Una empresa emergente con sede en California, Marathon Fusion, ha sacudido la comunidad científica con un anuncio tan ambicioso como polémico: asegura haber encontrado la forma de convertir mercurio en oro utilizando reactores de fusión nuclear. La propuesta, basada en simulaciones digitales, plantea una producción de hasta 5.000 kilos de oro al año por cada gigavatio de electricidad generado.
Un escenario que, de concretarse, reconfiguraría no solo el valor del oro en el mercado mundial, sino la propia viabilidad económica de la energía de fusión.
La Piedra Filosofal
La clave del proceso está en bombardear el isótopo mercurio-198 con neutrones de alta energía. Esta reacción transformaría el elemento en mercurio-197, que posteriormente se desintegra en oro-197, el único isótopo estable del metal precioso. Aunque la transmutación de elementos es teóricamente posible —y de hecho, ya ha ocurrido en laboratorios como el CERN— la cantidad obtenida en condiciones reales ha sido ínfima. En el experimento ALICE del CERN, por ejemplo, se necesitaron cuatro años para obtener apenas 29 picogramos de oro, lo que da una idea de los descomunales desafíos técnicos.
El físico Adrian Bevan, de la Queen Mary University of London, aplaude la creatividad de Marathon Fusion, pero advierte que su propuesta está lejos de la realidad tangible. “El problema fundamental es que todo el método se basa en una simulación digital sin respaldo experimental, y además requiere neutrones con energías superiores a 6 MeV, algo que ningún reactor de fusión comercial puede mantener por ahora”, señala. Además, añade que, incluso si se lograra producir oro por esta vía, el resultado sería material radiactivo que debería ser almacenado y procesado como residuo peligroso antes de poder circular como metal precioso.
Aun así, los responsables de la start-up creen que su innovación podría ser una revolución económica en la energía de fusión. Si las centrales pudieran producir oro de forma rentable mientras generan electricidad, su atractivo para los inversores se dispararía, alimentando una nueva carrera por construir plantas de fusión que no solo prometan energía limpia, sino también rentabilidad multimillonaria. Esta posibilidad se alinea con el llamado "doble dividendo" que algunas empresas proyectan para justificar el colosal gasto en tecnologías de fusión.
Por el momento, Marathon Fusion no ha publicado resultados revisados por pares, y la comunidad científica observa el caso con una mezcla de escepticismo y curiosidad. Como ocurrió con los antiguos alquimistas, el anhelo de transformar metales comunes en oro sigue despertando fascinación. Pero, como bien apunta Bevan, “aún estamos más cerca de la metáfora que de la mina”.















