Las autoridades japonesas han hecho pública una inquietante previsión: un hipotético megaterremoto en la fosa de Nankai podría cobrarse la vida de hasta 300.000 personas.
La alerta parte de un informe elaborado por un grupo de trabajo del Gobierno nipón que ha evaluado con rigurosidad las consecuencias humanas, económicas y logísticas de un evento sísmico de gran magnitud en esta región, una de las más activas del planeta.
Según los datos, el impacto se extendería por casi 800 municipios, afectando a millones de personas a lo largo del litoral sur de Japón. La fosa de Nankai, ubicada frente a las costas de las prefecturas de Shikoku, Kinki y Tokai, ha sido responsable de múltiples terremotos devastadores en la historia del país, y los científicos creen que está acumulando suficiente tensión tectónica como para generar un sismo de magnitud 8 o superior.
El próximo gran terremoto
El informe gubernamental estima que las sacudidas alcanzarían intensidades de nivel seis o siete en la escala sísmica japonesa, mientras que las olas de tsunami superarían los tres metros en muchas zonas, anegando áreas densamente pobladas en cuestión de minutos. El daño potencial no se limita a la pérdida de vidas humanas. Según las proyecciones, entre 9 y 12 millones de personas tendrían que ser evacuadas en un escenario de catástrofe, mientras que el coste económico para el país podría superar los 270 billones de yenes (unos 1,66 billones de euros).
Esta cifra convertiría al posible desastre en uno de los más costosos jamás registrados, incluso por encima de lo ocurrido en 2011, cuando el terremoto de Tohoku y el posterior tsunami provocaron la tragedia nuclear de Fukushima. Japón, uno de los países más avanzados en términos de preparación sísmica, cuenta con sofisticados sistemas de prevención como J-Alert, la red nacional de alerta temprana que permite emitir avisos en tiempo real ante amenazas naturales o emergencias civiles.
Prepararse para lo impensable
Desde su puesta en marcha en 2007, esta tecnología ha salvado incontables vidas, pero los expertos insisten en que ningún sistema es infalible ante un evento de esta magnitud. La conciencia pública, la planificación urbana y los simulacros regulares siguen siendo piezas clave en la estrategia de resiliencia japonesa.
El recuerdo de Fukushima permanece como una herida abierta. Aquel terremoto de magnitud 9 generó un tsunami de 14 metros que impactó con violencia en la costa noreste, provocando una emergencia nuclear sin precedentes desde Chernóbil. Ahora, el país se enfrenta a una nueva amenaza geológica que podría poner a prueba no solo su infraestructura, sino también su capacidad de respuesta coordinada a nivel nacional. Japón mira de frente al riesgo, con la experiencia de su historia y la urgencia de un futuro que no admite descuidos.
