedicar tiempo. Realmente lo que nos diferencia es que nosotros seguimos teniendo la misma afición que hace 15 o 20 años; lo que ocurre es que por norma general, tenemos menos tiempo para dedicar a los videojuegos y más juegos a los que jugar. Vamos a ver cómo, puramente desde el punto de vista del jugador, se contempla esta evolución. Vamos a dejar de un lado los aspectos críticos de los juegos para centrarnos en las sensaciones y recuerdos de alguien que lleva treinta años jugando.

El inicio

Como todo en la vida, la afición al mundo de los videojuegos tiene un comienzo. El comienzo pudo ser en un salón recreativo, en casa de un amigo o por medio de un regalo, pero no fue así. En el caso que nos ocupa fue un encuentro casual con una Game & Watch de Donkey Kong que tenía un chaval en la piscina pública. Por supuesto en ese momento no se sabía nada de Game & Watch y mucho menos de Donkey Kong o aquel Jumpman que con el paso del tiempo nunca dejaría de saltar (se convertiría en Mario Bros.). Aquello se llamaba maquinita y funcionaba con un par de pilas de botón. Aquel aparato embelesó a más de un niño, ese cacharro tenía algo que te mantenía atrapado en su pantalla monocroma. Pero aquellas máquinas eran caras y casi nadie podía permitírselas, así que la mayoría teníamos que conformarnos con mirar como otros jugaban y teníamos suerte si nos dejaban probar aunque fuera durante unos momentos.

Después de aquello conocimos las consolas Atari y las réplicas de las mismas con multitud de juegos dentro. Quizá la primera consola que tuvimos muchos de nosotros fuera aquella Atari con muchos juegos dentro. Sin duda alguna juegos como Pitfall o el legendario juego de Volleyball hicieron pasar muy buenas tardes. Aquel mando con stick y un solo botón hizo las delicias de muchos. Juegos tan recordados como Montezuma o Pole Position. Pero destacando un juego me quedaré, sin ser el mejor, con Pitfall. Este juego tenía cosas que hacían volar tu imaginación por encima de todo.

Te ponía en la piel de un aventurero al más puro estilo Indiana Jones. Era una época en la que pasabas las tardes de los sábados viendo películas de aventuras y leyendo aquellos libros resumidos e ilustrados maravillosamente como La Isla del Tesoro o Tom Sawyer. Si bien aquellos juegos no tenían un guión puramente dicho ni tampoco un argumento sobresaliente, era nuestra imaginación la que ponía trama a aquella amalgama de pantallas llena de cuadraditos de colores que formaban, serpientes, cocodrilos, escorpiones y demás fauna de la jungla de Pitfall.

Reconozcamos que muchos de nosotros llegábamos tarde a las "generaciones", y que cuando unos pocos afortunados disfrutaban de una NES a finales del año 1986 o principios del 1987, el resto seguíamos con nuestra Atari o sucedánea.

Empieza la afición

A finales de los 80 mucha gente contaba con sistemas domésticos como Spectrum, Nes, Master System, etc. Otros nos conformábamos con sistemas clónicos o simplemente con "la Nintendo falsa" si es que la teníamos. Sin embargo, hay un detonante que nos marcó a muchos, y fueron los salones recreativos. Casi todos recordamos cuando entramos por primera vez en un recreativo o cuando echamos la primera partida. Algunos apenas llegábamos a los mandos cuando jugamos la primera vez y teníamos que montarnos en un taburete. Uno de los juegos que más me impactó fue Ghost & Goblins. Estaba recién llegado al salón cuando eché mis primeros cinco duros, no pase ni del cementerio inicial, aunque maté unos cuantos zombis. En esta época las recreativas se convirtieron en el referente técnico con cosas que solo podíamos soñar con ver en nuestra casa.

