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Probamos el DualSense Edge: El mejor mando que hemos tenido en las manos, y el más caro

El mando de alta gama de Sony para PS5 destaca por las muchas opciones de configuración física y de software para adaptar cada juego a nuestras preferencias.

Hemos jugado durante más de tres horas con el DualSense Edge en las manos a títulos de distintos géneros: aventuras de acción, simuladores de conducción, juegos deportivos, y por supuesto, shooters. El mando de alta gama de Sony para PlayStation 5 tiene varias configuraciones de hardware, del propio pad, pero muchísimas más de software. Esos dos tipos de ajuste van de la mano, trabajando en conjunto para, en el peor de los casos, hacer más cómoda la experiencia de juego, y en el mejor, conseguir que nos descubramos jugando de otra manera a títulos que conocemos de sobra.

Pero antes de explicar el por qué de esto, es conveniente repasar lo que viene en la caja, pues incluye más que un mando que parece idéntico en tamaño y forma al DualSense estándar salvo por un peso ligeramente mayor, un panel táctil negro y dos botones en la parte inferior cuyo uso explicaremos más adelante. El paquete que se encontrará en las tiendas el 26 de enero incluye:

  • Estuche para el mando y los accesorios
  • Mando DualSense Edge
  • Cable USB-C trenzado (bastante más largo que el incluido en la consola)
  • Módulo para asegurar el cable al mando y proteger de tropiezos la conexión
  • Dos pares de joystick abombados (como en PSX, PS2 y PS3), unos de altura estándar y otros más altos (además de los joystick estándar del DualSense)
  • Botones traseros: dos de estilo palanca y dos abovedados
Los componentes incluidos en el DualSense Edge.

El estuche, por cierto, parece resistente en el exterior. En su interior está acolchado para proteger el mando y colocar de manera ordenada los distintos elementos configurables; también hay una redecilla para introducir el cable USB y tiene el detalle de incluir una pequeña tira de plástico para sacarlo cómodamente. La parte trasera del estuche tiene una puertecita que se cierra con velcro, y que permite acceder al puerto USB-C del mando para cargarlo. El estuche en sí mismo no carga el mando, algo que hemos visto en otros pads de gama alta.

Los botones traseros vuelven a ser lo más importante

Hay muchísimos ajustes y opciones en el DualSense Edge, pero lo más importante vuelve a ser la funcionalidad que está en la mayoría de los mandos de gama alta: los botones traseros. Aquí hay dos, y no os vamos a engañar: nos hubiera gustado ver otro par como en el Xbox Elite Controller. Podemos elegir entre dos tipos: alargados, que recorren el dorso del mando y se pulsan con la yema de los dedos medios; y abovedados, que sobresalen del dorso del mando y se pulsan con la falange media de los dedos medios.

Hay dos tipos de botones traseros. Para un shooter nos gustan más las alargadas, pero las abovedadas nos parecen más óptimas para el cambio de marchas en un simulador.

Ambas palancas se colocan con un imán a la parte posterior del mando. El sistema fija bien los botones, pero los botones traseros abovedados quedan más sueltos de lo que nos gustaría, pero no hemos tenido problema alguno con ellos. Tanto el colocar y retirar los botones traseros, como el cambiar el tipo de joystick, es rápido y sencillo.

Esos botones, y casi todos los demás, son configurables. Su uso principal está en los shooters, claro: podemos hacer que en Call of Duty saltemos y recarguemos con esos botones traseros para no tener que separar los pulgares de las palancas, lo que hace el movimiento mucho más ágil y da una ventaja evidente. También los hemos agradecido en Gran Turismo 7: quizá la configuración más evidente sea poner el cambio de marchas en esos botones, pero también nos ha gustado usarlos para la vista trasera.

Se puede usar sin cables, con cable o con este módulo que evita que se desenchufe si se da un tirón.

Pero incluso en un juego de acción nos han parecido útiles: jugando a God of War Ragnarok frecuentemente nos olvidamos de cargar el poder de Leviathan en el fragor de la batalla, e incluso evitamos lanzar el hacha más de la imprescindible porque llamarla de vuelta supone despegar el pulgar de la palanca que controla la cámara. Pero con el DualSense Edge, configurando los botones traseros como cuadrado (para las flechas de Atreus) y triángulo, nos hemos descubierto mucho más creativos en el combate.

Es fácil pensar en otros títulos con un esquema de control complejo que se pueden beneficiar de esos dos botones extra. Como decíamos antes, casi todos los botones del mando se pueden reasignar desde el menú de la consola, incluso el botón del panel táctil y el Options. La única excepción está en el botón PS, en Captura y en el control táctil del panel; todos ellos se pueden desactivar.

Las palancas se cambian simplemente tirando de ellas.

