En Hollywood es costumbre que, casi todo buen actor y actriz que se precie, aparezca irreconocible físicamente para interpretar el mejor papel posible. Esto se traduce en dejar atrás la rutina, la dieta de siempre y los rodajes cómodos para abrazar un papel que lo cambia todo, empezando por el propio cuerpo. Christian Bale ha hecho de esto una religión —literalmente lo ha llevado al extremo, del esqueleto andante de El maquinista al volumen industrial de La gran estafa americana—, y ahora es Sydney Sweeney quien entra en esa liga.
Con una carrera en ascenso llena de grandes papeles presentes y futuros -como la esperada adaptación de un éxito del videojuego-, la actriz, sincera como pocas, parece que está más que decidida a reclamar el título que una vez ostentó Julia Roberts como “la novia de América”. Pero ha escogido su propio camino: Sweeney ha decidido subir el listón a golpe de mancuerna.
Sydney Sweeney habla sin filtros sobre su cambio físico para dar vida a una boxeadora: "Me crecieron las tetas y el culo se me puso enorme"
Tras explotar en Euphoria, reivindicar su talento dramático en la infravalorada Reality y consolidar su tirón comercial en la deliciosa Cualquiera menos tú, Sweeney ha cambiado las lágrimas, el romance y los planos de Instagram por el sudor, los guantes y los hematomas. De la mano de David Michôd (The King, Animal Kingdom), se ha metido en la piel —y los puños— de Christy Martin, icono del boxeo femenino y figura clave en un biopic que no sólo promete emociones fuertes en lo interpretativo, sino también en lo físico.
En una reciente entrevista con W Magazine, la actriz ha desgranado cómo fue ese proceso de metamorfosis que, más allá de parecerse a un entrenamiento de gimnasio al uso, se asemeja bastante a una campaña militar: “Tuve tres meses y medio de preparación. Comía muchísimo. Hacía pesas por la mañana durante una hora, luego kickboxing al mediodía unas dos horas, y por la noche otra ronda de pesas. Todos los días”, indica.
El resultado, por supuesto, no se hizo esperar: más de 13 kilos de músculo y energía en estado puro, una cifra nada desdeñable que vino acompañada de una revelación inesperada (pero honesta) sobre su nueva silueta: “Mi cuerpo cambió por completo. Nada me valía. Pasé de una talla 23 a una 27 en vaqueros. Me crecieron las tetas. Y el culo se me puso enorme. ¡Una locura! Pero también fue increíble. Estaba fuertísima. ¡Una fuerza de locos!”, prosigue la actriz de la próxima adaptación de Gundam.
Las escasas imágenes que han trascendido de Sweeney caracterizada como Christy Martin no dejan lugar a dudas: el trabajo físico está ahí, en los hombros, en los brazos. En un Hollywood cada vez más obsesionado con lo superficial, ver a una actriz implicarse con semejante entrega —en lo físico y lo emocional— para dar vida a una figura histórica del deporte, resulta sencillamente estimulante. A falta de ver el resultado final en pantalla, lo cierto es que esta versión musculada, peleona y decididamente brutal de Sydney Sweeney -que no tiene pelos en la lengua- ha venido para quedarse.
