Javier, madrileño de 65 años, decidió hace siete dejar atrás España y jubilarse en Tailandia convencido por una mezcla de economía doméstica y búsqueda de calma: “Aquí con 1.000 euros al mes puede vivir una pareja”, repite en sus entrevistas, y su testimonio se ha convertido en otro ejemplo de un fenómeno creciente —personas que convierten la jubilación en una reubicación internacional para estirar pensiones y mejorar calidad de vida.
En España, la revalorización reciente ha llevado la pensión media próxima a los 1.500 euros (con variaciones según tipos y complementos), pero la sensación de precariedad entre muchos jubilados empuja a explorar alternativas fuera del circuito europeo.
La explicación económica tiene cifras detrás: vivir en ciudades o zonas medianas de Tailandia puede costar, para un expat con un estilo modesto, entre 20.000 y 30.000 THB al mes (unos 500–700 euros), y el alquiler de un apartamento de una habitación suele estar en el rango más bajo del mercado local; con ello, gastos corrientes, ocio y manutención encajan con prestaciones que en España parecen más justas. Esa diferencia de precio en vivienda, servicios y alimentación es la razón principal que citan muchos expatriados cuando comparan su ritmo de vida con el que dejarían en Europa.
En concreto, con 1.000 euros al mes, Javier afirma que en Tailandia una pareja puede vivir sin apuros, algo impensable en Madrid, donde —según explica— esa cantidad apenas alcanzaba para el piso y la comida. Su testimonio coincide con los datos del Índice Numbeo de 2025, que sitúa el coste de vida en Bangkok un 48 % por debajo del de la capital española. El ahorro en vivienda, alimentación y servicios básicos convierte a destinos como Tailandia en refugio para jubilados europeos.
Pero no fue solo una decisión económica. Durante ese primer viaje, Javier conoció a la camarera que hoy es su esposa. Siguiendo el rito budista, se casaron y asentaron en una casa modesta de una habitación donde, dice, no les falta de nada. La convivencia intercultural se ha convertido en una constante entre expatriados: según la Autoridad de Turismo de Tailandia, más de 10.000 españoles residen de forma estable en el país, muchos de ellos tras casarse con ciudadanos locales.
Economía, pareja y arraigo
El contraste con España lo resume con dureza: “En España no se puede vivir, tío, así de claro”, sentencia. Para Javier, el problema no es solo económico; también menciona la política, el estrés urbano y una sensación de haber cotizado durante décadas sin obtener la tranquilidad prometida. Su percepción no es aislada: la Seguridad Social española reconoce que cerca de 150.000 pensionistas viven en el extranjero, atraídos por un menor coste de vida y sistemas fiscales más favorables.
Su día a día en Asia es sencillo: sofá, café preparado por su mujer cada mañana, y un ritmo vital que, según dice, le aleja del carácter irascible que le invade cuando regresa a Madrid. “Aquí estoy en paz y en la gloria”, resume. No obstante, admite que la vida en el trópico también tiene riesgos: recuerda haber estado a punto de morir por dengue en la isla de Koh Tao, una enfermedad endémica en la región que cada año afecta a millones de personas, según la Organización Mundial de la Salud.
Coste de vida y poder adquisitivo
Pero mudarse no es solo cuestión de billetes: las condiciones legales para residir de forma prolongada obligan a tramitar visados específicos. El visado de tipo “retirement” (Non-Immigrant O/O-A) exige acreditaciones económicas —ahorros o renta mensual— y documentación que varía según la normativa vigente; en 2025, los umbrales financieros citados por consulados y asesores fiscales se sitúan alrededor de los 800.000 THB en ahorros o una renta mensual equivalente a unos 65.000 THB como mínimo, parámetros que condicionan la viabilidad administrativa de la mudanza. Conviene planificarlo con asesoría porque incumplir reglas de inmigración complica la permanencia y el acceso a servicios.
También hay que ponderar riesgos sanitarios y logísticos: en regiones tropicales como gran parte de Tailandia existen vectores y enfermedades (dengue, por ejemplo) cuya incidencia ha mostrado picos significativos en los últimos años, y la movilidad sanitaria —acceso a atención, seguros privados, coste de medicamentos— es un capítulo que puede transformar en cara una jubilación aparentemente barata. Los especialistas en salud para viajeros recomiendan vacunas, seguros con cobertura internacional y comprobar la red hospitalaria de la zona escogida antes del traslado.
