Liam Hemsworth ha estrenado armadura en la cuarta temporada de The Witcher y, en plena gira promocional, ha dejado un titular travieso que ya circula entre comunidades de fans: los videojuegos de la saga son “geniales… si no tienes pareja, ni trabajo ni nada más que hacer en la vida”. Lo dijo entre risas en The Kelly Clarkson Show y se notó que iba con guiño, pero el comentario —traducido y recortado— ha encendido el eterno debate sobre el tiempo que exigen los grandes RPG. El propio actor reconoció que jugó “hace unos ocho años” y, aunque no precisó cuál, todo apunta a The Witcher 3, sinónimo de partidas maratonianas y mapas que se comen fines de semana enteros.
Más allá del chascarrillo, Hemsworth intentó poner contexto: esos juegos piden atención y dedicación sostenida, justo lo que uno no tiene cuando rueda una serie de escala cinematográfica. Y a renglón seguido matizó su posición con algo que pesa más que una broma: aceptó el papel porque ya era fan del universo y sentía que podía aportar una mirada propia al tramo de viaje que afronta Geralt en pantalla. Lo dijo con la cautela de quien entra en una casa ajena muy amueblada: admira lo que hizo Henry Cavill y no pretende borrarlo, sino continuar desde ahí.
Recepción y sensibilidades
El relevo, sin embargo, llega con viento cruzado. La cuarta temporada ha arrancado con el peor recibimiento crítico de la serie y, según los primeros datos de audiencia, cae respecto al ciclo anterior. No es un problema exclusivamente “Hemsworth”: el desgaste narrativo viene de lejos, con decisiones de guion que han irritado a una base de fans tan devota como exigente. En ese ecosistema, cualquier frase se escucha con la sensibilidad alta, y un chiste sobre “jugar sin vida” se convierte en munición para los más escépticos.
También hay una lectura menos airada del episodio. Durante años, la conversación pública ha caricaturizado a los jugadores de RPG como devotos sin tiempo para “la vida real”. La realidad es más prosaica: The Witcher 3 es un juego vasto que, como una novela-río, pide compromiso. Quien lo ha disfrutado sabe que no es una peregrinación antisocial, sino un hobby de largo recorrido. La frase de Hemsworth, deformada por el clip y el titular, se entiende mejor si se escucha completa y con su risa: fue una forma torpe —y común en platós— de decir “esto engancha”.
Del meme al producto
En términos de industria, Netflix necesita que el foco vuelva del meme al producto. El tráiler ha destacado el físico y la gestualidad del nuevo Geralt —el registro grave, la economía de líneas, la contundencia en escena—, y el reto a partir de aquí es estabilizar el tono, cerrar arcos con paciencia y volver a la mezcla de intriga política, monstruo de la semana y melancolía que convirtió la primera temporada en fenómeno. Para Hemsworth, el camino es de fondo: sostenibilidad interpretativa y confianza capítulo a capítulo, sin intentar “ganar” a Cavill en el primer esprint.
Mientras tanto, el comentario ya ha hecho su ruta por redes y foros, pero difícilmente será lo que decida el destino de The Witcher. Si la serie ajusta brújula y la escritura acompaña, el fandom perdona rápido y adopta caras nuevas —sobre todo en franquicias con tradición transmedia, donde conviven libros, juegos y adaptaciones de tono distinto—.