Pero las opciones para configurar el DualSense Edge van mucho más allá de la reasignación de botones. Muchísimo. Un usuario puede tener 50 perfiles de ajustes del mando en una consola, y en el propio mando se pueden tener tres además del predeterminado, tanto para tenerlos disponibles cuando usemos el pad en otra consola como para cambiar entre ellos al vuelo. Esto último se hace con los dos botones que han añadido bajo los joystick; dos botones FN que funcionan de manera similar a su equivalente en algunos teclados.

Pulsando el FN izquierdo junto a un botón del frontal derecho, cambiamos entre los cuatro perfiles almacenados; mientras que si pulsamos el derecho y los botones de dirección cambiamos el volumen de los auriculares y la mezcla de sonido (más prioridad al chat de voz o al juego), siempre y cuando los auriculares estén conectados por jack al mando.

El estuche no carga el mando automáticamente, y no sabemos si la batería ha mejorado.

Ajustes milimétricos para adaptar el mando a cada género

Uno de los ajustes más sorprendentes del DualSense Edge está en la sensibilidad de los joystick. No porque haga algo que no esté disponible en otros mandos premium, sino por lo intuitivo que es y los distintos ajustes predeterminados que tiene. La sensibilidad se puede ajustar entre -5 y +5, mientras que el ajuste de la zona muerta se puede variar del 0 % al 100 %.

Lo destacable, sin embargo, son los modos predeterminados: "Por defecto", "Rápido", "Preciso", "Constante", "Digital" y "Dinámico". Se pueden aplicar por separado a cada joystick, y una descripción indica el tipo de juego más óptimo: uno es más indicado para un shooter vertiginoso y otro para francoritador, mientras que hay alguno que hace realmente ágil el movimiento en un juego de acción. El "Digital", pensado para juegos de lucha, permite que el joystick se comporte como un preciso D-Pad: el más leve movimiento en una u otra dirección queda registrado. Estos ajustes, combinados con el uso de los joystick más largos o más cortos, marcan la diferencia.

También son muy configurables los gatillos L2 y R2. En el mando en sí hay sendos sliders para ajustar la profundidad máxima de cada uno: querremos dejarlo en predeterminado para un juego de conducción, pero en un shooter o en un juego de lucha conviene que el recorrido sea mínimo. Además, se puede toquetear por la parte de software la intensidad del gatillo (es decir, en qué profundidad del recorrido la consola recoge la pulsación) entre 0 y 100. Asimismo, la intensidad de la respuesta háptica del mando y de los gatillos tiene tres potencias a elegir (la máxima es la del DualSense estándar).

Adicionalmente, el módulo de cada joystick se puede retirar por separado con un sistema que asegura que no se mueva ni un milímetro de manera involuntaria (de hecho, nos costó bastante retirar uno de estos módulos). Esto sirve, por supuesto, para limpiar las palancas y la pieza que los rodea, pues el polvo afecta a la precisión de las mismas. Pero también para sustituir el módulo si se ha estropeado, pues se venderán por separado a 25 €, evitando así tener que cambiar el mando al completo si se rompe una de las piezas que más acusan el paso del tiempo; ojalá los gatillos R2 y L2 tuvieran un sistema similar.

Se puede cambiar cada módulo del joystick tras retirar una cubierta que sale tras deslizar una pestaña en la parte posterior del mando..

Un mando increíble, pero para un público limitado por su precio

Esta primera toma de contacto con el DualSense Edge nos ha servido para comprobar que el mando de gama alta de Sony es uno de los más completos de su clase. Además de ofrecer todas (o casi todas) las ventajas de los pads de la competencia, es el único que tiene la respuesta háptica y los gatillos adaptativos a los que nos ha acostumbrado PlayStation 5. Por supuesto, hay que alabar las accesibles y numerosas opciones de software que están integradas en el propio menú de la consola.

Este es un producto premium, como indica su precio de 270 euros: puedes comprar tres DualSense con ese dinero, un puñado de juegos e incluso una Xbox Series S. Sin embargo, tampoco está tan lejos del coste de mandos similares: el Xbox Elite Series 2 cuesta 180 €, el Scuf Reflex vale 220 €, el Nacon Revolution Unlimited Pro Controller sale por 170 €, y el Razer Wolverine V2 Pro sube hasta los 300 €.

La profundidad de los gatillos se puede cambiar con los ‘sliders’ traseros.

Todos estos, y también el DualSense Edge, tienen como público objetivo a los jugadores profesionales, a quienes están a un nivel tan alto en su competición que la mínima comodidad adicional le puede suponer una gran ventaja. Por supuesto, cualquiera que se haga con él apreciará los muchos ajustes disponibles para adaptar cada título o género a sus preferencias, pero la función clave, que son los botones adicionales traseros, están en alternativas más baratas, aunque, eso sí, ningún otro tiene las capacidades de inmersión del mando de PS5.

Hemos realizado estas impresiones tras probar el mando en las oficinas de Sony Interactive Entertainment España.