Todos tenemos un juego fetiche que nos marcó, todos tenemos un juego que es el motivo de que nos preocupemos por las novedades que salen y que nos guste hablar de videojuegos. Para muchos de nosotros este juego es Street Fighter II. Somos muchos los que entramos un día en el salón recreativo de nuestro barrio o pueblo y vimos como un tío rubio y otro tío moreno se lanzaban kamehames de un lado al otro de la pantalla. En un momento en que el furor que causaba Bola de Dragón era grandísimo, ver a alguien que parecía Goku en un videojuego superaba todas tus expectativas. Por supuesto con el tiempo te enteras de que nada tiene que ver con la mítica serie de televisión y de que aquellos dos luchadores de llaman Ken y Ryu, pero lo que no sabes es que te acompañarán a lo largo de toda tu vida de jugador.

Volviendo un poco atrás, a la época de NES, recordamos también juegos como Mario Bros. o el mismísimo Zelda. La época de los 8 bits es una de las épocas que con más cariño recordamos algunos de cuantas hemos pasado. Dos consolas competían por el trono y como casi siempre Nintendo se llevo la gloria, pero más allá de todo esto estaba la diversión. Sin duda mi juego favorito de esta época era Alex Kidd in Miracle World para Master System. No sé porque, pero aquel muñeco orejón tenía algo que la mayoría de juegos, o bien no tenían, o bien yo no era capaz de ver.

Aquellos momentos con el helicóptero o los enfrentamientos con los jefes a piedra, papel, tijera se quedaron grabados en la memoria de más de uno. No quiere decir que Alex Kidd fuese uno de los mejores juegos de la generación. A veces recuerdas un juego o una vieja película y ese recuerdo que tienes grabado, aunque difuso, te transmite claramente las sensaciones de aquellos momentos pasados. Con esto queremos decir que hay juegos que no han envejecido bien y no por eso son malos. Muchas veces es mejor no volver a poner ese viejo juego para no alterar el recuerdo que tenemos de él, a veces es mejor dejar los recuerdos como están. Quizá ahora más de uno ponga un juego al que tiene especial cariño y no le parezca tan bueno como se lo pareció en aquel momento, pero no seré yo quien desempolve la vieja Master System para ponerme a los mandos de nuevo de Alex Kidd.

Casi ninguno de nosotros teníamos en aquella época más de una consola (si es que teníamos alguna, claro) y por eso las tardes se pasaban en casa de amigos que si la tenían, cambiando el mando de manos constantemente. Hoy lo niños juegan en su casa, conectados a internet muchos de ellos, y en muchas ocasiones los videojuegos no unen como lo hacían antes. Te hacías amigo de alguien sólo para cambiar juegos con el, pero lo que solía ocurrir es que al cabo del tiempo os hacíais amigos de verdad y resulta que aquellos Castlevania o Sonic os habían acabado uniendo.

Son momentos estos en que poco a poco vas metiéndote en el mundo de los videojuegos, en los que no sólo disfrutas jugando sino que piensas en los juegos del mismo modo que piensas en los personajes de tus series favoritas o en tu equipo de fútbol.

Hablando de videojuegos

Como decíamos, poco a poco vas adentrándote en el mundillo de los videojuegos y con la llegada de las consolas de 16 bits y aquellas poderosas placas de Neo Geo va creciendo tu afición. De repente un día te encuentras hablando de los videojuegos que van a salir al mercado, compras revistas y escuchas aquel programa de radio llamado Game 40. Es entonces cuando te das cuenta de que esto va para largo, que el tiempo pasa y los juegos crecen igual que tu.

Es una época maravillosa como jugador con versiones de recreativa que llegan a directamente a tu consola. Poco te importaba entonces que aquellas conversiones no fueran lo más óptimas posibles o que te encontraras con juegos que no iban a la velocidad original y tuvieses que jugar con bandas negras en la pantalla. De hecho te importaba poco porque ni siquiera sabías nada de esto, lo único que te importaba era jugar.

Desfilan ante ti por aquel entonces juegos tan poderosos como Sonic en Mega Drive o Super Mario World en Super Nintendo. Discusiones interminables entre amigos por ver que consola es mejor, si la de Sega o la de Nintendo. Defendías tu consola a muerte, como si te fuera la vida en ello. Se forman camarillas de Segueros y Nintenderos, de aquellos que prefieren Sonic antes que a Mario y viceversa. Las revistas de videojuegos proliferan y cada vez traen contenidos más atractivos para los usuarios, nos traen información de lo que aparece en Japón y nos sirven de placebo ante la tardanza o la no llegada de esos juegos que tanto esperamos. También ocurre que comenzamos a cruzar aficiones y la afición al anime, manga y cómics, muchos de nosotros la ligamos a los videojuegos buscando incursiones en el mundo digital de nuestros héroes favoritos.

