La oferta parecía irresistible: una tableta gratis con solo registrarse en Temu. Durante semanas, la publicidad de la plataforma china inundó redes sociales y páginas web con un mensaje directo y tentador, pensado para captar miradas en tiempos de inflación y consumo digital masivo. Sin embargo, como tantas veces ocurre en el terreno del marketing agresivo, la realidad que hay detrás es menos deslumbrante que la promesa inicial.
Es una estrategia elaborada
Lejos de tratarse de un obsequio desinteresado, la campaña forma parte de una estrategia de captación de usuarios. El mecanismo es casi siempre el mismo: al entrar en los detalles, aparece la necesidad de realizar una compra mínima antes de desbloquear el “regalo”. Y cuando la tableta llega —si llega— rara vez se corresponde con la imagen del anuncio: se trata de modelos de gama baja, con especificaciones muy limitadas y un valor de mercado modesto, más cercano a un accesorio básico que a un dispositivo de última generación.
Los testimonios en foros y redes sociales son dispares. Hay quienes aseguran haber recibido un dispositivo funcional aunque simple, mientras otros relatan experiencias frustrantes: envíos que nunca llegaron o sustituciones por productos de escaso valor. “Si algo es gratis, probablemente tú eres el producto”, resumía con ironía un internauta europeo, aludiendo a la vieja máxima de la economía digital.
Para Temu, la ecuación es rentable. El coste de fabricación de una tableta económica es muy bajo en comparación con lo que supone captar un nuevo usuario: no solo futuras compras, sino también la obtención de datos personales y patrones de consumo. En este sentido, el supuesto regalo no es más que una inversión calculada para fidelizar clientes y alimentar la maquinaria del comercio electrónico.
El fenómeno no es exclusivo de esta plataforma. En los últimos años, varias plataformas de comercio online han recurrido a tácticas similares: sorteos de móviles, gadgets “gratuitos” o vales de descuento con condiciones ocultas. Todas ellas apelan a la psicología del consumidor, aprovechando tanto el miedo a quedarse fuera (FOMO, por sus siglas en inglés) como la ilusión de participar en una especie de juego o búsqueda del tesoro digital. Sin embargo, el resultado suele ser el mismo: decepción y productos de calidad muy inferior a lo esperado.















