Prime Video ha publicado el último episodio de la segunda temporada de Gen V y, más allá de clausurar el curso en la Universidad Godolkin, lo ha hecho abriendo una autopista directa hacia la recta final de The Boys. Spoilers del último capítulo de la temporada de Gen V.
El capítulo desembala conexiones explícitas con la serie madre —y con su conflicto central— mientras recoloca a sus jóvenes protagonistas en un tablero que ya no es académico, sino abiertamente bélico. Aviso para navegantes: a partir de aquí hay SPOILERS de la temporada 2 de Gen V.
La gran revelación del curso ha sido Cifra, el decano al que creíamos un simple gestor de egos con traje y sonrisa de catálogo. En realidad, tal y como destapa el episodio, detrás del personaje estaba el propio Godolkin: un súper de altos vuelos que llevaba tiempo utilizando sus habilidades de control para habitar el cuerpo de Doug, un humano corriente convertido en marioneta. Con el cuerpo del villano devastado y en proceso de “restauración” —para lo que intentaba manipular a Marie—, el plan mayor pasaba por depurar la casta de los superhéroes eliminando a los “débiles” y, sobre todo, por elevar sus poderes lo suficiente como para dominar la voluntad de Marie. De conseguirlo, el siguiente paso era inconfundible: apuntar a Patriota, el activo más peligroso del Proyecto Odessa y el epicentro del colapso político del universo de The Boys.
Del campus al frente abierto
El desenlace, sin embargo, se tuerce para el villano. La entrada en escena de Polarity dinamita la coreografía de Godolkin y da a Marie el respiro que necesitaba para rematarlo antes de volver a caer bajo su posesión. Muerte del titiritero y fin del espejismo institucional: con el telón académico levantado, lo que asoma ya no es el campus, sino un país bajo ley marcial donde Vought hace y deshace y donde Patriota marca el paso con puño de hierro. Es en ese vacío —el de los adultos desaparecidos o encarcelados— donde Gen V coloca su pieza más valiosa de cara al cruce con The Boys: el reclutamiento de Marie y compañía por parte de Luz Estelar y A-Train para engrosar una resistencia que busca frenar a Patriota y liberar al núcleo de The Boys, retenidos en una prisión de alta seguridad.
Ese giro abre varios frentes a la vez. Primero, formaliza una alianza incómoda: Luz Estelar y A-Train, antaño compañeros de escaparate en Los Siete y hoy unidos por pura supervivencia, comparten ahora objetivos operativos. Segundo, sitúa a los estudiantes de Godolkin —hasta ayer peones de laboratorio— en la primera línea de un conflicto al que aportan poderes en bruto, motivación y, sobre todo, una legitimidad moral que la propaganda corporativa tendrá más difícil erosionar. Y tercero, deja en el aire la gran incógnita humana del momento: ¿dónde está Carnicero? Tras escapar cuando el país se precipitaba al estado de excepción, el viejo líder podría estar maniobrando por su cuenta… o preparando un reencuentro calculado con la célula de Luz Estelar.
Prólogo de la batalla final
En lo narrativo, el final de Gen V se siente como un prólogo musculado: liquida su antagonista de temporada, limpia la mesa de subtramas universitarias y conecta su reparto al conflicto macro que decidirá el destino de Vought, Patriota y ese país que juega a democracia mientras desliza el pie hacia el autoritarismo. En lo temático, redobla el ADN de la franquicia: poder sin control, marketing como arma, ciencia al servicio de la impunidad y jóvenes que dejan de ser sujetos de experimento para convertirse en agentes del cambio.
