Durante décadas, los cosmólogos han imaginado un universo en expansión eterna, impulsado por la misteriosa energía oscura que estira el espacio entre las galaxias. Pero un nuevo estudio internacional plantea un desenlace muy distinto: el universo podría colapsar sobre sí mismo en un “Big Bang inverso” dentro de unos 20.000 millones de años.
Según los cálculos de Hoang Nhan Luu (Centro Internacional de Física de Donostia), Yu-Cheng Qiu (Universidad Jiao Tong de Shanghái) y Henry Tye (Universidad de Cornell), el cosmos no se expandirá para siempre, sino que alcanzará su tamaño máximo en unos 11.000 millones de años antes de comenzar a contraerse. El resultado final sería el Big Crunch, un escenario en el que toda la materia, la energía y el espacio-tiempo colapsarían de nuevo en una singularidad infinitamente densa, el reflejo opuesto del Big Bang que dio origen a todo.
Un giro radical en el destino cósmico
El punto de partida del modelo está en el famoso parámetro λ (lambda), la “constante cosmológica” introducida por Albert Einstein en 1917 para describir el comportamiento del universo. Si λ es positiva, el cosmos se expande sin cesar; si es negativa, la gravedad acaba imponiéndose y lo arrastra hacia el colapso. La señal de λ lo cambia todo.
“Durante los últimos veinte años —explica Tye— se ha asumido que λ era positiva y que la expansión sería eterna. Pero los datos recientes apuntan a que podría ser ligeramente negativa, lo que cambiaría todo nuestro futuro cósmico.” Esa ligera negatividad no basta por sí sola para explicar el universo actual, que aún sigue expandiéndose. Por eso los investigadores combinaron la constante cosmológica con otro ingrediente: un campo de axiones ultraligeros, partículas hipotéticas que muchos físicos proponen como candidatas para explicar tanto la materia oscura como la energía oscura.
En su modelo, este campo de axiones actúa como una fuerza expansiva temporal, empujando al universo hacia fuera —igual que un viento de cola ayuda a subir una cuesta—, pero su influencia disminuye con el tiempo. Cuando ese “empuje” se debilite dentro de unos 11.000 millones de años, el tirón gravitacional asociado a λ dominará, deteniendo la expansión y haciendo que el cosmos empiece a contraerse.
Una cuenta atrás cósmica
La simulación sitúa la vida total del universo en 33.300 millones de años. Como el Big Bang ocurrió hace 13.800 millones, eso deja menos de 20.000 millones de años por delante antes de que el espacio se desplome. Primero llegará una desaceleración cada vez más lenta, hasta alcanzar un tamaño máximo 1,7 veces mayor que el actual. A partir de ahí, la materia empezará a reunirse: las galaxias se acercarán, las temperaturas subirán y el espacio-tiempo se comprimirá hasta desencadenar el Big Crunch. Esta contracción sería más rápida que la expansión actual, porque la energía cinética de los axiones aumentaría la atracción gravitatoria.
Tye compara el proceso con “subir una colina con viento a favor: al principio avanzas con facilidad, pero cuando el viento se calma, la subida se frena, te detienes y luego desciendes con velocidad creciente”. La metáfora de la colina resume el tránsito de la expansión a la contracción.
Aunque el escenario es fascinante, los propios autores advierten que no se trata de una predicción definitiva, sino de una posibilidad coherente con ciertos indicios recientes sobre la naturaleza cambiante de la energía oscura. Harán falta nuevas mediciones de supernovas, lentes gravitacionales y ondas de fondo cósmico, que permitan comprobar si la aceleración del universo se está ralentizando y si λ es realmente negativa.
Observaciones que decidirán el destino
“Todavía no sabemos qué es la energía oscura —reconoce Tye—. Podría ser un campo de axiones o algo completamente diferente. Pero si las observaciones confirman estos datos, el universo tendría no solo un principio, sino también un final.” La cautela científica se impone antes de proclamar un veredicto.
Desde el punto de vista humano, 20.000 millones de años son una eternidad, pero en términos cósmicos equivalen a una sola tarde más de existencia antes del ocaso final. Si la teoría es cierta, el universo algún día dejará de expandirse y el eco del Big Bang se transformará en su opuesto: un estallido al revés, donde toda la creación se condensa de nuevo en la oscuridad absoluta.