Mención aparte merece Neo Geo. Para casi todos nosotros está máquina fue el paraíso de la consola, era algo que sabías que estaba ahí pero que nadie tenía. Un juego de Neo Geo valía más que cualquier consola que tú tenías y, cuando veías aquellos juegos en los salones recreativos y te decían que había una consola que era igual que tener aquello en casa, te entraban ganas de llorar. Te quedabas embelesado mirando aquellos juegos míticos como Art of Fighting con sus sprites gigantes y esa amalgama de colores. Otra cosa era aquello de jugar con los sticks de la máquina. Recuerdo como en una revista sacaron una especie de Stick para acoplarlo al mando de Super Nes pegándolo con pegamento. El resultado no pudo ser peor.

Descubrimiento del PC

Pienso que los jugadores de la época estábamos divididos en dos clases. Los jugadores de consola y los de ordenador. La consola por norma general tenía juegos más parecidos a los arcades de los salones, juegos más directos y menos elaborados que muchos complejos juegos de PC.

Por eso para muchos que veníamos de las consolas también es época de descubrimiento de nuevos géneros y es que la suerte de contar con un PC no estaba al alcance de todos y descubrir juegos como UFO o Ravenloft era apasionante. Al igual que los juegos de estrategia como Command & Conquer o Dune. El PC se convierte en una fuente de juegos casi infinita cuando los del género del rol se abre ante ti y sientes cómo realmente aquello es lo que estabas esperando, ése era el salto. Los juegos en primera persona como Duke Nukem añaden una nueva dimensión de inmersión y la evolución de los gráficos hacen que poco a poco todo vaya cobrando un aspecto más realista.

En otra época era tu imaginación la que hacía que aquel montón de píxeles de Pitfall fuese una serpiente, y ahora son sprites detallados, y más tarde polígonos los que ponen nombre por sí solos a cada una de las formas.

Como ocurre con todo, tus gustos evolucionan y te rindes ante juegos oscuros como Diablo cuando hace unos años buscabas colores vivos, setas y tortugas para pasar una buena tarde. Es inevitable porque del mismo modo que tú vas cambiando lo hacen los videojuegos. Aunque al cabo de los años te das cuenta como el niño que había en ti nunca se ha ido y retomas con una sonrisa en la cara las nuevas entregas de tus héroes de antaño.

Momentos de bajón

Supongo que nos ha pasado a todos, pero a lo largo de la vida de jugador, como con todas las aficiones, hay momentos en los que pierdes el interés, en los que parece que ningún juego te termina de enganchar y abandonas los videojuegos durante tiempo, a veces incluso años. Puede ser que la saturación del mercado o la sobreinformación a la que nos sometemos muchas veces sean los culpables de esto que comentamos.

Pasas un tiempo aislado de este mundillo y no sólo en lo que a jugar se refiere, sino que también dejas de lado el seguimiento de noticias o de novedades que van saliendo. Como digo nos ha ocurrido a casi todos y sucede hasta que, de repente, aparece un juego que llama tu atención, un juego que te hace recuperar la afición. Lo cierto es que todos o casi todos acabamos volviendo aunque nos saltemos incluso una generación completa porque tarde o temprano aparece algún juego mágico que te hace volver.

Como decíamos al principio, algunos llevamos mucho tiempo jugando, han sido muchos juegos los que hemos ido acabando, muchas consolas y muchos amigos. Después llegaron nuevas consolas, nuevas portátiles y varias generaciones después seguimos aquí jugando. Es el título del artículo, "30 años jugando", por aquello de que muchos de nosotros estamos más que maduritos y seguimos aquí en la brecha, con menos tiempo pero con la misma ilusión que cuando éramos niños por la salida de la nueva entrega de nuestro juego favorito. Creo que es una virtud que podamos seguir con la misma afición que cuando éramos niños y espero que siga así mucho tiempo. Buena partida a todos y que sean al menos otros 30 años más jugando.

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