Steven Spielberg, uno de los directores más influyentes de la historia del cine, muy sincero en sus opiniones sobre la industria, lleva años luchando por evitar la continuación de una de sus películas más importantes de la historia del cine. Se trata de la segunda parte de E.T. el extraterrestre, una de sus obras más icónicas y todo un hito en la historia del Séptimo Arte. Pese a las presiones, ha indicado su negativa a continuar la historia y hay razones de peso.
A pesar de no tener los derechos, Spielberg ha bloqueado repetidos intentos de hacer una secuela de E.T, el extraterrestre
Spielberg, uno de los cineastas más influyentes de todos los tiempos, revolucionó el cine comercial desde los años 70 y consolidó su legado en la década de los 80. Entre sus obras maestras, que en aquellos años fueron muchas, E.T. el extraterrestre (1982) ocupa un lugar especial. La película no solo es un ejemplo perfecto del estilo de la mítica Amblin —con su mezcla de aventura, nostalgia y emociones universales a todos y cada uno de los espectadores—, sino que también ha inspirado a generaciones de creadores. Series como Stranger Things o películas como la reciente Star Wars: Tripulación perdida han bebido de su esencia y estructura.
Hollywood, obsesionada con las secuelas, las sagas nostálgicas, los remakes y los cada vez más comunes universos expandidos, lleva años intentando darle una continuación a E.T. Y resulta extraño, muy sorprendente, que la película de Spielberg lleve más de 40 años sin ningún tipo de secuela a sus espaldas. ¿El motivo? Spielberg ha bloqueado cada uno de ellos, protegiendo la integridad de la película original. Aunque el director ha admitido que en su momento "coqueteó" con la idea de una secuela —una idea que finalmente se materializó en la novela E.T.: El libro del Planeta Verde—, siempre ha mantenido una postura firme y ha declarado una y otra vez que es una historia completa que no necesita ser extendida.
Pero existe una complicación derivada: Spielberg no tiene los derechos legales de la película. Estos pertenecen a Universal Pictures, y el cineasta ni siquiera posee lo que se conoce como "derechos de congelación", que le permitirían vetar legalmente cualquier secuela o remake si no es de su agradado. Como él mismo explicó a The Hollywood Reporter, no está siendo fácil. "Fue una victoria reñida porque no tenía ningún derecho. No tenía lo que llamamos ‘congelación’, con la que puedes evitar que el estudio haga una secuela", recuerda.
Spielberg se vale en estos momentos de su peso en la industria. Su relación con Universal es buena, y el estudio ha preferido mantener una relación cordial con él antes que arriesgarse a contrariarlo. No hay que ser un lince para darse cuenta de los motivos: el realizador ha sido uno de los más importantes de la major, responsable último de sagas multimillonarias como Jurassic Park, y en la ejecutiva no quieren gafar ni malograr ningún tipo de colaboración actual, así como desean proteger también futuros proyectos de gran envergadura. En un mundo donde el contenido se produce en cadena, que Spielberg decida mantener integridad artística por encima de los intereses comerciales es algo a celebrar.
