De icono del melodrama latino a protagonista de una ficha policial. William Levy, el actor cubano que conquistó audiencias en medio mundo con su papel en Café con aroma de mujer, una de las telenovelas más vistas de Netflix en los últimos años y que pronto estrena serie con Paula Echevarría, atraviesa ahora un capítulo más turbio de su biografía: problemas con la justicia, una cita judicial fallida y una versión de los hechos que dista mucho de lo que trascendió inicialmente.
William Levy, el galán caído: del éxito en Netflix a un proceso judicial en Florida
Levy, nacido en Cuba pero que migró a Estados Unidos a los 15 años con su familia, asentándose en Miami, comenzó su carrera como modelo pero siempre tuvo el interés en actuar. Estudió administración de empresas en la universidad, pero su pasión por la actuación lo llevó a estudiar interpretación en Los Ángeles y México. Su carisma y físico le abrieron las puertas de la televisión estadounidense, participando en el programa Dancing with the Stars en 2012, donde ganó gran popularidad.
Levy, de 44 años y con una carrera que combina éxitos televisivos como Sortilegio o La Tempestad con incursiones en Hollywood (Resident Evil: The Final Chapter, Addicted), acudió el pasado lunes al plató de El Hormiguero para hablar, por fin, de lo ocurrido el pasado 15 de abril en Florida, cuando fue detenido tras un altercado en un restaurante argentino en Weston.
Hasta entonces, el actor había guardado silencio mientras medios de Estados Unidos y Europa se hacían eco de una imagen que sorprendió a muchos: su rostro serio, casi desencajado, en una ficha policial que rápidamente se volvió viral.
Pablo Motos, sin rodeos, le recordó al actor que la fotografía había circulado por todos lados. Levy no se inmutó. Lejos del dramatismo, respondió con una sonrisa y una frase que intentaba restarle importancia: “Es solo una experiencia más en la vida”. Según su versión, la situación fue un simple malentendido durante una noche de copas.
Relató que estaba tomando unas bebidas con un amigo cuando surgió una discusión por la cuenta. “Mi amigo creía que le habían cobrado de más y comenzó a discutir con alguien en la barra. Yo intenté mediar para que la cosa no fuera a más”, aseguró, en un tono tranquilo, como si se tratase de una anécdota menor.
Pero el informe policial hablaba de algo más serio: cargos por “intoxicación desordenada”, disturbios e intento de entrada no autorizada en una propiedad privada. Según el actor, ni siquiera estaba dentro del restaurante cuando fue detenido. “Ya estaba fuera, y me llevaron porque sí, porque quisieron”, declaró ante las cámaras del programa, en una escena salpicada por la complicidad habitual entre presentador e invitado.
El incidente, sin embargo, ha tenido consecuencias. Levy quedó en libertad bajo fianza, pero su proceso judicial sigue en marcha. La revista People, que ha seguido el caso de cerca, reveló que el primer juicio estaba previsto para el pasado 4 de junio, pero el actor no se presentó. Su abogada, que llegó tarde a la cita, informó que Levy se acogería a un programa de control de ira. La próxima fecha clave en su calendario legal será el 26 de junio.
Más allá del escándalo, la caída pública de Levy ilustra cómo la imagen del galán perfecto, construida durante años en telenovelas, puede resquebrajarse en cuestión de minutos. Su rostro, que durante años fue sinónimo de romanticismo latino para millones de espectadores, ahora forma parte de ese club no tan exclusivo de celebridades con antecedentes policiales. Como él mismo ironizó durante la entrevista: “Ya soy parte del club... el de los artistas con problemas judiciales”.
Una frase que, dicha entre risas, no logra esconder del todo una realidad más compleja: la de una estrella cuya vida privada amenaza con eclipsar su carrera profesional.
