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Crítica The Last of Us, una serie excelente que hace justicia a la obra maestra de Naughty Dog

Os contamos qué nos ha parecido la serie de The Last of Us, la ambiciosa adaptación del videojuego de Naughty Dog para HBO Max, que ya hemos podido ver al completo.

The Last of Us es uno de los videojuegos más importantes e influyentes de la historia reciente del medio. La obra maestra de Naughty Dog, que ahora cuenta con una reciente remasterización para PlayStation 5 y una segunda parte, llegó en 2013 rompiendo moldes en las consolas PlayStation. Años después de su lanzamiento original, y con una huella que se ha dejado sentir en los corazones y mentes de millones de personas en todo el mundo, le toca el turno a su esperada adaptación televisiva. Hablamos de un proyecto ambicioso auspiciado por HBO Max, una de las plataformas de referencia en el mundo del streaming, así como conducido por dos nombres propios en sus respectivos campos.

Por un lado tenemos a Craig Mazin, autor de la laureada Chernóbil para el portal de Warner Bros. Discovery, uno de los showrunners y directores más prestigiosos del momento. Por otro, tenemos la inestimable colaboración del mismísimo Neil Druckmann, responsable del videojuego original, y una de las caras visibles del estudio que también parió Uncharted. Con estas credenciales, y con el protagonismo de Pedro Pascal y Bella Ramsey como Joel y Ellie respectivamente, nos llega The Last of Us, una adaptación soberbia, por momentos francamente excelente, y que supone el mayor hito de los videojuegos en lo referente a las adaptaciones audiovisuales. Y aunque a tenor de lo que hemos visto con anterioridad no parezca un galardón demasiado difícil de conseguir, no es un simple brindis al sol.

La serie, que ya hemos podido ver en adelanto al completo en Vandal, hace suya la trama del título original, expandiéndola, completándola y mejorándola en muchos de sus tramos, así como siguiéndola -cuando toca- con una fidelidad casi sagrada. Mazin y Druckmann ya nos confirmaron que únicamente iban a desviarse de la historia contada en el videojuego cuando estuviera justificado y así ha sido. The Last of Us es una traslación excelente, sí, pero también goza de sentido y vida propia, transmitiéndonos la sensación de que no sobra ni falta nada. Os contamos qué nos ha parecido en una completa crítica sin spoilers.

Un viaje por los Estados Unidos tras el colapso de la civilización

The Last of Us arranca 20 años después de que la civilización moderna haya colapsado. Un hongo, el Cordyceps unilateralis, ha llevado a la humanidad a la destrucción en cuestión de semanas, arrasando países enteros y condenando a los supervivientes a una existencia miserable en zonas seguras regentadas por la Agencia Federal de Respuesta a Desastres (F.E.D.R.A.), un organismo gubernamental que opera en Estados Unidos. Joel (Pedro Pascal), un superviviente nato, malvive en una de estos asentamientos y acabará siendo contratado para sacar de contrabando a Ellie (Bella Ramsey), una indomable niña de 14 años, fuera de estas opresivas zonas de cuarentena.

Como ya ocurría en el videojuego, lo que comienza como un pequeño trabajo, pronto se convierte en un viaje brutal y desgarrador por las ruinas de los Estados Unidos, obligando a esta pareja improbable a confiar y depender el uno del otro para sobrevivir. La producción de HBO arranca de manera inteligente, como ya lo hizo en su día la versión de Soy Leyenda de Francis Lawrence con Will Smith, explicándonos qué ocurriría si un organismo, como un virus o un agente patógeno de origen bacteriano, apareciese de la noche a la mañana en nuestras vidas. Estableciendo una base científica para justificar el fin de los tiempos, la obra de Mazin y Druckmann se permite el lujo de presentarnos un inicio demoledor, sobrio y duro, que nos recordará irremediablemente a la adaptación de La guerra de los mundos de Steven Spielberg. La comodidad dará pasó a la incertidumbre y el caos, y como si de un castillo de naipes se tratase, todo se derrumba en un abrir y cerrar de ojos.

