Eddie Murphy, que está preparando Superdetective en Hollywood 4, y que triunfó con el retorno de El Rey de Zamunda en Prime Video, regresa a la plataforma de Amazon con una comedia navideña, Navidad en Candy Cane Lane, que se estrena el próximo 1 de diciembre y que en Vandal hemos podido ver en adelanto. Os contamos qué nos ha parecido y si merece la pena en una crítica sin spoilers.
Navidad en Candy Cane Lane es una pasable comedia navideña que no se toma en serio a sí misma y a la que le falta algo
¡Qué bello es vivir! cambió para siempre las reglas del juego en 1946, con un Frank Capra detrás de la cámara en estado de gracia y con un James Stewart pletórico. Desde entonces raro es el año en el que no aparezca una reformulación de la misma historia, ajustando aquí y allá, y contándonos a las nuevas generaciones distintas tramas en las que alguien descubre el verdadero significado de la Navidad y la familia luego de pasar por algún tipo de trauma o aventura entre dulces, duendes mágicos o árboles decorados hasta la bandera.
Navidad en Candy Cane Lane no es, ni por asomo, tan buena como la película de Capra, pero sí recoge su estructura para contarnos un sucedáneo que tiene algún que otro momento inspirado.
Mezclando ideas de Vaya Santa Claus de Tim Allen -que tiene ahora una serie de televisión en Disney+- y Un cuento de Navidad de Charles Dickens, Eddie Murhpy protagoniza una comedia navideña en la que un hombre tiene la misión de ganar el concurso anual de decoración navideña de su barrio. Sin embargo, todo se complica cuando, tras un despido, Chris (Murphy), sin darse cuenta, haga un trato con una traviesa elfa llamada Pepper (Jillian Bell) para mejorar sus posibilidades de ganar. Lógicamente, la elfa lo hechiza, permitiendo que los 12 días de Navidad cobran vida y causan estragos en toda la ciudad.
A riesgo de arruinar las fiestas para su familia, Chris, su esposa Carol (Tracee Ellis Ross) y sus tres hijos deben correr contrarreloj para romper el hechizo de Pepper, luchar contra retorcidos personajes mágicos y salvar la Navidad para todos. Una fórmula clara, clásica y contundente y que, en nuestra opinión, funciona mejor de lo que parece. Tiene algún diálogo bien tirado -Murphy, muchos años después, sigue haciendo gracia y Reginald Hudlin, director, le tiene cogida la medida tras Boomerang (El príncipe de las mujeres)-, pero necesita más ritmo en sus largas y demasiado extensas dos horas de película. Sí, la cinta está por Kelly Younger, quien escribió el guion basándose en sus propias experiencias navideñas, y hay mucho de verdad en ella, pero hay cosas que no terminan de encajar.
A veces, para ser una película familiar, parece estar más obsesionada en sorprender en su guion con disparatados momentos en los que suceden cosas, dejando la supuesta moraleja familiar completamente de lado. Sí, romper tópicos y subvertir las expectativas del espectador parece haber colado en una nueva generación de guionistas y directores obsesionados por captar la atención del respetable, pero no todo vale. En un momento de Navidad en Candy Cane Lane Reginald Hudlin parece más centrado en el gag simple y ramplón de las comedias más recientes que en perfilar una historia, la de Chris, que puede llegar a ser realmente conmovedora. Su final, sin embargo, sí nos parece interesante, bien amarrado y en el estilo de algunos de los clásicos de los años noventa del género. Da lo mismo.
Navidad en Candy Cane Lane no oculta que es una película navideña sin demasiadas pretensiones, con un Murphy que sigue haciéndonos reír con su forma de ser y que, además, llega en el momento oportuno, con el actor recuperando su toque de antaño con nuevas producciones. Puede parecer insulsa, puede parecer recargada como un jersey navideño, pero en el fondo, guarda algo de espíritu del cine de género.
Hemos visto Navidad en Candy Cane Lane en adelanto gracias a la cortesía de Amazon y la agencia Marco Agency.
