Fue la noticia del fin de semana: el reboot de Harry Potter en HBO ha fichado a Paapa Essiedu como Snape. Después de semanas de especulación, medios estadounidenses confirmaban que Essiedu interpretaría al profesor de Pociones en esta nueva versión del universo creado por J.K. Rowling.
Como suele ocurrir en el fandom, la elección del actor ha generado reacciones encontradas entre los seguidores de la saga. De hecho, el fichaje ha desatado críticas por todos lados, a diestro y siniestro, y muchos no están de acuerdo con la inclusión del actor para dar vida a este personaje.
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Essiedu, aunque no es un desconocido en la industria, es una cara relativamente nueva para el público general. Su trayectoria incluye papeles en series como Black Mirror y The Lazarus Project, además de la película The Outrun, protagonizada por Saoirse Ronan. Pero como muchos esperaban, lo que más ha llamado la atención no ha sido su talento o experiencia, sino su apariencia: Essiedu es un hombre negro.
Una parte del fandom más conservador ha reaccionado de manera airada en redes sociales y foros, aferrándose a la descripción de Snape en los libros, donde se le presenta como un hombre de piel pálida y rasgos muy marcados. Para algunos -como hemos visto en YouTube-, cambiar este aspecto supone una falta de fidelidad a la obra original, lo que ha avivado el debate en redes sociales, más y cuando se había promocionado como una adaptaicón más fiel a las novelas.
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Las opiniones en contra han oscilado entre el escepticismo moderado y la indignación absoluta. Algunos seguidores han expresado su preocupación por la coherencia con la historia original, señalando que Snape es víctima de bullying en su juventud debido a su aspecto físico y su origen humilde, lo que podría adquirir matices diferentes con un actor racializado.
Otros, en cambio, han aprovechado la noticia para denunciar lo que consideran una maniobra de la industria para apelar al público progresista. En plataformas como TikTok y YouTube han proliferado vídeos que critican la decisión, argumentando que Warner Bros. intenta recuperar parte del apoyo perdido sin abordar las polémicas más profundas que rodean la saga. Es decir, se ha dicho que Harry Potter ahora apela a ser woke tras los titulares protagonizados por Rowling en el pasado.
La sombra de J.K. Rowling sigue pesando sobre el futuro de Harry Potter. La autora, cuya postura sobre los derechos trans ha generado un rechazo en múltiples sectores del fandom, se ha convertido en una figura polarizante que el estudio no sabe si abrazar o mantener a distancia. Mientras que proyectos recientes como el videojuego Hogwarts Legacy han intentado desvincularse de su figura, la serie de HBO parece optar por un enfoque más calculado, mencionando solo de manera escueta que Rowling "tiene derecho a expresar sus opiniones".
Estamos en un horizonte incierto. Tras el fracaso de la saga Animales Fantásticos, Warner Bros. necesita que este reboot sea un éxito. Cada anuncio de la serie parece alejar más a un sector de la audiencia, atrapando a la licencia en un dilema irresoluble: ¿hasta qué punto puede evolucionar Harry Potter sin traicionar sus raíces y sin alienar a los seguidores más acérrimos? El estudio parece querer caminar sobre una línea delgada, intentando complacer a todos y terminando por no contentar a nadie.
