La península rusa de Kamchatka ha sido testigo de un fenómeno geológico de proporciones históricas. El estratovolcán Krasheninnikov, inactivo desde 1463, ha entrado en erupción tras el potente terremoto de magnitud 8,8 registrado el pasado miércoles. El despertar de este coloso dormido durante más de 600 años ha sido confirmado por el personal de la Reserva Natural de Kronotsky, quienes alertaron de una emisión activa de ceniza a las 06:00 del 3 de agosto.
Esta erupción, que constituye la primera registrada en tiempos modernos por la comunidad científica, se produce en una región deshabitada, lo que ha llevado a las autoridades a descartar un riesgo inmediato para la población.
Movimientos geológicos sin precedentes en la edad moderna
Kamchatka, enclavada en el llamado Anillo de Fuego del Pacífico, es una de las zonas de mayor actividad sísmica y volcánica del planeta. El Krasheninnikov, compuesto por dos conos volcánicos fusionados y un cráter de nueve kilómetros de diámetro, se suma ahora a la lista de volcanes reactivados por el reciente seísmo. Su despertar coincide con el del Kliuchevsko, el volcán más alto de Siberia, lo que sugiere una activación en cadena de sistemas volcánicos conectados a nivel tectónico. Según expertos consultados por The Siberian Times, este fenómeno refleja una presión acumulada en las placas del Pacífico Noroccidental, capaz de desencadenar múltiples episodios eruptivos en la región.
Apenas días después del gran terremoto, un nuevo temblor de magnitud 6,8 ha sacudido la zona, intensificando la preocupación por un posible tsunami. Aunque se espera que las olas generadas sean de baja intensidad, las autoridades mantienen activas las alertas costeras en todo el entorno del Pacífico Norte. En solo 24 horas, se han contabilizado al menos 65 réplicas, 10 de ellas percibidas por la población. Este enjambre sísmico no solo ha reactivado sistemas volcánicos, sino que también ha provocado daños en infraestructuras sensibles, como una base rusa de submarinos nucleares, según han revelado imágenes satelitales analizadas por medios especializados.
La complejidad del Krasheninnikov, con su doble estructura de estratovolcán y su localización en un área de difícil acceso, convierte esta erupción en un desafío para la vigilancia y el estudio científico. Según los vulcanólogos rusos, la combinación de emisiones de ceniza, sismos continuados y posibles deslizamientos podría derivar en un evento eruptivo de larga duración, aunque aún es pronto para establecer su evolución. La región, sin embargo, cuenta con uno de los sistemas de monitoreo volcánico más avanzados del país, y se ha intensificado la colaboración con centros geofísicos internacionales para realizar un seguimiento continuo.















