Deep Water (Aguas profundas) lleva generando ríos de tinta desde antes de su estreno o de incluso de la publicación de su primer tráiler. El filme, que ha llegado a numerosos países a través de Prime Video, supone uno de sus hitos dentro del calendario de películas previstas para 2022. Protagonizada por Ben Affleck y Ana de Armas, saltó a los titulares cuando se confirmó que, la pareja en la vida real hasta hace bien poco, encarnaría a un matrimonio de clase alta que hace aguas en su malsana relación.
A cargo de la historia tenemos al experto en el thriller erótico -un género olvidado últimamente-, el director Adrian Lyne, que ya nos deleitó con obras muy comentadas como Infiel con Richard Gere y Diane Lane, por lo que la premisa no puede ser más tentadora. Pero, ¿merece la pena? En Vandal Random la hemos visto en adelanto y os lo contamos todo en nuestra crítica -sin spoilers- de una película que dará muchísimo que hablar.
Una película subida de tono en la que el misterio, los celos y la tentación se dan la mano
Deep Water es una adaptación relativamente fiel del éxito literario de Patricia Highsmith -autora de El talento de Mr. Ripley- llevada a nuestros días, en la que Ben Affleck y Ana de Armas interpretan a Vic y Melinda Van Allen, una acomodada pareja de Nueva Orleans cuyo matrimonio se desmorona bajo el peso del resentimiento, los celos y la desconfianza. Poco a poco, a medida que las provocaciones mutuas y los juegos mentales comienzan a ganar peso e intensificarse, lo que era un juego para revivir el fuego de un matrimonio apagado y cansado, se convierte en un juego mortal. Ambos, como si se tratasen de un gato y un ratón, se perseguirán mutuamente cuando los flirteos extramatrimoniales de Melinda, que busca el sexo y el cariño fuera de casa, empiezan a desaparecer.
En líneas generales tenemos que decir que Deep Water, de una forma u otra, marca el regreso del thriller erótico de primera línea, un género que llevaba años de capa caída y que parecía francamente olvidado por los estudios, siendo relegado a un segundo plano o a series muy concretas como Detrás de sus ojos -que está disponible en Netflix- o series de televisión de poca calidad. Cuando las plataformas de streaming irrumpieron en el panorama del entretenimiento a gran escala, muchos llegamos a esperar una suerte de revival al respecto al no tener que estar delimitados por las recomendaciones de edad, pero nada más lejos de la realidad. La cinta de Lyne repite ese halo tan particular que vimos en obras como Una proposición indecente o Nueve semanas y media, siempre salvando las distancias con estos mitos del género, pues el problema de Deep Water es que brilla más cuando se abona al misterio y al thriller de fórmula y deja que sus dos estrellas iluminen la pantalla.
Ana de Armas es un auténtico torrente interpretativo. Es sexy y provocadora en muchos de sus actos, y su personalidad fluye como si se tratase de un río desbordado a lo largo de la trama. Es tempestuosa e impulsiva, una fuerza de la naturaleza, pero la actriz sabe ser sutil cuando toca. Su interpretación de Melinda Van Allen es poco menos que excelente, tan llena de matices que es capaz de engañar o confundir al espectador a las primeras de cambio. Affleck, por su parte, es el epítome de lo que podríamos considerar una masculinidad tóxica, un marido celoso, controlador, frío y distante. Como desarrollador informático de imponente físico, se define a sí mismo como un hombre hecho y derecho, que ha dado un techo y una hija a Melinda, así como un porvenir a ambas. Sin embargo, su pasión se ha ido perdiendo con el paso de los años, apagándose, y conservando a Melinda como una suerte de trofeo del que no se quiere desprender. La dinámica entre ambos es realmente tortuosa, tensa y compleja, plagada de juegos y engaños que acaban solapándose los unos con los otros.
A veces, en Deep Water, nos sentimos como si estuviésemos viendo a un barco naufragar de forma lenta e inexorable, y en el que sus pasajeros prefieren comentar cómo navegan otros navíos a su alrededor en lugar de darle importancia a los agujeros por los que está entrando el agua. Esa venda irá cayendo, claro está, y conforme la cinta explora la química entre ambos intérpretes y comienza a insinuar -la cinta no es explícita en sus planteamientos- que hay algo más oscuro y profundo en sus juegos, nos iremos dejando llevar por la corriente hasta su mismísimo final. El filme de Affleck y Armas se resiente a medida que se aproxima su segundo acto, con una primera hora que languidece conforme avanzan los minutos, pero que se guarda un as bajo la manga en una fiesta que acabará terminando de forma completamente inesperada.
Un montaje discutible pero una trama que aguanta gracias a sus múltiples capas
Una vez irrumpe el personaje de Jacob Elordi (Euphoria) en juego, la película de Lyne gana varios enteros, recordándonos más al thriller de misterio moderno y contemporáneo, con grandes exponentes como Perdida de David Fincher (y con Affleck), pero incorporándole algunos elementos e ingredientes que nos han dejado más que satisfechos. El problema de Deep Water es que, si bien la pareja funciona y la trama en líneas generales más que notable, hay momentos en los que se hace patente un mal montaje, muy apresurado cuando no debe, con cortes excesivamente bruscos. El tufo a telefilme premium de sobremesa sobrevuela varias veces a la producción, no se puede obviar, haciendo que las situaciones en las que explotan y se exponen determinadas líneas argumentales sean un tanto burdas. En cualquier caso, como cinta de misterio en la que se combinan asesinatos, celos, engaños y la constante sombra de la sospecha, funciona.
Deep Water es una película sólida y entretenida, con una pareja titular que es capaz de encandilar al más pintado, y la cual transmite de forma notable el espíritu de una autora, la citada Highsmith, que basó su exitosa carrera literaria en el misterio, los engaños y los dobles juegos. Pese a su envoltorio de lujo, la dupla de Ben Affleck y Ana de Armas y sus secuencias tórridas basadas en una química real y tangible, quizás no llegue a convencer a todos. Algunos la verán por el morbo de verlos en pantalla cuando aún estaban juntos y otros por las ganas de beber de la fuente del experto en estas lindes, el británico Adrian Lyne.
Como ya os hemos puntualizado, hay que realizar una especie de acto de fe hasta bien entrada su primera hora, cuando la trama comienza a desbordar al espectador y en la que las cartas comienzan a estar sobre la mesa de cara a la ronda final. Eso sí, por más profundo que se oculte un secreto, y se decida enterrarlo en numerosas capas y mentiras, este siempre saldrá a la luz. El espectador no es tonto, y pese a que los ingredientes de alta calidad están más que claros y son evidentes en el menú, muchos serán capaces de ver el trampantojo con antelación. Es quizás la mejor alegoría de su propia naturaleza como producción cinematográfica. La verdad siempre sale a flote.
Deep Water (Aguas profundas) se estrena en Prime Video el próximo 18 de marzo en exclusiva. Hemos accedido a la película en adelanto gracias a un acceso anticipado proporcionado por Marco Agency y Amazon Studios.
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