Los remakes de series y películas suelen ser maniobras arriesgadas. A veces señala falta de nuevas ideas como le pasa a Disney, en otras ocasiones son prometedoras reinterpretaciones live action y a veces se busca traer al gran público clásicos de culto. Pero en la mayoría de ocasiones salen mal. Algo que no le pasó a Shameless, que nació como una serie ligera con inclinaciones a la comedia para terminar siendo un auténtico drama familiar en su versión norteamericana. Desde hace un par de semanas podéis ver la serie en Netflix, después de que durante un par de años la opción más fácil fuera Amazon Prime Video.
El reparto de la serie original contó con estrellas británicas de renombre en el país. Entre ellas destacaba un joven James McAvoy, que hace poco estrenaba el remake de No hables con extraños y al que seguramente recuerdes por su papel como Charles Xavier de los X-Men o por su perturbador personaje de Múltiple y Glass. Pero el remake también ha contado con un reparto de lujo nada desdeñable.
Shameless, el remake que superó al original y contó con un reparto de lujo
Shameless, que cuenta con once temporadas emitidas entre 2011 y 2021; nos presenta a la familia Gallagher y sus vidas en un suburbio de la zona sur de Chicago. El patriarca es Frank Gallagher (interpretado por William H. Macy, nominado al Oscar por su papel en Fargo, que curiosamente también tiene remake en forma de serie), un estafador, alcohólico, drogadicto, ladrón y en términos generales despojo humano. Su prole la componen Fiona (Emmy Rossum) y su novio Jimmy (Justin Chatwin, que curiosamente compartiría trabajo con Rossum en la terrible Dragon Ball Evolution); Jeremy Allen White como Lip (que después protagonizaría The Bear, que pronto estrenará la cuarta temporada); Cameron Monaghan en el papel de Ian (al que recodarás por prestar su rostro a Cal Kestis en Jedi Fallen Order y Survivor o el Joker de la serie Gotham); Carl (Ethan Cutkosky); Debbie (Emma Kenney) y Liam (Christian Isaiah).
La serie nos muestra, a veces en tono de comedia pero generalmente como drama; cómo Fiona intenta sacar adelante a sus hermanos mientras evita que Frank les destroce la vida cada vez que decide volver a casa. Se trata de una familia pobre, sin recursos y que tira de todo lo que puede para sobrevivir: desde pluriempleos turbios hasta una guardería doméstica o directamente actividades delictivas para pagar las facturas.
Los diez años en antena de Shameless permitieron que viéramos cómo los personajes crecían igual que los actores. Vimos cómo Ian y Lip se convertían en hombres, cómo Carl y Debbie entraban en la peligrosa adolescencia y cómo Liam crecía como un bebé negro en una familia de ascendencia irlandesa.
Todo ello con los habituales problemas de cualquiera, acrecentados por la influencia de un entorno tóxico que no pone las cosas fáciles en ningún momento. Sus finales de temporada son inolvidables, contando con algunos absolutamente irrepetibles como el brutal "Lázaro" que cerraba la cuarta temporada.
Shameless cosechó docenas de nominaciones y varios premios durante una década y ni siquiera el COVID acabó con ella. De hecho, toda la última temporada tiene lugar precisamente en ese escenario y muestra las consecuencias para la ciudad de la pandemia.