A través de 9 episodios, 'The Last of Us' cuenta el largo y tortuoso camino de Joel y Ellie

The Last of Us cuenta, a a través de sus nueve episodios, el largo recorrido de Joel y Ellie a lo largo y ancho de un país del que ya queda muy poco. Si las ruinas se erigen predominantes y amenazadoras entre los árboles y arbustos que crecen sin control por el hormigón -vestigios de un pasado remoto- y los coches abandonados y oxidados que pueblan las carreteras, los infectados por el hongo se mimetizan en la naturaleza, hambrientos, esperando que los que aún permanecen sanos lleguen a sus dominios. El arranque de la serie es soberbio, muy en la línea del género zombi o postapocalíptico, estableciendo una colección de características narrativas que demuestran, una vez más, el talento de los showrunners a la hora de contar historias. Si Chernóbil nos narraba el desplome de la Unión Soviética y el sacrificio de un puñado de buenos y leales hombres para evitar el fin mientras luchaban contra un enemigo invisible, The Last of Us nos permite ver cómo, incluso en los peores momentos, sigue existiendo espacio para la esperanza.

La serie tiene mucho en común con la obra de Cormac McCarthy, La carretera, una novela ganadora del premio Pulitzer en 2007, y que según confesó Druckmann en su día, fue una de las principales influencias a la hora de dar forma al videojuego. Comparten cierta forma y contenido -un padre y un hijo caminan sin descanso por una carretera buscando un lugar mejor en el que vivir cuando todo es gris y la humanidad se ha ido-, y también subtexto, pero estas historias usan herramientas y vehículos distintos para trasladar sus respectivos sentidos. The Last of Us, como obra de televisión, también hace suyos elementos extraídos de la excelente Los hijos de los hombres, una de las películas de ciencia ficción más notables y rompedoras de la historia del género. En esa historia, decadente y plagada de héroes improbables en tiempos oscuros, un hombre tenía que recorrer el Londres más postapocalíptico imaginable mientras viaja con una mujer embarazada que puede poner fin a la crisis de fertilidad que se cierne sobre la humanidad. Mejorando la novela de P. D. James, la cinta de Alfonso Cuarón mostraba al espectador una realidad tosca, gris y carente de sentido, en la que muchos se abandonaban a su triste existencia, esperando pacientemente a la inexorable muerte.

Ese halo de pesadumbre estaba presente en el juego original de 2013 y en sus sucesivas revisiones para posteriores plataformas, y vuelve a trasladarse a su adaptación televisiva. Eso sí, tanto Neil Druckmann y Craig Mazin han intentando otorgar de personalidad a la obra, intentando apelar a emociones distintas, inherentes a un medio pasivo como el audiovisual, jugando con la cantidad de violencia o acción, buscando siempre que los espectadores empaticen con los personajes y sus decisiones o situaciones en un complicado equilibrio. Largo y tendido se ha hablado de la disonancia ludonarrativa en este tipo de juegos cargados de violencia y momentos de acción, especialmente en los editados por un estudio como Naughty Dog, un aspecto que el creador del juego, de origen israelí, ha abordado en el pasado con bastante maestría. ¿Cómo puedes llegar a creer en la evolución de los personajes, en sus motivaciones o decisiones si se pasan mucho tiempo en pantalla asesinando a sangre fría a cientos de personas durante su periplo sin consecuencias? Es una pregunta complicada que supo responder con sobrada inteligencia en The Last of Us Parte II, pero esa es otra historia.

La serie traslada tanto la belleza como el halo de pesadumbre que impregnaba el juego original

En su obsesión por mostrar a los personajes como auténticos, intentando que se perciban como reales en sus acciones, The Last of Us en HBO Max ha sabido reducir convenientemente su nivel de violencia, ofertándola de forma descarnada como cuanto toca y es necesario para la trama. Ver a Joel matar a alguien impacta, tiene un sentido más amenazador y profundo, destilando una serie de matices a su personaje -y por ende, a su relación con Ellie- que hará estremecer al más pintado. Es uno de los desafíos de trasladar una historia pensada para presentarse y ser mostrada a través del mando de una videoconsola, y creemos que se ha logrado solventar con éxito.

