Las botellas de agua parecen inofensivas y forman parte de nuestra rutina diaria: las llevamos al trabajo, al gimnasio, de viaje, y a menudo las consumimos sin cuestionarnos su impacto real. Sin embargo, un estudio reciente revela que hidratarse mediante estos envases podría ser más dañino de lo que se creía, ya que algunos consumidores llegan a ingerir hasta 90.000 fragmentos de microplástico al año.
Beber agua embotellada puede duplicar la ingesta de microplásticos: hasta 90.000 fragmentos al año, alerta un estudio
La investigación, publicada en Journal of Hazardous Materials y dirigida por Sara Sajedi, cofundadora de ERA Environmental Management Solutions, comparó la ingesta anual de partículas plásticas en personas que consumen agua embotellada frente a quienes beben agua del grifo. Mientras la mayoría de la población ingiere entre 39.000 y 52.000 partículas al año, quienes confían en las botellas de plástico duplican esa cifra, alcanzando los 90.000 fragmentos.
El problema no es visible a simple vista. Las partículas plásticas varían entre una micra -una milésima de milímetro- y cinco milímetros, y los nanoplásticos son incluso más pequeños. Una vez dentro del cuerpo, estas diminutas partículas pueden atravesar barreras biológicas, llegar al torrente sanguíneo y acumularse en órganos vitales. Los riesgos incluyen inflamación crónica, estrés oxidativo, alteraciones hormonales, problemas reproductivos, daño neurológico e incluso algunos tipos de cáncer. Lo más preocupante es que los efectos a largo plazo aún se desconocen, debido a la falta de estudios estandarizados.
Sajedi apunta que algunas medidas legislativas recientes representan un avance, pero advierte que los esfuerzos suelen centrarse en bolsas de plástico, pajitas y envases, dejando de lado las botellas de agua de un solo uso. "Beber agua embotellada puede estar bien en emergencias, pero no debería ser la norma diaria", señala. “El verdadero riesgo no es la intoxicación inmediata, sino el efecto acumulativo y silencioso que estas partículas ejercen sobre nuestra salud”.
Según el estudio, y contra todo pronóstico, el agua embotellada podría ser más perjudicial que el agua del grifo, desafiando la percepción general de que estas botellas son siempre la opción más segura.















