El mayor tesoro pirata de la historia… aún sin encontrar. Mientras miles de buscadores de tesoros han dedicado su vida a seguir mapas falsos o perseguir leyendas marinas sin base real, hay una historia documentada que eclipsa incluso la ficción más ambiciosa.
Se trata del botín del corsario francés Olivier Levasseur, más conocido como La Buse, y cuyo legado ha inspirado desde relatos históricos hasta el mismísimo universo de One Piece.
El dato sorprendente: su tesoro, con un valor estimado de 30.000 millones de euros actuales, sigue escondido en algún rincón remoto de las islas Seychelles, esperando a quien logre descifrar el enigma que dejó antes de morir.
La historia comienza como tantas otras de la época colonial: un hombre culto, nacido hacia 1688 en Calais, que pasó de servir en la marina francesa a ejercer como corsario con patente legal de la Corona. Pero tras la Guerra de Sucesión Española, Levasseur eligió el camino sin retorno de la piratería.
El mayor tesoro pirata de la historia… aún sin encontra
rFue entonces, en 1721, cuando interceptó el galeón portugués Nossa Senhora do Cabo en el Índico. Dañado tras una tormenta y sin sus 72 cañones, el navío escondía una fortuna monumental: lingotes de oro y plata, perlas, diamantes, obras de arte y un crucifijo de oro macizo, la Cruz Fiammante de Goa, valorada en unos 20 millones de euros solo ella.
Este asalto no solo lo convirtió en el pirata más exitoso de la historia, sino también en el más perseguido. El saqueo fue tan devastador para Portugal que desencadenó un conflicto diplomático de gran escala con Francia e India, donde incluso se ofreció una amnistía a La Buse si devolvía parte del tesoro. Pero el corsario prefirió esconderse en las Seychelles, donde permaneció durante años hasta que fue capturado por las autoridades francesas y condenado a morir en la horca en la isla de La Reunión.
Un legado real más allá de la leyenda
Lo más enigmático ocurrió el día de su ejecución en 1730. Frente a la multitud reunida, La Buse sacó un papel de su camisa y lo arrojó al aire con una última proclama: “¡Que encuentre mi tesoro aquél que pueda entenderlo!”. El documento, que hoy se conserva en el Museo Británico, es un criptograma de 17 líneas plagado de referencias a la mitología clásica y codificado con un conocimiento profundo del latín y el griego.
Los expertos creen que se trata de un acertijo que emula los Doce Trabajos de Hércules y que revela la ubicación exacta del tesoro. Pero, hasta hoy, nadie ha conseguido resolverlo. A tres siglos de su muerte, el legado de La Buse no solo sigue alimentando mitos, sino que plantea una posibilidad real: en algún lugar de las Seychelles, uno de los mayores tesoros de la humanidad —con valor histórico, artístico y económico incalculable— podría seguir enterrado.
Mientras la ficción ha coronado a Gold Roger como Rey de los Piratas, la historia, con pruebas documentales y un criptograma aún sin descifrar, parece decirnos que ese título pertenece sin duda a Olivier Levasseur.