Expandiendo, mejorando y ampliando la realidad de The Last of Us

The Last of Us, a través de sus guiones, sabe añadir una rica capa de trasfondo a un videojuego que ya era de por sí muy complejo y atesoraba una gran cantidad de historias no contadas pero que sí estaban presentes en el universo del título. A veces eran evidentes -Naughty Dog usaba la narrativa ambiental, algunos textos o documentos, detalles aquí y allá que daban riqueza a la experiencia en líneas generales- y otras no, pero aquí se ha decidido ahondar más en todo este universo en descomposición. Un universo en descomposición, sí, pero en el que aún hay espacio para el amor, la ilusión o, como os decíamos un poco más arriba, la esperanza.

Hay capítulos especialmente inspirados, en el que se nos cuentan cómo incluso cuando todo parece derrumbarse, se puede encontrar belleza en los lugares más inesperados y los momentos más oscuros. Estamos ante una serie que sabe contar, a través de guiones de lujo, una realidad tan compleja como lo es el ser humano en sí mismo, un aspecto que nos ha recordado a la excelente Estación Once, una producción que se estrenó el año pasado en HBO Max y que guarda mucha similitudes con el título de Naughty Dog y con obras como The Stand (Apocalipsis) de Stephen King. Un aspecto destacable es el tapiz de historias que Mazin y Druckmann han conseguido entretejer en su adaptación al medio, mostrándonos una visión más global del que podríamos ver a simple vista. Sí, la estructura de esta historia es la misma, haciéndose especial énfasis en el citado viaje de Joel y Ellie, pero hay mucho más donde posarse.

Esto consigue que la narración sea incluso más rica que la del videojuego en según qué partes, alterando hechos, ampliando otros y omitiendo algunos. The Last of Us está muy bien escrita, con diálogos sólidos y cargados de enjundia y profundidad, con momentos lúcidos y exquisitos, huyendo de la cada vez más evidente sobreexposición del medio. Aunque suene como una suerte de cliché, muy constante en estos tiempos, estamos ante una serie enraizada y construida alrededor de los personajes. Más allá de Joel y Ellie, con una dupla excelente formada por Pascal y Ramsey, tenemos a un soberbio Gabriel Luna como Tommy, una notable Anna Torv como Tess o una sorprendente Melanie Lynskey como Kathleen, en lo que creemos que es uno de esos desvíos inteligentes de la adaptación. Pero en especial debemos aplaudir el trabajo de Nick Offerman y Murray Bartlett, protagonistas de uno de los mejores episodios de toda la producción.

La trama es muy fiel, pero Mazin y Druckmann se permiten el lujo de expandir y mejorar tramos y segmentos de la historia

Producción que, lógicamente, guarda enormes similitudes estéticas y artísticas con respecto al videojuego -como no podía ser de otra forma-, ofreciéndonos recreaciones exactas de algunos de los escenarios y momentos del título original, así como presentándonos unas terroríficas versiones de los infectados, con seres que mostrarán en detalle las distintas fases y estados de la enfermedad que ha arrasado con todo. Aderezada con una banda sonora que vuelve a recaer en las manos del argentino Gustavo Santaolalla, The Last of Us juega en otra liga. En otras palabras: estamos ante un producto refinado, muy en la línea de lo que únicamente HBO parece presentar en su catálogo en nuestros días.

Una serie excelente que hace justicia a uno de los mejores videojuegos de la historia

The Last of Us es una serie excelente que engloba a la perfección todos los elementos que hicieron tan importante al videojuego homónimo en su día. Es un drama profundo y existencialista, que aborda como pocos la supervivencia del ser humano en tiempos difíciles, así como la importancia del amor o las decisiones en momentos oscuros. La obra de Neil Druckmann y Craig Mazin ha sabido trasladar la historia de Joel y Ellie con fidelidad y atino, presentándonos cómo esta improbable pareja, cuya trastocada realidad les fuerza a afrontar quienes son y cómo de lejos son capaces de llegar para preservar aquello que otorga de significado a sus vidas. Era difícil, casi imposible, pero han salido airosos de un tortuoso camino en una adaptación que lo tenía complicado para sorprender y llegar a impactar tanto como su igual electrónico. No es únicamente la mejor adecuación de un juego al medio, es también una de las mejores series de los últimos años.

The Last of Us se estrenará el 16 de enero en HBO Max. Hemos podido ver la serie al completo en adelanto gracias a un acceso anticipado proporcionado por HBO Max España.