Jean Claude-Van Damme es una figura mítica como pocas. El cine de acción de los años 80 y 90 consagró a una generación de actores que llevaron las explosiones y las coreografías de combate a la gran pantalla, como Stallone y Schwarzenegger. Pero Jean-Claude Van Damme, fiel representante del arquetipo que conquistó cines y televisiones durante décadas, pronto reconoció que tenía fecha de caducidad y debía buscar nuevas opciones en el Séptimo Arte. Ahora reconoce que cometió un error al no aceptar un papel que le podría haber ayudado a conquistar Hollywood.
El mayor arrepentimiento de Jean-Claude Van Damme en su carrera en Hollywood como icono del cine de acción: "Fui un idiota"
A sus 64 años, Van Damme sigue en activo. Este año estrena Le Jardinier y en 2024 sumó dos películas a su filmografía. Sin embargo, sus golpes ya no son los de antes y, lo que es más importante en Hollywood, la taquilla tampoco responde como solía hacerlo. La estrella belga, que a veces preocupa a sus fans por sus extraños comportamientos, ha reconocido recientemente cuál fue el mayor error de su carrera: rechazar una trilogía millonaria en el momento más alto de su fama.
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Retrocedamos a 1994. Mientras La lista de Schindler se convertía en el ejemplo del cine dramático y la industria buscaba películas de gran calado, Jean-Claude Van Damme vivía su mejor momento comercial. Timecop, policía en el tiempo recaudaba más de 100 millones de dólares en todo el mundo y se colaba entre las 40 películas más taquilleras del año, consolidándolo como una de las grandes estrellas del cine de acción. Fue un auténtico pelotazo. Tanto fue así, que Universal Pictures lo tenía claro: querían convertir Timecop en una trilogía.
Para ello, le ofrecieron un contrato de tres películas con un salario de 12 millones de dólares por cada una. Pero Van Damme, cegado por su éxito, decidió subir la apuesta. Se veía a sí mismo como la respuesta del cine de acción a Jim Carrey, quien en ese momento cobraba 20 millones por película tras el bombazo de Ace Ventura, La máscara y Dos tontos muy tontos. El actor pidió a Universal que igualara su caché al del comediante. “Todo lo que tocaba se convertía en dinero, así que quise jugar con el sistema. Como un imbécil”, confesó recientemente en una entrevista con The Guardian.
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La respuesta del estudio fue fulminante: una carcajada y un teléfono colgado. No solo perdió el contrato, sino que la industria le cerró las puertas. A partir de ahí, desgraciadamente, Van Damme entró en una espiral descendente. Sus grandes estrenos se redujeron, los presupuestos menguaron y su carrera quedó relegada a producciones de bajo coste, telefilmes y, con el tiempo, al mercado del videoclub. Nunca recuperó su estatus en Hollywood, y lo que pudo ser una gran franquicia quedó en una única película. Hoy, Van Damme mira atrás con ironía, pero también con arrepentimiento. “Me pusieron en la lista negra”, admite. Y aunque nunca dejó de pelear, su gran batalla fue contra sí mismo.
A pesar de su declive, Van Damme sigue siendo una figura de culto para los amantes del cine de acción. Su historia es también un recordatorio de lo volátil que puede ser Hollywood: una decisión equivocada, un momento de arrogancia, y todo puede desmoronarse.