En plena sabana australiana, a siete horas por carretera del hospital más cercano, el pequeño pueblo de Julia Creek busca desesperadamente un nuevo médico de familia. No se trata de una urgencia sanitaria pasajera, sino de un puesto permanente que ofrece no solo estabilidad, sino también una calidad de vida poco común.
La localidad lanza al mundo una oferta laboral que roza lo insólito: 400.000 euros anuales, casa sin alquiler y coche de uso libre. Todo ello, en una comunidad de apenas 500 personas y a 1.500 kilómetros del bullicio urbano.
Medicina remota, sueldo de ensueño
El relevo lo deja el doctor Adam Louws, quien tras años de servicio se despide no solo como sanitario, sino como vecino, granjero ocasional y, en sus palabras, “un aprendiz de la vida rural”. Su testimonio no deja lugar a dudas: “Este trabajo me dio mucho más de lo que esperaba. Medicina, sí… pero también contacto humano real, y hasta aprendí a ordeñar vacas”.
Más allá del sueldo, el puesto promete una experiencia transformadora. El nuevo médico vivirá en una casa proporcionada por el ayuntamiento y dispondrá de un coche oficial para recorrer la zona. A cambio, deberá atender a los vecinos puerta por puerta, en un sistema sanitario que descansa por completo sobre una única figura.
Una vida nueva a cambio de vocación
La responsabilidad es alta, pero también lo es la conexión con una comunidad que, en palabras de su alcaldesa, “es cálida, segura, solidaria y caminable de punta a punta en menos de cinco minutos.

La situación es tan urgente como estratégica: si no se encuentra sustituto antes de mayo, el hospital local no tiene un plan B. Este oasis en mitad del outback australiano necesita más que nunca una figura que combine vocación con espíritu aventurero. Porque el trabajo exige mucho, pero ofrece aún más: introspección, paz, contacto directo con la naturaleza y la oportunidad de reinventarse.